La mujer justa
Sándor Márai
Barcelona, 2ª edición de enero de 2012
Colección Letras de Bolsillo
Editorial Salamandra S.A.
ISBN: 978-84-9838-368-3
La mujer de sombra
Luisgé Martín
Barcelona, 1ª edición de marzo de 2012
Colección Narrativas Hispánicas nº 498
Editorial Anagrama S.A.
ISBN: 978-84-339-7239-2
Esta doble reseña quiere ser un ligero apunte sobre ambos
libros pero sobre todo, quiere ser una reseña de la amistad, doble también; la
amistad de dos personas. Siempre me ha gustado regalar libros. Y que me los
regalen. Lo que no soporto es dejarlos en arriesgado préstamo, arriesgado para
los libros y en especial, para la amistad. Considero que regalar libros es un
pequeño arte y por lo tanto, no todo el mundo está igualmente preparado. Cada
persona, cada relación y cada momento, requieren un libro y no otro porque en
cada libro regalado puede haber un mensaje a medida, a veces, incluso
inconsciente.
El
ritual tuvo lugar el pasado 29 de enero en la planta baja del Café Comercial de
Madrid. Allí me encontré con mis amigos Mar Rodríguez y José Antonio López Guzmán,
alias Jal, para brindar con cava y poner así un broche final simbólico a mi
etapa madrileña de cuatro años y medio. Ellos forman parte de un nutrido grupo
de amigos de esa ciudad incrustada en mi corazón, pero ellos son singulares al
mismo tiempo. Porque no es fácil ser amigos a la vez que se comparte empresa.
Pero sobre todo, porque no es fácil tener la inmensa talla humana que ellos
tienen.
De
repente, decido jugar a que cada lector adivine qué libro me regaló cada uno de
mis amigos. Sin pistas elaboradas, puro juego y albedrío.
Jal es
el profesional más serio y comprometido que conozco, un auténtico vendedor de
libros, como Mar y un servidor también, pero Jal rompe el molde. Lleva toda su
vida en ello, nunca debieron suprimir de nuestras nóminas la palabra viajante,
pero ya se sabe que a menudo, nos asusta la autenticidad de las palabras y nos
alejamos de ellas, buscando otras, porque nos da miedo parecer antiguos o lo
que es peor, que estamos fuera de mercado. Jal es un viajante de experiencias y
amistades, de ideas y excelentes resultados. Además de asiduo lector, fiel
marido y buen padre de familia, es karateka y, qué le vamos a hacer, madridista
inmoderado.
Mar le
pisa los talones en lo profesional, no en vano fue su discípula antes que
amiga. Ella es un ejemplo de mujer independiente, amante de la cultura,
inquieta y elegante. Hablo de esa elegancia que va más allá de la apariencia,
que también, de esa elegancia innata pulida a base de haberse hecho a sí misma.
Hablemos
ahora de los libros.
Hacía
tiempo que sentía curiosidad por leer a Luisgé Martín, el autor de La mujer de sombra, de manera que
recibir este libro ya empezaba siendo un acierto. Y la lectura ha saciado con
placer dicha curiosidad.
Guillermo,
poco antes de morir le confiesa a su amigo Eusebio que tiene una relación
sadomasoquista con una mujer misteriosa. Poco tiempo después Eusebio decide
buscarla para contarle que su amigo ha muerto pero al conocerla se enamora y
calla, se deja llevar e inician así una nueva relación. Julia a él no lo trata
igual, no lo humilla sino que lo ama con ternura. Y la duda crece en la mente
de Eusebio hasta la obsesión. Julia, ¿es la Marcia, que azotaba a su amigo, la
misma que a él lo ama con dulzura? ¿Qué sabemos de ella? Acaso nada o solo el
efecto que provoca en Guillermo primero y en Eusebio, después. Pero Eusebio
está dispuesto a todo por averiguarlo.
La
novela consigue embaucarnos desde el principio con una historia triangular de
sexo nada convencional o directamente al margen de toda ley o moralidad. Pero
lo que en principio parece un puro efectismo para engancharnos desde el morbo,
acaba convirtiéndose en un virtuoso renacer del sentimiento amoroso más
espiritual desde la catarsis de lo sexual. En esa línea, el final es de una
sutileza emocional que bien vale la pena el viaje de tensiones pasionales con
escenas de una potencia sexual enorme. Como dirían en algunos programas de
televisión, no lo prueben en sus casas.
A Sándor
Márai en cambio ya lo conocía desde hacía unos años cuando leí su magistral novela
El último encuentro. Tan buena me
pareció aquella novela, que como me ocurre con los mal llamados autores raros,
decidí no leer nada más y quedarme con aquél sabor. Y entonces, apareció esta
otra novela. Quién sabe si mis sagaces amigos me lo escucharon decir en alguna
de nuestras conversaciones sobre libros y decidieron darme más motivos para
admirar a este húngaro genial. Y hablando de triángulos amorosos, Sándor Márai
en ambas novelas los borda.
La mujer justa es una historia dividida
en tres partes, la de Marika, la de su marido Péter, ambos ricos burgueses antes
de la gran guerra del cuarenta y cinco y la de Judit, sirvienta pobre que
trabaja desde muy joven en la casa de Peter y que acaba casándose con él. La
primera mujer, Marika, le explica a una amiga en una cafetería de Budapest cómo
descubrió a través de un pequeño detalle que su marido estaba enamorado
obsesivamente de la sirvienta. Esa misma noche y en la misma ciudad, Péter le
cuenta a un amigo cómo abandonó a su mujer por Judit a la que desea desde el
día en que la conoce sirviendo en la casa de sus padres y cómo, después de
casarse con ella, la pierde para siempre. Al alba, Judit le cuenta a su amante
en esos momentos cómo ella, de origen muy humilde, consigue casarse con un
hombre rico aunque el matrimonio termina víctima del resentimiento clasista y
la venganza.
La
virtud de la novela y me temo que de Márai en general es la de diseccionar
hasta una minuciosidad de relojero suizo la psicología de los personajes. Márai
es un enorme constructor de personajes, de los que no deja resquicios hasta
conseguir que los conozcamos con una perfección proustiana. Pero no solo
escarba y bucea en sus almas, a menudo atormentadas, sino sobre todo en las
relaciones, como juego de carambolas, que se establecen entre ellos a lo largo
de una trama compleja que teje hasta configurar el tapiz perfecto de una
historia sustancial.
La
coincidencia entre ambos títulos, dos mujeres, una de sombra y la otra, justa;
es una coincidencia por supuesto accidental. Aunque quizás no lo sea tanto si
tenemos en cuenta que la figura de la mujer es una constante en mi universo
literario. La mujer como motor imaginario y narrativo, como si de una queste caballeresca se tratase.
La
coincidencia triangular de las novelas de Luisgé Martín, y de Sándor Márai, con
este otro triángulo de amigos es eso, pura coincidencia, no existe parecido alguno
con la realidad de la ficción. ¿Era necesaria la aclaración? Quizás no, o sí,
imaginen lo que les plazca. La literatura está hecha de esta pulsión tan
divertida de imaginar mentiras, de no creerse todas las verdades.