Manual de autoayuda
Miguel Ángel Carmona del Barco
Madrid, 1ª edición de 2016
Colección Púrpura
Editorial Salto de Página S.L.
ISBN: 978-84-16148-40-0
No conocía a Miguel Ángel Carmona del Barco y aunque aún no lo conozca,
ahora, después de leer su Manual de
autoayuda sé bastante más de él de lo que sabía antes. Esto, que podría
resultar evidente, no lo es tanto. Porque este primer libro de relatos del
joven autor extremeño (Badajoz, 1979) es sobre todo un libro valiente. Esta ha
sido mi primera impresión al terminarlo, que la pluma de Carmona del Barco es
atrevida, directa, de una suavidad traicionera y afilada como una cuchilla de
afeitar. Si no vas con cuidado, te cortas, y sangras.
La editorial Salto de
Página, a través del autor tuvieron la gentileza de enviarme un ejemplar hace
unos meses como una invitación a la lectura y la posterior reflexión escrita,
llámese reseña, crítica o sencillamente impresiones de un lector, que es ante
todo lo mejor que aspiro a ser. Les dije que si el libro me gustaba así lo
haría. Y si no, pero esto no lo dije, pasaría a ocupar un olvidado centímetro
escaso más de mi librería. Estoy seguro que Miguel Ángel entenderá este grado
de sinceridad porque sabe muy bien que a veces, incluso la verdad forma parte
del argumento. Y la verdad es que cuando le tocó el turno de lectura a su
libro, por el no siempre estricto orden de llegada en la famélica estantería de
lecturas pendientes, leí los primeros dos o tres relatos y le dije, más o
menos: ya he empezado a leer tu libro y
creo que ya no voy a tener más remedio que terminarlo…
Y aquí estamos.
El libro está compuesto por dieciocho relatos de extensión muy similar,
siempre en primera persona y siempre en presente. He aquí una de las razones de
la valentía a la que me refería antes. Ese uso directo y cercano, casi de
crónica, lo convierte en un libro de narración clara, transparente. Pienso aquí
en aquello que decía Albert Camus, algo así como que los que escriben con
claridad tienen lectores, y los que escriben oscuramente tienen comentaristas…
Y lo digo yo, que tengo algunos oscuros predilectos. Pero otra cosa son
aquellos colegas que empiezan y que se presentan oscuros a ultranza, difíciles
de entender como estrategia para parecer mejores en medio del despiste.
Aquellos que ejercen de oscuros y diletantes y se esconden en una elipsis no
siempre sumadora. Desde luego, Carmona del Barco apunta a tener lectores a los
que les guste la suciedad de lo real, la mugre de la verdadera realidad que nos
acecha. Porque el estilo de este autor es así de descarnado y descarado. La
mayoría de las historias tienen a la mujer como protagonista pero todas son
historias sórdidas, de personajes aquejados por diferentes taras, trastornos o
desgraciados avatares que marcan su inmediato devenir y que los convierten en
seres atormentados. Gente a los que un día, de repente claro, les ocurre algo
que los hunde en una crisis existencial de la que intentan huir, casi siempre
sin conseguirlo. Personajes que intentan acercarse al ideal de lo que querrían
ser, a la utopía y la imagen falsa de sí mismos. Recuerdo aquí también una de
las cuestiones de manual literario, que no de autoayuda, por cierto, que el
título cada vez me parece más irónico; y que consiste en aquello de que la vida
de color de rosa no tiene literatura o dicho de otra manera, que la literatura
se alimenta del conflicto y la tristeza humana. ¿Hay algo más triste que una prostituta
que le lee Cioran, precisamente Cioran, a un amigo ciego? Pues eso es lo que
hace la protagonista del relato McHegel, a
mi modo de ver, uno de los destacados. Un relato que ilustra especialmente las
pinceladas poéticas del estilo de Carmona del Barco, quien sin embargo tiende a
lo truculento, lo irónico o lo surreal. McHegel,
empieza así: Me doy asco porque trabajo
para el Demonio y no me muero de hambre. (…) o sigue, más adelante, en
pleno diálogo con Sebas, el ciego, un personaje secundario extraordinario al
que la protagonista le dice: Con tus
venas cargadas de noches, te hallas entre los hombres como un epitafio en medio
de un circo.
