Vivir es un asunto personal
Rafael Soler
Colección Vuelta de Tuerca, nº 10
615 páginas
1ª edición, Madrid, julio de 2021
ISBN: 978-84-18759-11-6
Grupo Editorial Olé Libros
Lo que viene a continuación son las notas de mi escaleta, orgulloso presentador reincidente, convertidas en reseña y crónica o lo que sea, pero no otra cosa en definitiva que testimonio personal de lo leído y vivido.
Empezamos in medias res, dedicándole a Rafael Soler, de este otro ingeniero, Rafael Mújica, pero también poeta, Gabriel Celaya, el poema “Biografía” cantado y acompañándose de la guitarra nuestro amigo común, Emiliano Valdeolivas, maestro, cantautor y juglar. Un apasionado de la poesía cantada, con una voz prodigiosa, y a quien en 25 años apenas lo he visto utilizar un micrófono. Una vez, un amigo común, Ángel Nieto, afirmó con certera ironía que Emiliano no tenía cuerdas, sino sogas vocales.
A continuación esbocé mi visión personal de su perfil como poeta, como persona y amigo. Una semblanza espero que más precisa e ilustrativa que prescindible, un ejemplo al fin de lo que somos todos: una lectura desde la razón y el corazón expresamente en armonía.
Conocí a Rafael Soler en el 2009, cuando me trasladé a Madrid como consecuencia de una promoción profesional. Siempre he pensado qué fue una curiosa y bonita coincidencia: mi llegada y la publicación de su poemario “Maneras de volver”. Asistí a muchas presentaciones y lecturas de otros libros en el Rincón de Don Antonio en el piso de arriba del Café Comercial. Todo el mundo me hablaba de Rafael, alguna vez lo escuché presentar y recitar y un buen día, con la excusa de la ausencia de un amigo común, el poeta y editor Paco Moral, Rafael y yo empezamos a hablar. Cambiamos cromos en forma de libros, me envió una carta manuscrita, la última que creo haber recibido y poco después nos sentamos en la terraza del Comercial para brindar con cava catalán por todo ello. Es sabido que en la vida en general y en el tinglado literario en particular, algunas mal llamadas amistades se forjan para procurarse beneficios mutuos, un quid pro quo que suele terminar mal, o en el olvido de una amistad que no lo era tanto... pero en nuestro caso sucedió al revés... primero vino la amistad y después han ido viniendo los pequeños o no tan pequeños homenajes, de manera que lo que hagamos ya el uno por el otro se apoya en el cimiento armado del respeto en una relación honesta.
Desde entonces no he hecho más que comprobar que Rafael Soler es un hombre de honor y de palabra, generoso con sus amigos, un corazón inmenso dentro de esa gran carcasa de dandi castizo.
Rafael Soler es un excelente poeta, empecemos por el final...
Los que saben más que yo de esto, como Antonio Gamoneda, Raúl Zurita, Teuco Castilla o Luis Landero, ya han coincidido en que Rafael está entre los grandes de la poesía española contemporánea. Y yo, cuentista, tengo un radar para distinguir a un farsante, a un “juntaletras” o a un digno aficionado, de un poeta con mayúsculas. Ese radar es la pedrada en la sien a la que se refería su contemporáneo Ramón Irigoyen: “Un poema si no es una pedrada/y en la sien/es un fiambre de palabras muertas (...)” Eso es lo que me pasó cuando empecé a leerlo, desde “Maneras de volver”, que la pedrada en la sien, lejos de herirme me dejó una conmoción que evolucionó a adicción y ahora ya, sin remedio; a la categoría de lector incondicional de Soler.
Rafael Soler es un poeta narrativo y un narrador poético... Y esto que salta a la vista para cualquier lector medio, para mí ha supuesto una paradoja: que nunca antes tuve tan clara, aunque parezca una simpleza a mi edad: que los géneros no existen y que de existir, solo lo hacen para dar sentido ordenador y comercial a los catálogos y al negocio editorial, un negocio del que vivo y en el que sobrevivo, por cierto. La palabra literaria, siempre es solo una, o no lo es... Y la obra de este autor, toda, narrativa incluida, es un ejemplo de esa paradoja. En todos sus textos extrema la tensión lingüística, aunque en poesía parecería imprescindible, entendiendo que la tensión de un texto se da cuando en el mismo TODO significa y nada sobra. Por eso es un maestro de la elipsis como recurso. Escribe el aire y la ausencia, el silencio que queda entre las palabras, para que entendamos el prodigio de su obra.
Así, resultó que la obra de Rafael Soler no me recordaba a ninguna otra obra leída hasta entonces, que es un autor de estilo inconfundible, personal, con voz propia, ese objetivo universal a veces utópico. Soler no es deudor de herencia generacional alguna, y por encima de todo es un autor audaz y radicalmente libre, y es a esa libertad a la que siempre apela cuando define la escritura. He ahí otra de sus enseñanzas...
Pero, ¿cómo se concreta esa audacia en su obra?
A menudo en su tono coloquial, casi discursivo y lapidario, en una cadencia armoniosa de estilo directo en su indagación sobre la condición humana. Siguiendo con lo formal, la audacia sube de tono ante la ausencia deliberada de puntuación (ocurre en todos sus libros, menos en el primero y en todos siempre y solamente, acaba los poemas con un punto al final). Esta ausencia de comas sobre todo, a mi como lector me obliga siempre a una segunda lectura y una vez “aprehendido” el poema, y en la medida de lo posible, acomodo mis pausas a mi mochila vital, a mi modo de ser como lector. ¿Hay mayor ofrecimiento de libertad desde la libertad? ¿Existe mayor bledo?
Otro ejemplo de su audacia, esta formal y conceptual a la vez, es la de resucitar a los personajes muertos, y hacerlos hablar, convertirlos en Pedro Páramo o en Melquiades por poner dos célebres ejemplos. ¿Existe mayor vitalismo que el de sus personajes que quieren vivir incluso muertos?
Si trasladamos esa audacia estrictamente al contenido por ejemplo, está en su tratamiento de lo divino. Un diálogo juanramoniano, de tú a tú con el todopoderoso aclaro, no una reflexión filosófico existencial sobre su papel en nuestras vidas, la típica mirada hacia las alturas desde un corazón poético; no. Es una mirada más irónica que mística, ligeramente descreída o a lo sumo, una mirada respetuosa pero que pide explicaciones y reta, una mirada que me recuerda a aquello de Unamuno: Creer en Dios es querer que Dios exista…
Rafael Soler tiene la capacidad de conjugar la idea o el sentimiento más elevado, metafísico o melifluo, con la realidad más trágica, sucia o canalla. Y esos extremos, ya unidos, salpimentarlos con elegancia y con la precisión provocadora del dedo en la yaga.
Su planteamiento amoroso, es tan apasionado y sensual como inevitablemente agridulce y la catarsis del sexo, un motor del mundo donde todos los caminos llevan a la mujer como un altar del que será rendido fedatario.
Y con los títulos, tanto de sus libros, novelas o poemarios, como los de sus poemas, pasa tres cuartos de lo mismo y en ellos vemos reunidos audacia, libertad y tensión poética al mismo tiempo... Sus títulos siempre significan y aportan mucha información, desde la provocación, no suelen dejar indiferentes a los lectores. Algunos de ellos, salen del propio poema y ganan la línea preferente del título.
Llegados hasta aquí, pasé a presentar este lingote, “Vivir es un asunto personal”, una obra poética de cuarenta años... un manifiesto, el acta notarial poética de una vida. Un título que coincide con el de una de las tres partes de su segundo poemario “Maneras de volver”.
Fue una presentación coral en la que no hice sino introducir algunas pinceladas de cada uno de los poemarios incluidos en el libro, cuyo ordenamiento cronológico nos permite observar la evolución lírica y vital de Rafael Soler. Tras cada uno de ellos, fui dando paso a amigos lectores que aportaron con su comentario y recitado de poemas, de selección personal, la forma de ser de cada una de las partes y, porqué no, la forma de ser también de ellos mismos como lectores.
Me atreví a empezar con una entradilla, jugando con las propias palabras del poeta para ilustrar esa idea existencialista que sostiene su vida y su obra. Que la bida, licencia soleriana, es la vida bien bebida y que vivirla, sin duda, acaba costándonos la vida misma; y termino esto que parece un trabalenguas y no lo es con que por esa razón la vida es un asunto personal...
No puedo dejar de mencionar a Claudio Pasinato, amigo y lector incondicional del Club Marina de escritores sin cuya gentileza grabando íntegramente la presentación,-no fui consciente en directo, fue una gran sorpresa posterior- no hubiera podido rescatar todos los detalles y comentarios de los participantes y del cierre final de Rafael Soler. Esta feliz circunstancia, convierte a este texto, más que en la escaleta de una presentación, definitivamente en una crónica.
Primer libro de poemas: “Los sitios interiores (Sonata urgente)” (1980)
Vivir era una estampa de Churruca
el rosario más líbranos del mal a media tarde
vivir
era morirse de una vez y para siempre
galopar tachán tachán por la pradera
subir a lo más alto, cuando
un día
–todavía pequeñito, je, pequeñito–
la encontraste
sonrió
el mundo se hizo una bolita
de guapa
de reguapa su pelo Sigrid de nordenlandia
que varvaridaz
estoi enamorado.
Becerril de la Sierra, octubre 1978
Jávea, agosto 1979
Y a continuación intervino Jorge Rodríguez, periodista y también poeta.
Citó unos versos de la poeta catalana Maria Mercè Marçal, del poema “Divisa” de su libro “Cau de llunes”.
A l’atzar agraeixo tres dons: haver nascut dona,
de classe baixa i nació oprimida.
I el tèrbol atzur de ser tres voltes rebel.
Y añadió: a riesgo de equivocarme, Rafael, habré de decir otro tanto de ti y afirmar tu rebeldía vital, expresada mediante la trinidad del hombre poeta, del hombre libre y en consecuencia del hombre heterodoxo que creo que eres, salud poeta... Voy a leer este poema escrito hace más de cuarenta años pero que podría haber sido escrito ayer... porque también...
Y leyó, con su voz clara, potente y radiofónica el poema “Embajada de invierno” (p.19):
Embalada de invierno
Yo soy el mismo, pero más en ti,
a la manera de mayo y su cuchillo;
tenía yo esta voz que ahora funde sus acentos,
y esta frente alta
y el renacer de huesos
cuando hacía la ciudad
y te buscaba por andamios y estaciones,
era otro tiempo: teníamos la fuerza
que ejerce ese dominio regalado de vivir
mientras el cuerpo aguante
y no suba la fiebre demasiado, porque también;
teníamos –digo– la misma fuerza
del prado en la ventana,
del prado y la ventana,
del prado, que siempre estaba allí
haciendo verde el día para que un niño pisara
la merienda de las vacas
tan útiles al hombre y atadas al paisaje.
Y soy el mismo. Con la voz
sin estrenar, y el pecho a dos palmos de la tierra
tuyo ahora como entonces;
y tengo
un largo historial de soledades
y una pluma vieja que espera todavía su poema
y un sombrero
y un trozo de papel que dice mayo, y estamos
en noviembre, tengo
el mismo frío mordiéndome los labios
y el redondo pulgar con que tapaba el beso
y la zancada
y mi estilo de hombre triste que sabe lo que quiere
y mi duda
y mi solapa.
Así que soy el mismo. Pero más en ti
vistiendo de luto a las palomas cuando su vuelo
se hace insoportable
sentado como siempre en esta plaza nuestra
que no me reconoce
ni parece dispuesta a levantarse
para invocar tu nombre
Segundo libro: “Maneras de volver” (2009)
“Maneras de volver” es un poemario especial, sobretodo porque con él se rompía un silencio editorial de veinticuatro años en la bibliografía de Rafael. No procede amarillismo alguno sobre las razones de ese silencio. Sabemos de la vida con su vorágine del día a día, la docencia y el mucho trabajo, los hijos... y de repente da por terminada la tregua y nace la necesidad de volver a mostrarse. Entonces, y esto lo explicó él mismo en público, fue recogiendo en una carpeta de cartón azul de esas con gomas cerradoras los poemas que había ido esbozando todo ese tiempo. Todos más los que Lucía salvó de la papelera y le entregó por si merecían un indulto.
El resultado de esa tregua vivencial, justo cuando yo empezaba otra tregua mía, feliz coincidencia, cuando me instalé en Madrid el mismo año y conocí a Rafael; es este “Maneras de volver”. La narración de un largo viaje hacia adentro de sí mismo después del gran éxito que había tenido en los años ochenta con “Los sitios interiores”, “El grito” o “El corazón del lobo”, estos dos últimos títulos, pertenecientes a sus primeras dos novelas. El poemario marca un antes y un después en su trayectoria. Se ha traducido al inglés, al húngaro, al rumano y al japonés.
