Se
aleja el año, apenas dos días le quedan a este dos mil trece con su mal agüero
numérico y ya lo empiezo a echar de menos.
Como
ocurre con las personas, cuando ya sea un recuerdo y amarillee con el tiempo,
valoraremos lo que significó, el balance positivo a favor de la felicidad
aunque también haya habido momentos duros. ¿Qué sería de la literatura si la
vida fuera de color de rosa y no hubiera historia que contar? ¿Qué sería de la
moneda sin reverso?
Este
año ha tenido tres caras, por un lado el impulso de los sueños y del amor de mi
familia para seguir adelante, luego este libro y los grandes amigos y lectores
que está consiguiendo convocar, y finalmente, el saberme entregado irremediablemente
a la literatura, mi motor y mi compromiso.
Se
aleja el dos mil trece. Ahí lo tienes dos mil catorce, toda la humanidad te
encasqueta el deseo universal de superarlo. Tienes una oportunidad única de
trescientos sesenta y cinco días para conseguirlo. Yo confío en ti pero
conviene no olvidar que el tiempo se toma su tiempo y que una vida puede
cambiar en un segundo, en un instante mágico de gloria.
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