Láudano
Magazine Cultural
Número 01/2014 Memento
mori
Barcelona, 2014
Editor: Beatriz G. Guirado
Redacción: José Juan F. Panzano
Diseño: Helio Lozano Carreras
Fotografía: Dir. Stefanía Vara
y Fernando Medina(Coin)
Comunicación y márquetin: Martín G. Guirado
Ediciones Cuarenta Pisos (Badalona)
DL.B.3573-2014
Esté verano, por una suerte de carambolas cayó en mis
manos el primer número del magazine cultural Láudano. No he podido resistir la
tentación y a la vez, escribir esta reseña como un acto de justicia. Porque le
auguro y deseo una larga vida y un sinfín de números al magazine. La principal
razón es sin duda su calidad, pero también, por qué no decirlo, el derroche de
pasión y valentía que comportan una iniciativa así en los tiempos que corren de
la prisa, lo efímero y la estupidez anti papel.
Quizás por eso el nombre esté bien escogido y ya sea una
provocación inicial, porque para vacunarse contra la incultura, el Láudano, un
preparado que ya se utilizaba mucho en el siglo XIX como analgésico, cuya base
es el opio, el azafrán y el vino blanco; sea una buena solución.
El formato, la edición y la calidad del papel son muy
destacables, un continente a la altura de lo más importante, el contenido. Y de
ambas cosas son responsables la editora Beatriz G. Guirado, el redactor José
Juan F. Panzano, el diseño de Helio Lozano y la fotografía, dirigida por
Stefanía Vara a quien acompaña Fernando Medina (Coin), aunque en este número
echo de menos una mayor presencia del gran fotógrafo que es Coin. Además de
este equipo, el primer número cuenta con un nutrido grupo de diecinueve
colaboradores.
Este primer número monográfico, titulado Memento mori, recuerda la presencia de
la muerte en diferentes manifestaciones del arte. Así, tenemos cuatro textos de
Beatriz G. Guirado, con una redacción ágil y directa. De estos cuatro me han
interesado especialmente los dedicados a la artista americana Laurie Lipton,
recomendable el artículo y los dibujos de Lipton; y el artículo dedicado al
Death Drawing, un club inglés de dibujantes, dedicado al arte de lo macabro y
lo siniestro.
Tenemos también un curioso reportaje a cargo de uno de
los colaboradores, Carlos G. Castilla. En él se nos presenta a Adrià y Manel
Hernández, nieto y abuelo respectivamente, dos expertos sobre la gestión del
morir, ambos muy cercanos ya que Adrià trabaja en el Departamento de
Comunicación del Cementerio de Montjuïc; y el abuelo Manel es el fundador de la
segunda mayor biblioteca funeraria de Europa. ¿No se perdería cualquier
bibliófilo, yo mismo por ejemplo, entre esas estanterías?
De otra colaboradora, Marina Sanmartín, tenemos el
reportaje digamos que más mediático del número, dedicado a la pasión post
mórtem del actor e historietista (según Wikipedia), Carlos Areces. Areces
muestra algunos ejemplos de su colección de fotografías post mórtem. La
fotografía de difuntos estuvo muy extendida desde la segunda mitad del siglo
XIX y hasta la primera guerra mundial, excepciones posteriores las hay, como
por ejemplo la del Che Guevara. Es interesante imaginar las dificultades de
esta práctica, porque se trataba de preservar el recuerdo de los finados, para
quien pudiera permitírselo, claro, teniendo que preparar el cadáver y los
decorados de manera que el resultado fuera digno.
Al margen de otros tantos trabajos a la altura de los ya
comentados, destacaría una sección de pura creación literaria, titulada
relatos, que imagino, pretende ser una sección fija en sucesivos números. Siempre
es interesante y de agradecer, apostar por nuevas voces literarias. En este
caso, girando en torno a la muerte, se presentan tres relatos breves, cuyo
resultado es tan pretencioso como prometedor.
No me queda más que invitarlos a disfrutar de esta
propuesta cultural de calidad, un Láudano que les calmará el aturdimiento de la
numerosa oferta existente y, habitualmente vendida a los intereses económicos
de los grupos de comunicación que la financia.
Y en mi caso, ya no me queda otro remedio que esperar el
número dos. La revista Láudano y yo, nos lo merecemos.
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