Dialogando en el Café Salambó

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domingo, 30 de julio de 2017

Los cinco y yo, de Antonio Orejudo


Los cinco y yo
Antonio Orejudo
Barcelona, 1ª edición de abril de 2017
Colección Andanzas nº 904
Tusquets Editores S.A.

ISBN: 978-84-9066-404-9

En mayo del 2012, en este mismo sitio, mi bloc de notas al margen; ya escribí sobre Antonio Orejudo. Entonces me refería al hecho de llevar años escuchando decir a mis amigos del asunto, que debía leerlo. Y así lo hice. Casi un atracón que me sentó muy bien, con su primera y su última novela en aquél momento, Fabulosas narraciones por historias (2007) y Un momento de descanso (2011), respectivamente. Le dediqué una breve nota a cada novela y a su estilo sorprendente a la vez que sólido y canónico. Ahora, obviamente no he necesitado insistencia de nadie para leer esta, su quinta novela, Los cinco y yo, porque Antonio Orejudo es un autor que me interesa y al que no me va a costar frecuentar cuando el azar lo determine, y sin necesidad de sospechar que su última obra vaya a cambiar los fundamentos de la literatura española. Y mucho menos la universal, parafraseando la misma ironía que el utiliza al menos en tres ocasiones en esta novela, podríamos decir que generacional, y por tanto, pendiente quizás en su proyecto como escritor.
Y es precisamente ese aspecto generacional, por alusiones… el que más me ha interesado y no tanto, o apenas nada, el homenaje y paralelismo con las novelas de aventuras de Los Cinco de la escritora inglesa Enid Blyton (1897-1968). No porque el paralelismo no sea pertinente y no haya sido articulado con maestría, que así es, sino porque un servidor, más o menos de la misma quinta que Orejudo, no me interesé por las aventuras de esta pandilla y su perro. Yo fui más de los Julio Verne o Emilio Salgari ilustrados de la Editorial Bruguera, del Capitán Trueno y mismo editor y sobre todo de Tintín, de la Editorial Juventud que también editó Los Cinco. Curiosamente, como el mismo Orejudo dice en la página 23, autores y obras que interesaron más a nuestros hermanos mayores puesto que Enid Blyton no se tradujo al castellano hasta el año 1964. Pero en cualquier caso, eso es harina de otro costal.
            Así, lo que hace Orejudo es explicarnos nuestra generación como una generación anodina o irrelevante, perdida entre la lejana generación adulta del 68 y la de la transición, ya instaurada, pero en la que sin embargo por edad, apena pudimos participar activamente. Fuimos la última camada del franquismo moribundo, pero franquismo al fin y al cabo. Y teníamos la misma edad que los protagonistas de Los Cinco cuando la palmó el dictador. El autor hace un delicioso recorrido por el recuento y recuerdo de los compañeros de la inflada promoción del baby boom, en el madrileño colegio Montserrat. Aunque más tarde, ya de la etapa universitaria, su suman amigos como Reig, personaje fundamental, y otros. Reig era el escritor que Orejudo confiesa que entonces soñada ser, con un talento natural que lo llevó a destilar entre otras, la novela After five, en la que el tal Reig se inventa la vida de los cinco personajes de la Blyton cuarenta años más tarde y evidentemente estableciendo comparaciones más o menos acertadas entre los cinco y ellos mismos, con el propio Reig y Orejudo a la cabeza. Y llega el momento en el que Toni, Toñito Orejudo presenta la novela de su amigo Reig en el Congreso Fiveday para nostálgicos de la saga de Enid Blyton.
Hasta aquí el hilo argumental que a mí particularmente no me dice nada, seguramente por no haber sido lector de la Blyton. Como decía, me quedo antes con el factor generacional, llámenme nostálgico, que Orejudo retrata perfectamente desde su yo protagonista. Es curioso como existen tantos rasgos comunes independientemente de que el contexto del autor sean los barrios de Malasaña en Madrid por ejemplo, o en mi caso, mi Cornellà natal. A ese sentimentalismo que no me importa reconocer, porque además lo sostiene una narrativa ágil y divertida, debo sumar el recuerdo de mi exilio madrileño entre los años 2009 y el 2014 cuando frecuenté muchos de los lugares que recuerda el autor: Cibeles, Doctor Ezquerdo, Sainz de Baranda, Parque Roma, M-30, Alcalá, Goya, el Café Comercial, los bares de Manuela de Malasaña, la librería Fuentetaja de San Bernardo etc.