Además de este, los
relatos que más me han gustado son Mínima
alma mía, Se ofrece mujer triste como modelo para fotógrafo loco o El título.
Mínima
alma…
se abre con la cita de un poema fúnebre de Publius Aelius Hadrianus:
Animula, vagula, blandula
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut soles, dabis iocos…
Del que no me resisto a
plasmar la traducción de un tal Julio Cortázar aquí mismo:
Mínima alma mía, tierna y flotante,
huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y
desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño…
Y como sugiere la cita,
trata de la degradación del alma humana, hasta el descenso a los infiernos. En
este caso, el infierno de unos lavabos públicos, donde un homosexual va a
buscar el puro placer, pero a través de ello, también la sensibilidad y el amor
de sus desconocidos, atropellados y
ocasionales amantes. En lugar de ello, un día lo que encuentra es a otro
homosexual reprimido y vencido por el odio hacia sí mismo, un maricón, cosa que
el mismo personaje dice querer comprobar que no es. Una bestia, una víctima del
monstruo sin rostro de los homófobos tiempos que corren, y que termina por
agredirlo casi hasta la muerte. Y el protagonista, desde el dolor de la
agresión siente compasión, seguro de que el agresor no tuvo la suerte de haber
sido amado como él cuando era niño, por una madre por ejemplo como la suya, a
quien tiene en casa y cuida como a una reina.
Se ofrece mujer triste como modelo para fotógrafo loco narra dos
huidas, la de una mujer desahuciada a la que le queda un mes de vida y un solo
pecho, y la ausencia del izquierdo, subrayada por una cicatriz que parece una sonrisa cosida… y la huida del propio
fotógrafo cuya cámara le sirve para ahuyentar la insoportable existencia. Y
entre ambas, la mirada del niño, hijo del fotógrafo, que ilustra la esperanza
de salvación.
Finalmente El título es una historia de superación,
o de su desesperada búsqueda, la de una mujer venezolana, inmigrante y
recientemente enviudada. Es bella y está preparada intelectualmente, tiene un
título, un Máster en Sociolingüística por la Universidad de Caracas y debe
reconstruir su vida después de la viudedad. Pero no le será fácil, como su
difunto esposo el mundo es machista, y la miran como a un objeto sexual que
cazó en su día al marido español. Debería ser horrible o incluso deforme para
que en las oficinas de empleo no la mirasen solo al escote, y se siente atrapada
y vencida por esos prejuicios y ese machismo, incluso como el del propio
cuñado, que fantasea con seducirla ahora que está libre como un taxi.
Desesperada piensa en el suicidio pero afortunadamente, al final recuerda a su
padre que siendo ella estudiante, le colgó su primer examen suspendido en la
nevera y que ante su pregunta, llorando ella, de porqué hacía eso; el padre le
contestaría: Por tu bien Amelia. También
estamos hechos de fracaso.
Además de estos cuatro
relatos destacados, tenemos también a un payaso ex toxicómano que quiere
redimirse mediante la sonrisa y la tristeza de su máscara, tenemos cárceles y
delincuentes vocacionales, personajes en definitiva que viven inmersos en su
propia miseria y que no aspiran a otra cosa que a poder contarlo para que su
voz de fe de haber vivido.
Quiero añadir que en general, todos los relatos van
ganando en interés línea a línea, empiezan con una tensión cautelosa, como
tanteando la historia y al lector y se disparan hacia una tensión final en un in crescendo de dramatismo, de lirismo o
a una sorpresa final, que te zarandean de placer en el desenlace.
Un poco como le ocurre al
conjunto del libro pero quizás al revés, ya que por ponerle alguna pega, los
relatos según mi opinión van de mayor a menor interés o calidad, siendo
infinitamente mejores y muy buenos los primeros y no así tanto los últimos.
En cualquier caso, doy por confesada mi grata sorpresa
ante este joven narrador y le auguro otros buenos y aún mejores libros en un
futuro próximo.
Miguel Ángel Carmona del Barco es
licenciado en Humanidades y diplomado en Biblioteconomía y Documentación, dirige
el Centro de Estudios Literarios Antonio Román Díez (CELARD), donde imparte
talleres y cursos de escritura y es colaborador habitual en diversos medios de
radio y prensa escrita. Manual de autoayuda es su primer libro de cuentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario