Dialogando en el Café Salambó

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lunes, 24 de diciembre de 2018

Nota-Chiste

Quiero acabar el año con una nota que es un chiste y que por cierto, me hace pensar en que quizás existan otros y yo lo desconozca. Y mira que será por lecturas y citas al respecto de este mundo nuestro de la literatura...
Nos lo contó el editor de Ediciones Contrabando, Manuel Turégano, quien nos sorprendió desde el principio por su lucidez, expresada siempre con buenas dosis de acidez y retruécanos. Fue en la cena posterior a la presentación de la novela El último gin-tonic del excelente escritor Rafael Soler, a quien tuve el honor de presentar junto a Turégano.
Hablábamos de la impostura y de los impostores del asunto, especialmente en el mundo de la edición pero también, en un suerte de pez que se muerde la cola, entre el interminable número de escritores que andamos por ahí. Y para ilustrar la ironía, el editor nos regaló a los comensales lo que sigue:

Eran dos amigos a punto de jubilarse, uno escritor y el otro, cirujano del corazón. 
Conversaban sobre lo que iban a hacer en su vejez. El cirujano cardiovascular le dice a su amigo escritor:
– ¿Sabes? He pensado que cuando me jubile, me voy a poner a escribir novelas. Sí... lo tengo decidido.
Entonces el amigo escritor se queda pensando y le contesta:
– Pues mira, yo voy a hacer como tú, cuando me jubile, me voy a
poner a operar corazones...

A partir de aquí, que cada uno le quite y le ponga toda la verdad y la ironía que quiera. Es tan evidente que la palabra es patrimonio de todo el que la quiera usar, como que el oficio de escritor requiere de la precisión de un cirujano si queremos ir más allá de la vida, de nuestra vida.