Los cinco, de Madrid o de Cornellà, da igual, pero en ningún caso cinco ingleses de la época, festejamos, feliz coincidencia, la muerte de Franco con discreción y días de vacaciones escolares oficiales, padecimos el excesivo celo materno del mito del corte de digestión, compartimos el sueño del fútbol en descampados polvorientos, el despertar del sexo con las sesiones de cine S a las que nos colábamos con múltiples e ingeniosas argucias, el “darnos el lote” que consistía en darnos los primeros besos con lengua y compartir manoseos corporales por encima de la ropa, o mirar de manera furtiva las revistas Interviú o la Lib, aún más procaz y excitante. Y más tarde, la conciencia política, convertirse en progre, los primeros porros cuando no solo no estaban mal vistos sino que formaban parte cómplice de lo prohibido y podías fumarlos en el mismo bar de la sede de la UGT, junto a los currantes con el mono azul de la Siemens, la Universidad, la vida adulta y quien sabe si el desencanto o cuando menos, el descubrir que la vida iba en serio… como el mismo Orejudo dice en la página 126 en sutil alusión a Gil de Biedma. Plantea esta contextualización con una naturalidad que conjuga un discurso conceptualmente inteligente con la fina crítica y deslenguada ironía, en algunos casos, rayana al humor.


Entrelazado con estas vivencias, incluye otro tema, también bastante al margen de Los Cinco de Enid Blyton, al menos el autor no menciona una relación directa, que me sigue interesando por encima del hilo argumental: la reflexión sobre la escritura y la progresiva ocupación vital de la literatura en el propio autor y sus personajes. Y ahí, se siguen sucediendo las coincidencias, unas, preceptivas para los que estudiamos filología, como haber leído a los clásicos claro, o a Kafka, Joyce y Faulkner como no, porque lo dictaba el canon de nuestros mayores. Y luego los Hermann Hesse, Heinrich Böll o Bertolt Brecht, porque fuimos progres. Y otras coincidencias más personales o azarosas como Gonzalo Suárez, Leopoldo María Panero, o Jesús Ferrero que en su irrupción supuso el ejemplo de lo que para ellos, representaba “llegar”…
Porque desde la lectura, Reig y Orejudo descubrirán que querrán ser escritores con la misma vehemencia enfermiza. Y ese es el subtema que propone, sutilmente, este caldo de cultivo literario en el que flotan los personajes y el narrador: “llegar”, a la gloria literaria, escribir la novela que de verdad cambie los fundamentos de la literatura española… Cosa de la que solo era capaz Reig según nos dice el narrador Orejudo, cuando aún estaban convencidos de que conseguirlo, era una cuestión de tiempo.
Pero de repente, pasaron un montón de años y se dieron cuenta de que una novela no era una simple (…) secreción del talento. No. Una novela es como completar una enciclopedia por fascículos: se requiere voluntad, perseverancia y esfuerzo. (página 128) Además del talento, por supuesto.
Y ahí seguimos Orejudo. Tú ya lo conseguiste con cinco buenas novelas porque como dices en la página 161, Escribir ha sido siempre mi manera de pensar. De ser incluso, o de acabar siendo el propio texto, que diría Vila-Matas.
Y en estas lides, no veo yo ni a Los Cinco ni, con todos mis respetos, a la Blyton aunque puedo entender que el recuerdo fundacional de aquella lectura ocasional, te trajera hasta aquí, y que te trajera hasta esta interesante novela, para sugerir otras cosas trascendentales.

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