Ovnipresentes
Aut@rs de
Cornellà
Barcelona
2013, Ediciones Dédalo
ISBN-10: 8494113801
ISBN-13: 978-8494113802
En este libro colectivo intervienen Iván Humanes, Lluís Rueda, Vicente
Corachán, Francesc Xavier Simarro, Margarita Espuña, Griselda Martín Carpena,
Juanita Márkez, Empar Fernàndez, Josep Nadal i Tuset, Lucinda Estruga Laporta,
Xavier Borrell, Montserrat Galícia, Walter O. Shandy y prólogo de Jorge Gamero.
El pasado miércoles 17 de abril tuvo lugar su presentación a cargo
de Toni Hill, miembro también del grupo, y el alcalde de Cornellá,
Sr. Antoni Balmón, presidió el evento.
Yo he visto cosas que vosotros no
creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar
en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se
perderán en el tiempo, como... lágrimas…en la lluvia. Es hora de morir.
Roy Batty (Replicante)
Escena
final de la película Blade Runner (1982)
dirigida por Ridley Scott
¿Se puede escribir el prólogo de un libro sobre un ovni
sin ser ufólogo? ¿Sobre un libro de ciencia ficción sin ser experto en el género? Si tanto en un caso como en el otro, la
ficción es el motor de la obra, si como uno aprendió de sus maestros y las
lecturas de las que, como aquél, uno se siente tan orgulloso, todo
argumento es banal, lo que cuenta es la forma en que está contado; la
respuesta es clara y rotunda: sí, se puede. Al fin y al cabo, cuando prescindes
de cualquier etiqueta, lo que queda es siempre literatura.
Si además, el marco de la obra coincide con el escenario
íntimo de tu memoria, y ese escenario se llama Cornellà, y los autores, son tus
compañeros del grupo Aut@rs de Cornellà; ya
no queda duda alguna.
Y lo más importante: si la lectura es placentera e
imaginas el placer que provocará en quienes están ahora mismo leyendo estas
líneas, el prólogo me convierte definitivamente en cómplice de un libro tan
especial como éste.
Es una lástima que Roy Batty, un producto casi perfecto
de ingeniería genética, magistralmente interpretado por Rutger Hauer en Blade Runner, vaya a morir en el 2019. Y
que a la ciencia ficción le falte aún la ciencia suficiente como para que la
máquina del tiempo que imaginó Herbert George Wells esté, a tiempo. Entonces,
Roy podría viajar hasta este pasado, hoy presente del 2013, y leer así estas
distorsiones de un avistamiento en Cornellà antes de dejarse morir, en la
ficción.
Si yo fuera un experto en literatura de ciencia ficción,
ahora me empeñaría en esa manía, no sé si necesaria de los críticos literarios,
de relacionar la obra con sus referentes, con otras grandes obras que
justificasen la excelencia de la obra objeto del prólogo. Certificar como
escribimos lo escrito sobre lo ya escrito. Y en ese caso empezaría por el más
grande de todos, por Jules Verne. El mayor autor del género. Tanto, que a mi
modo de ver su obra y su capacidad de inventar realidades futuras, de
predecirlas y acertar, le confieren un punto esotérico, mágico; Verne es uno de
los imaginarios que han actuado de sustrato literario en este grupo de autores.
Pero también hablaría de Howard Phillips Lovecraft que fusionó el género de la
ciencia ficción con el de terror. O de Ray Bradbury, otro a quien su reciente
fallecimiento el año pasado, hará que se pierda esta lectura. Con él, podríamos
jugar a compartir el título de nuestro libro de crónicas cornellanenses sobre
un avistamiento, con su título más célebre, Crónicas
marcianas. Pero también
hablaríamos de Isaac Asimov y su punto detectivesco dentro del propio género, que lo tiene, como lo tiene también nuestro
libro en el relato Vicente Corachán. Podríamos destacar el tono humorístico del
relato de Lucinda Estruga, compartido con el checo Karel Capek, o el color lógicamente fantástico de muchos
de mis colegas de Cornellà, compartido con la mayoría de autores célebres y en especial con Clifford Donald
Simak. O el factor sensual que también lo tenemos, sobre todo en el relato de
Juanita Márkez, compartido con la autora Ursula Kroeber Le Guin. Y seguramente
nos extenderíamos aún más con Philip Kindred Dick cuyo factor ciberpunk adereza también el relato de
Lluís Rueda. La obra de Philips K. Dick ¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas? (1968) fue la que inspiró parte del guión de la película Blade Runner que el director Ridley
Scott llevó a las pantallas en 1982, justo el año en que murió el escritor americano.
Como pueden ver, yo soy uno de tantos admiradores de ese
film convertido en un clásico de la ciencia ficción, en una película de culto.
Obra literario-cinematográfica, de culto incluso para los no expertos en
ciencia ficción como yo, que insisto, no lo soy.
Pero en lo que si pretendo ser algo experto, o cuando
menos entendido, es en este grupo de autores abducidos por la visita de un ovni
a nuestra ciudad, este grupo, en el que la literatura está ovnipresente.
En el primer libro colectivo, una miscelania de relatos
ambientados en Cornellà publicado por L’Avenç el año pasado con el título de Propera parada: Cornellà, participamos
diez autores, la mayoría de los cuales ahora repiten. Y en este Ovnipresentes (Distorsiones de un
avistamiento en Cornellà) que la editorial Violant presenta ahora, se suman algunos autores que no estuvieron en el anterior. El grupo lo
formamos un total de dieciocho autores locales y una ilustradora. Pero en Ovnipresentes, con algunos relatos
escritos en catalán y otros en castellano, la paridad de seis escritoras y seis
escritores ha sido una pura casualidad. El relato final, el número trece,
desequilibraría la balanza aunque ése no sea su cometido principal, sino el de
intentar poner orden en un divertido caos, en un puzle de distorsiones capaces
de generar ese autor endógeno final. Un autor que a mí me gustaría imaginar a
su vez como hermafrodita. Y como un texto apócrifo de un personaje de ficción
encontrado en las entrañas del ovni. Del ovni avistado por unos personajes,
visto y tocado por otros, e incluso utilizado como vehículo de viaje definitivo
por alguno más. Hay relatos que conectan situaciones y personajes dentro de
situaciones a la vez diversas, y otros que van más por libre aunque siempre
alrededor del mismo motivo: la visita de un objeto
volador no identificado en nuestro querido Parc de Can Mercader.
Abre el fuego (...)
Y cierra el libro un relato titulado con la frase
escalofriante de la niña de Poltergeist, Ya
están aquí… coescrita y dirigida por Steven Spielberg y llevada a la
pantalla, como Blade Runner, en 1982, menudo gran año, solo faltaría añadir a
otro ser extraño, nuestro naranjito. Pero esto es sólo un reclamo, y quién sabe
si una advertencia para incrédulos. Porque este relato realmente constituye el gran
enigma del libro. Lo firma Walter O. Shandy, uno de los protagonistas de la
obra Tristam Shandy de Laurence
Stern. Pero yo estoy convencido de que la firma es una farsa y que quien en
verdad lo ha escrito es el alienígena instalado en nuestro grupo, la voz del
más allá encarnada en escritores de Cornellà. El protagonista es alguien que
escapa de la invasión, en un vagón de tren, pero enfrente, tiene a uno de
ellos, o eso cree él, lo mismo que cree el otro pasajero. Nadie está libre de
sospecha. La referencia del autor, falso, se lo puedo asegurar, no se olviden
que ya les advertí que yo también soy uno de ellos, y otras referencias
internas del relato, como la del Santo Grial, nos invitan a otra conexión, la
más intelectual de todas, la de nuestro grupo y nuestro libro con la
conspiración de la sociedad Shandy que mi querido y admirado escritor
barcelonés Enrique Vila-Matas propuso en su ya mítica Historia abreviada de la literatura portátil, 1985, Editorial
Anagrama. Muchos y muy raros fueron algunos de los miembros de dicha sociedad,
y muchos y complejos sus objetivos, sus referencias literarias y sus mundos
interiores, pero si hay algo que subyace por encima de todo, algo que sí
compartimos, ese Grial definitivo de la conspiración Shandy, es lo siguiente:
nosotros, como ellos, queremos acabar encarnándonos, literalmente, en
literatura. Todo lo demás, sobra. Una enfermedad como otra cualquiera.
Por eso, les propongo que con su lectura, resuelvan éste
y otros enigmas, que como el Rick Deckard
de Blade Runner, interpretado por
Harrison Ford, sucumban paralizados a la belleza de la escena.
No
sé por qué me salvó la vida. Quizá en esos últimos momentos él amó la vida con
más intensidad que nunca, no sólo su vida, la de cualquiera, mi vida. Y lo
único que quería eran las mismas respuestas que el resto de nosotros: ¿de dónde
vengo?, ¿a dónde voy?, ¿cuánto tiempo me queda? Todo lo que podía hacer era
quedarme allí y verlo morir.
Rick
Deckard (Blade Runner)
Me agradecerán el consejo. La plácida
abducción.
Jorge Gamero
Madrid, febrero de 2013
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