La bibliotecaria de Auschwitz
ITURBE, Antonio G.
Editorial Planeta
Barcelona 2012
ISBN 978-84-08-00951-1
Dos
grandes valores hacen de esta novela una obra de gran mérito y muy recomendable
para todo tipo de públicos. Y hablo de mérito literario pero también didáctico
e incluso terapéutico.
El primer valor es el de ser una
excelente novela histórica sobre el holocausto nazi. El vergonzoso periodo
histórico del holocausto ha sido tan “literaturizado”, tan cinematografiado y
referenciado en todo tipo de foros, obras de ensayo, históricas etc. que lo
difícil es no caer en aquello del “más de lo mismo” y Antonio G. Iturbe
consigue ser mención aparte. Salvando las distancias, desde mi lectura de Sin destino del nobel de literatura, el
húngaro Imre Kertész; no había vuelto a leer una visión más objetiva de la vida
en los campos de concentración nazis y sobre todo, más alejada del facilón
sensacionalismo y la grandilocuencia sensiblera que un tema tan duro sirve en
bandeja a la tentación de un mal escritor. Con ese punto también de esperanza e
ilusiones, de fe en el ser humano que Roberto Benigni llevaría hasta el humor
más tierno en La vida es bella. Cierto
es que Antonio G. Iturbe cuenta con la coartada del testimonio real de la
protagonista, Edita Adlerova, “Dita”, quien en el momento de escribir estas
líneas, hay que decir que sigue viva, en Netanya muy cerca de Praga. Otro
mérito de Iturbe como periodista de investigación por cierto: haber llegado
hasta la mejor de las fuentes, el testimonio vital de la bibliotecaria de
Auschwittz.
El segundo valor está implícito en
la historia misma, lo inspira otro buen libro, de Alberto Manguel, La biblioteca de noche, en el que ya se
hace referencia a la existencia de una biblioteca en un campo de concentración.
Ese valor es sencillamente el de escribir un homenaje a la literatura, un
homenaje a los libros y a la lectura. Y a sus valores terapéuticos, que si los
tiene en cualquier época y circunstancia, en el caso de Dita, número 73305, y en
el del resto de niños y adultos del
bloque 31 de Auschwitz, les sirviera para seguir soñando, abstraerse de la
fantasmagórica realidad que les tocó vivir, y sobrevivir así, con un delgado
hilo de fuerzas hasta la liberación por parte de las fuerzas aliadas y concretamente
del ejército inglés. Antonio G. Iturbe construye la historia y nos reconstruye
esa biblioteca clandestina que Dita guardó, cuidó y utilizó como medicina
durante su estancia den Auschwitz. Una biblioteca de quince libros, desde El
maravilloso viaje de Nils Holgerson hasta El conde de Montecristo de Alexandre Dumas, pasando por la Breve historia del mundo de H.G. Wells, Las aventuras del bravo soldado Svejk de
Jaroslav Hasek, o La montaña mágica de
Thomas Mann. Sin contar otros libros, causa y consecuencia de dicha biblioteca,
como el ya citado de Manguel, el célebre Diario
de Ana Frank o The painted wall, de
otra víctima del holocausto que pudo explicar su testimonio, Ota B. Kraus, el
que fuera marido de Dita después de rehacer su vida a partir de la liberación.
Una nueva vida que sin embargo ya estuvo dedicada hasta el último día a contar
al mundo la vergüenza humana del genocidio judío.
No puedo dejar de recordar que le
debo esta lectura a la generosidad de mi amigo el profesor de lengua y poeta
Esteban Martínez, y a sus alumnos, que me regalaron el libro en mi visita a su
instituto, el Pau Vila de Sabadell el pasado mes de noviembre. Querría pensar
que ellos tendrán un recuerdo de mi visita como autor de mi novela juvenil Simón, no; Saimon, al menos la mitad de
entrañable y enriquecedor como el que yo guardo de ellos.
Y en este juego de felices
coincidencias y carambolas literarias, vuelvo al principio, a los valores
terapéuticos y a la ausencia de edad para leer La bibliotecaria de Auschwitz. Cuando ese día llegué a casa con el
libro le sugerí a mi hija Júlia de quince años, estudiante de 4º de la ESO, que
la leyera. La devoró en unos días y gracias a este libro descubrió esta etapa
de la historia, aunque ya había leído hace pocos años El niño con el pijama de rayas, de John Boyne. Y días después,
vimos juntos la película La decisión de
Sophie de Alan J. Pakula, con Meryl Streep, Oscar a la mejor actriz en el
1982, Kevin Klyne y Peter McNicol, una película basada a su vez en la gran
novela Sophie’s Choice de William
Styron que yo leyera allá por el año 1997 bajo la tutela de un curso de
escritura, a cargo del escritor Javier García Sánchez.
Finalmente vino mi lectura, y ahora
esta reseña tan personal, y la magia de la literatura que remueve sentimientos
y conciencias, que provoca opiniones y otras lecturas y películas; está servida
en este humilde blog.
Gracias Edita Adlerova, gracias
Antonio G. Iturbe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario