Ácido almíbar
Rafael Soler
Madrid, 1ª edición de 2014
Poesía.Colección Baños del Carmen nº 414
Ediciones Vitrubio
ISBN: 978-84-942042-5-8
Fue además un día de despedidas, o de hasta siempres, porque les comunicaba a mis
amigos escritores madrileños que ponía fin a mi exilio y volvía a Barcelona.
Adiós Luis, Rafael, Paco, Ana, Raúl, David, Antonio, José Luis y otros tantos
otros.
El pasado martes 21 de enero, día de Santa Inés, en el
salón de actos de la Asociación de la prensa de Madrid, al acto a celebrar fue
la presentación del poemario Ácido
almíbar de Rafael Soler. En la mesa lo acompañaban el poeta Luis Alberto de
Cuenca y el editor Pablo Méndez de Vitrubio.
Por una vez la inmensa minoría se mudó de inmensidad a
secas, con unos ciento cincuenta asistentes en una sala a rebosar, algo
inaudito cuando se presentan versos y lo normal es que acudan el autor, el
héroe del editor y como no, familiares y amigos.
Rafael Soler convoca a tanta gente en primer lugar por
ser un poeta magistral y, en segundo lugar por ser un caballero amable,
atractivo, de trato exquisito y corazón inabarcable.
La poesía de Rafael Soler es narrativa, elegante y
canallesca a un tiempo. Ácida en lo que tiene de trasunto vital, y almibarada
en lo que tiene de elogio de la belleza y de la belleza de la palabra que la
define.
Ácido almíbar es un libro de poemas excelente. Si Maneras de volver, que ya comenté aquí recientemente lleva cinco
ediciones y algunas traducciones, Ácido
almíbar, presiento, está llamado a convertirse en una referencia poética de
nuestro país. No hay poema que no sorprenda, ninguno nos deja ese “más de lo
mismo”, esa sensación tan común en un poemario. Cada poema sorprende y zarandea
y te dibuja una leve sonrisa en los labios, una sonrisa que es un asentir, un
recordar vivencias, una complicidad con la palabra que nos ha alumbrado el alma
en su lectura. Así de mágico es este poeta, dandi de blancos cabellos, Rafael
Soler, este maestro del verso contemporáneo.
En este segundo libro de poemas que leo de Rafael Soler,
observo de nuevo la ausencia deliberada de las comas. Y bien, yo no sé si voy a
escribir una tontería, si Rafael es consciente, por cierto que es una pregunta
que le he querido hacer muchas veces, o incluso si de repente voy a inventar
una técnica poética sin saberlo; pero esta ausencia de comas, a mi como lector,
me obliga siempre a una segunda lectura. Gracias a esa segunda lectura,
disfruto y exprimo más y mejor el poema y una vez “aprehendido”, y en la medida
de lo posible, coloco ya mis pausas con mis comas imaginarias. Sea como fuere,
la ausencia de comas preceptivas en los poemas de Rafael, otorga nuevas
posibilidades y libertad a la hora de leerlos e interpretarlos.
En la presentación, Rafael leyó su personal selección de
poemas, con esa voz tan rotunda, tan bella y tan verosímil como la suya. No los
voy a comentar todos aquí por supuesto, no sea que meta aún más la pata, que
cada uno haga su lectura, la disfrute y saque sus conclusiones, pero sí que voy
a destacar, de los que él leyó los que más me gustaron a mí, y algún extra más
personal después de mi segunda lectura. Del primer bloque Quédate a los títulos de crédito, el primero, Parto a término dedicado al origen de la vida humana y a ese
momento preciso, dicen que traumático, en el que vemos la luz por primera vez.
Y qué salvar entonces
qué origen qué fulgor
qué trabalenguas
epifanía de lo amargo
por venir y lo nacido
dónde poner
tu nutriente mecedora
umbilical
la oscura luminosa
soledad
en el arcón sellado
acuático diástole
ahora que alzándote de nalgas
a un
vacío sin fin te precipitan.
Del segundo bloque Galería de afines y cercanos, el
recuerdo de esa vieja prostituta y personaje misterioso del paisaje adolescente
del poema Evocación de un beso con
saliva.
Carmela
tenía un tamaño aproximado
una
virtud aproximada
una
edad aproximada
pero
tenía una mosca de fresa en el escote
y
exacto su entresijo
allí
nos recibía
y
de a uno pasábamos visita
urgentes
primerizos asustados
en
su lengua paciente una cuchara
Carmela
descansaba los domingos
pero
antes entre risas nos traía
media
barra de hielo oxigenado
una
enagua que subía volandera
salmonetes
bizcochos trementina
por
mostrar que la vida es una ausencia
consentida
una
tarde aproximada de un mes aproximado
Carmela
decidió cambiar de duna y domicilio
dejando
en la pared nuestra dieta
de
higos secos avellanas caracoles y tristeza
y
a la mosca recluida en su provincia.
Del cuarto bloque titulado Dos, el poema Tenemos que
desmontar la casa con dos versos iniciales luminosos
Y
esta lámpara
que
prendía nuestra luz al apagarse
(…)
Y uno que Rafael no leyó, Habitación por horas con nevera dedicado
una vez más a la figura de la prostituta y los encuentros apresurados y
furtivos de hotel.
No
eres Lolita
ni
tienes el encanto
de
cinco mosqueteros en busca de su cuatro
pero
este roto de tu media
bien
merece una falda plisada a la medida
y
este motel de medio pelo
una
alfombra mejor donde poner mi prisa
no
soy Lolita piensas
de
cuarenta para arriba abriendo las exclusas
pero
este lavabo es suficiente
y
tu loción de cura antiguo
tu
desbordada tripa
y
tu silencio cansado cuando acabes
durarán
el tiempo de una ducha.
Finalmente, del cuarto bloque, aunque el libro tiene tres
más, destacaría dos poemas que tampoco leyó el pasado día de Santa Inés. Una certeza en cada mano en el que
aborda el tópico universal de la vida y la muerte.
Todo tiene el tamaño de una nuez
si pones empeño suficiente
pues siempre es la muerte
asunto del otro cuando muere
el misterio
un envase que caduca
la cólera
un gesto de sudor vestido
la risa
un truco de Pavlov
el amor postizo
un espasmo acompasado
y esa felicidad que nunca llega
otro error de cálculo.
Y Hábitos estables para alcanzar el día dedicado a la noche y la
evasión, la noche y sus búsquedas callejeras o de discotecas inseparables del
alcohol.
Así
tú
buscón
de discoteca
excedente
zurcido a una farola
cuando
escuchas el desaire de otra dama
souvenir
envasable que recibe
a
las cinco menos diez un preaviso
cerramos
en un rato págueme las copas
una
hora menos
si
bebieras en Canarias.
Dicho lo escrito solo me queda añadir una certeza: cuando
lean a Rafael Soler descubrirán a un enorme poeta, comprobarán que a la gran
lista de poetas contemporáneos españoles de la transición de los siglos XX y
XXI, falta solo su nombre.
Canción y llanto, grito y silencio, palabra y vida, humedecen el sendero donde nace la Poesía.
ResponderEliminarQuizá es por ello que nunca muere. Siempre eterna.