Una experiencia nueva con el mismo material sensible con el que uno lleva tantos años trabajando, también como padre.
La curiosidad ilimitada, como la vida por delante, que también parece un sinfín de oportunidades. La alegría y la desfachatez de la edad, con los ojos abiertos como platos, para preguntarse por el mundo, para reírse de él si cabe, para haber entendido el mensaje de Saimon, sin necesidad de tanto empeño mío y tantos ambages. Y la chica que quiere que le firme en el brazo como si uno fuera una estrella del rock. Sí, ya lo sé, se estaba quedando conmigo.Y el joven venido de latinoamerica que quiere llegar aún más lejos, y trascendernos. La chica que quiere la firma para su madre. La otra, casi de cristal, que hace un gran esfuerzo para preguntarme qué debe hacer para ser escritora. El que busca su lugar entre la masa y lo encuentra ese día presidiendo conmigo el escenario.
Unos 300 chicos en diferentes días pero una sola alma: la de un Saimon que se conformaría con que al menos a alguno de ellos, conocerlo, le sirva de algo.
El contacte directe amb el lector ha de ser, sense cap mena de dubte, una experiència potent de debò, que et deixa pòsit uns quants dies després i que et fa replantejar algunes qüestions a l'hora d'abordar el material futur... encara que siguin lectors novells i inexperts.
ResponderEliminarCompletament d'acord Albert. El replantejament de la pròpia obra és una realitat intrínseca de l'ofici d'escriure. Ho saps com jo. I en aquest cas, la meva veritable lectura del Saimon, o si més no, la més valuosa, està sent a través de la lectura de professors i d'alumnes. Els joves lectors, per molt novells i inexperts que siguin, i això no ho saps com jo, sino infinitament millor, també ens poden sorprendre amb detalls interpretatius que no haviem imaginat. Gràcies.
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