Dialogando en el Café Salambó

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sábado, 6 de julio de 2024

Reseña "La oscuridad podría", de Susana Lobo

 

La oscuridad podría

Susana Lobo

          1ª edición de abril de 2024

           Libro de Cuentos.

          123 páginas

          Ilustraciones de cubierta e interior: Ana Musma

Editorial Adeshoras

ISBN: 978-84-128081-2-4


Siempre es gratificante tropezar con un descubrimiento literario. Si la feliz circunstancia es el fruto de las carambolas cruzadas en un azar, esta vez inteligente, aún mejor, dejamos fuera de la ecuación a la sombra de la impostura. Si la autora del “artefacto” literario es una compañera de empresa, de la que solo sabías que hace bien su trabajo, pero desconocías su condición de literaturadicta, entonces corroboras que siempre puede haber una grata sorpresa a la vuelta de la esquina. Si finalmente se trata de una ópera prima en la que crees intuir un largo y duro trabajo de lectura y reflexión creativa, una voluntad de decir y decir de otra manera, con la personalidad de esta autora descubierta; entonces te dices a ti mismo: escríbelo, dilo, súmate a la causa de los que queremos ser escuchados. 

Si además entre las líneas del libro crees intuir, sorprendido, un ligero rastro de Mircea Cărtărescu –el mayor elogio que podría esperarse–, y la autora te confirma, tras la lectura, que adora como yo al monstruo; pues ya no tengo más remedio que llegar hasta aquí, y seguir, para aplaudir el cúmulo de pequeños prodigios.


La oscuridad podría es el primer libro de Susana Lobo. Un libro tan desconcertante y atrevido como su propio título. Agradezco también la apuesta de la editorial, no solo por editarlo, sino además por destacar en portada que se trata de un libro de cuentos. ¿Por qué digo esto que en principio podría parecer baladí, o evidente? Pues porque para mí no es tan evidente. Siempre he defendido que el nombre “relato” para catalogar el género de la narrativa breve es un cajón de sastre y en él, caben muchos matices. Pero el término se suele usar alegremente para cualquier texto breve. Así, todos los textos breves de ficción pueden ser relatos pero solo aquellos que incorporan el elemento fantástico, la transgresión del realismo, lo onírico o surrealista; son cuentos, como ocurre con todos los incluidos en este libro, sin excepción. Así, Susana Lobo bordea la realidad, la subvierte, la hace trizas o la utiliza a su antojo para contar otras cosas, para arrellanarse en una elipsis transversal que nos sugiere un mundo interior único, un universo propio: la utopía, el sueño roto, la tierra, los pájaros, las vísceras de la vida, la madre naturaleza para explicar la mirada de una bióloga, Susana Lobo lo es, sobre la condición humana desde su propia experiencia. 

            La oscuridad podría contiene trece cuentos divididos en tres partes, seis en la primera parte titulada La Inocencia, seis más en la segunda parte titulada El desasosiego, y el último, quizás a modo de epílogo, en esa tercera parte titulada En memoria de aquellos que en mi imaginación, un día fueron. La segunda y tercera de cubierta y las páginas divisorias de las dos primeras partes están ilustradas por unos dibujos de la artista visual Ana Musma, inspirados por los textos, como corresponde a un ilustrador que se precie. Dichos dibujos, enigmáticos como los textos, me han recordado, y no puedo evitar decirlo, al estilo de mi bautista, el escritor, artista plástico y editor Antonio Beneyto (E.P.D).

            El conjunto de relatos de La Inocencia, es en parte un exorcismo literario de los fantasmas y los traumas de la infancia. De una infancia concreta, personal, desde la mirada inteligente o con rayos equis de unos niños y unas niñas que no entienden el mundo, o que lo interpretan desde la sorpresa y lo onírico, y frente a unos padres, a menudo, o bien perdidos, o bien directamente fallidos. También tenemos la protección heroica a la vez que tierna y débil de los hermanos, pesadillas agridulces, algunas terroríficas, juegos que esconden miedos o anhelos de libertad, nadar para no ahogarse en la vida. Haría especial mención del cuento Camuflaje, en el que una niña acaso querría ser camaleón para pasar desapercibida en un mundo que no le gusta, en el que se siente sola, un camaleón al que envidia hasta matarlo de rabia. O también, el Cuento del cardiólogo y el perrito, en el que la disputa conyugal por la predilección frente a dos hijos, acaso acabe en tétrico e inducido parricidio de la madre, víctima en este caso.

            El conjunto de relatos de El desasosiego vendría a ser una extensión temática del primer bloque, pero quizás más desde la óptica de los mayores que de los niños. Y añade aspectos como la vejez, la melancolía o el pesimismo existencial a lo Cioran. Pero suelen ser mujeres, entre los mayores de  este libro, apenas hay padres u hombres adultos, ya se sabe, están ausentes, siempre llegan más tarde a casa... De esta segunda parte también destacaría dos cuentos, Borrones, en el que dos mujeres, madre anciana e hija, se arrojan entre sí, cruelmente, sus momentos vitales. La una, expianista de éxito despreciando la vida desde la decrepitud, y la otra, conmiserativa y cuidadora obligada de la madre. O La oscuridad podría, en el que dos mujeres una vez más, esta vez suegra y nuera, reflexionan frente a un eclipse –como impagable metáfora– sobre la muerte del hijo y marido, ahora convertido en muñeco de plástico para solaz de la madre.

            Finalmente, En memoria de aquellos que en mi imaginación, un día fueron, escrito durante el confinamiento debido a la pandemia de Covid-19, quizás sea la añoranza de los hijos no nacidos. Yo los inventé. (...) inventé a mis hijos. Y más adelante, ¿Acaso tendrán mis hijos conciencia de su inexistencia? Son las reflexiones de una mujer que mira a través de una ventana como su vecina prepara un pastel a sus hijos pequeños, mientras ella, imagina a los suyos.

            Dejo para el final un apunte necesario sobre la forma. 

La oscuridad podría es un libro que se suma a la teoría de la relatividad de los géneros y sus etiquetas. Al principio hablábamos de cuentos, que lo son, pero cabe añadir necesariamente que muchos de ellos son una letanía de versos desbocados, a veces hasta el desorden de una casi deliciosa escritura automática. Y claro, resulta muy palpable y no deja indiferente esa manera de contar libre, valiente y sin miedo a que el lector pueda perderse, atrapado por las imágenes, pero lejos del quid temático. Se trata de una narrativa absolutamente poética. Esto sucede de menos a más a lo largo del libro, hasta el punto de que si algo pudiera reprochársele, es que la lectura va deslizándose hacia la repetición, y parece que uno no acaba de salir del bucle envolvente de su estilo. Pero es una sensación menor para los que nos gusta huir del lugar común y acabas agradeciendo, por poner algunos ejemplos panorámicos a lo largo de las 123 páginas del libro; cosas como estas:

 

Mi madre me acuna junto a su pecho como el viento sopla las hojas de los árboles. De “Verano invierno”, página 17.

Recuerdo ese olor verde de su muerte, gelatinoso de líquenes y musgos. Y aquel frío imperturbable. Cuando un escarabajo salió de su boca y voló hacia mí, perdí el equilibrio y caí de espaldas. De “Verde mar”, página 51.

El horizonte se extiende en colinas hinchadas, desnudo en todas direcciones.

El viento eleva el jardín de mi vestido empapado en sudor.

Frente a mí, la niña camina de un lado a otro como si estuviera encerrada entre muros de cristal. El suelo que pisa está alfombrado de lombrices, caracoles y mariposas muertas. De “Sueño su sueño rayuela”, página 61.

 

Ahí está Susana Lobo, que avisa con alimentarnos a los literaturadictos con futuros textos sísmicos.

No se la pierdan.