El libro reúne 42 poemas organizados en tres partes:
La primera, “Amor kebap” con distintas miradas del amor y el deseo como pilares existenciales. ElEros, el amor infinito y efímero al mismo tiempo.
En el poema “Se nos apaga el mundo”, con subtítulo entre paréntesis, (Cine puro), un subtítulo que singulariza la importancia de los cines en el amor adolescente y la importancia en general en la obra de Rafael, aunque en otros poemarios también, y en sus novelas. El poema describe una sala de cine como cobijo del deseo y cómplice de los amantes. Y termina así:
(…) y en las butacas numeradas siete y nueve
pasillo central y terciopelo
lento zoom con música de piano
mientras abres descarada
el pan de la merienda y de tu falda.
La segunda parte, “Vivir es un asunto personal”, es una miscelánea de experiencias, un ajuste de cuentas consigo mismo, una reflexión sobre la juventud, la vida y la soledad y en la edición original de Vitrubio la abre con esta sugerente y significativa cita de Borges: El futuro tiene forma de caerse en la mitad...
Cosechador de enigmas prevalezco
como antes hiciera con una mala racha
y las cartas de mi padre
tan concisas
que apenas contenían un cabello
y una lupa para buscar te quiero
donde otros encontraban
folículo adiposo caspa y grasa
menos yo
amante del misterio cuando puede redimirte
vendimiador inclemente de suspiros
coleccionista bobo de hermosas
y rotundas nadas.
Le siguió en la lectura Àngels Campos, también profesora, escritora y miembro del Club Marina de escritores, con el poema titulado “LVIII” (p.69). Poema del que destacó su elegancia, su corte clásico, la audacia característica del autor, combinada en este caso con la, a su parecer sutileza de la elección del título numérico, que recuerda a la manera en que lo hicieron poetas como Bécquer, como Garcilaso o Góngora...
En cuanto al contenido, le atribuyó un cierto eco machadiano con esa tarde...
LVIII
Yo no traje los acantilados
a este páramo de sangre
ni forjé las noches de tormenta que me dices
ni puse viento
en la acerada mies de tus entrañas
yo no elegí ser el primero en navegarte
y surcar tu cuerpo cada noche como un río
bebiendo amaneceres que no me pertenecen
yo no subí las cimas coronadas de tu cuerpo
ni bajé a sus profundidades
yo no busqué la deriva de tu sueño
ni tengo cien años para darte
yo estaba en mi camino
sentado con la tarde
Un poco más de ella
Inventa un ángel y cédele tu asiento
a la hora del Martini y de las prisas
en esta plaza con más bancos que palomas
busca luego un nombre adecuado a tu impostura
y escáncialo con devoción sobre su pelo
evitando una caricia que rompa el sortilegio
disfruta el instante que brinda tu osadía
y no abras el periódico ni consultes el reloj
dos hábitos tristes y fuera de lugar
ante un escote de alas blancas que te observa
con la atención de quien afila un lápiz
y cortés alza las cejas cuando al fin se descruza
con esa lentitud que sólo tienen ellas
quizá se llame Lola tiene un lunar una bufanda
y no volverás a verla nunca.
Y Lola Irún, terminada la lectura comentó que le había parecido interesante este poema por el acercamiento al tema del doble y del espejo. Que el poema empiece con un “inventa” es una clara llamada a la imaginación, a la fantasía, es situar al lector frente a una cierta epifanía, divina, sagrada o erótica. Y añadió: me parece un hallazgo de este poema, que lo haces también en otros, sugerir esa relación natural entre el suelo y el vuelo, entre lo más anecdótico, el banco, las palomas... en que le dices al lector: yo estoy viviendo este momento mágico y no voy a abrir el periódico como un espía barato. Entonces, el lector podría irse a los ángeles de Rilke y no, el poema lo lleva a otra cosa... es un gran acierto esa capacidad de captar el instante, desde el suelo, lo cotidiano, para luego alzar el vuelo, la trascendencia. Sentimos también, ”con ese afilar del lápiz”, que esos versos pueden ser un guiño erótico o una oda a la propia creación poética. De alguna manera, esa Lola que tú dices que no va a volver nunca más… (yo no sé si tú la vas a volver a ver pero, afortunadamente, los lectores la seguiremos viendo) ... me parece que es lo que hace la creación poética: que cualquier Lola, yo misma, se sienta muy afortunada y agradecida por este hermoso poema.
Al finalizar el comentario, Rafael Soler siguió la ironía inicial de Lola con una confesión personal recordando cuando una vez su esposa, Lucía Comba, a quien conoció muy joven, le dijera: tú ibas para canalla, y te quedaste en la mitad...
Tercer libro: “Las cartas que debía” (2011)
Y una vez de vuelta el poeta a su manera de haber vuelto, ya imparable Rafael Soler, sabe sin embargo que se ha dejado algo y publica estos 75 poemas organizados en 14 bloques que son exactamente 14 deudas pendientes... Y rinde cuentas con el tiempo pasado, con un paciente no visitado en el hospital (no dice quién es o yo no he sabido verlo), o sí visitado sin que el paciente lo supiera o quisiera saberlo, o visitado -reconoce después- con prisas.... Deuda sin solución con Daniel, amigo condenado al manicomio donde lo deja a su pesar, con los ancianos y los putos necesarios asilos. Deuda pendiente con su propietaria o su 50% de la almohada, otra vez con al altísimo, retándolo, con la bondad del alcohol y la juventud, este, un bloque exhortativo y didáctico para los que aspiran al éxito etc.
Del penúltimo bloque redentor titulado “A quienes llevan conmigo las bandejas”, de un solo poema, leí entonces, y utilizado días atrás como reclamo y convocatoria en redes para este encuentro; ahí va esta joya para colegas y un ejemplo único de honestidad con el oficio: “Taller de escritura para versos con futuro” (p.223)
Taller de escritura para versos con futuro
Evitar en lo posible los atascos y la infancia
el tamaño del padre inabarcable
las afrentas de ayer y su salud de hierro
la sonrisa de ella en delantal
todos los golpes certeros de la lluvia
y empuñar entonces la pluma con descaro
humildemente en vela erguido
al acecho del verso mayor incandescente
para desnudo ortográfico tallarlo
eterno indestructible y soberano
Intervino entonces Eugenio Asensio, profesor, escritor y miembro del Club Marina. Fue el único participante, para ser precisos con lo dicho más arriba, que no había escogido los poemas que leyó. Legó en mi la decisión. Y como dije, se lo había agradecido sinceramente, ese darme un cheque en blanco porque hasta ese momento en que él y yo concretamos su participación en la presentación, el azar seguramente había hecho que nadie hubiera escogido aún poemas de este libro. Le sugerí estos dos que además creo que son muy característicos del estilo de Soler: “El amante secreto de las balas” (p.186) y “Ensayo general con vestuario” (p.129).
Del primer poema dijo que si se tratara de prosa, de cine, diría que tiene una vocación de antihéroe, pero tratándose de poesía me cuesta, me cuesta definirlo aunque es un poema de verdad, de verdad ineludible...
El amante secreto de las balas
No pierdas la costumbre de perder
dejando que borre el viento cuanto queda
de inocente brillo en tu zapato hambriento
en tanto alfiler de luz a oscuras
no pierdas la costumbre
de ser el primero en las derrotas
que aguardan tu paso con un ramo
perder es la manera
de alumbrar en soledad una certeza
perder a muerte plena
a seca cimitarra en busca de tu cuello
perder a pasa rojo todo
a falta negro tanto y casi nada
al número imposible y su caballo
al doce con sus perlas
perder con empeño a pierna suelta
perder cabal seguro amargo
perder hasta la vida con sus moscas.
El siguiente poema -dijo Eugenio- es una pedrada... una pedrada en el sentido más metafórico y más positivo en cuanto a logro personal... Porque el tema es grande, es grandioso pero se crea con elementos que quizás no parezcan tan grandiosos, pero el resultado lo es... es ese paso al más allá sencillamente. Pero por lo cotidiano, y lo puro y lo triste de un hospital... o el tener que despedirte... y no quiero meterme en tópicos... creo que con la lectura vais a entender perfectamente lo que estoy diciendo.
Ensayo general con vestuario
Un escenario extravagante y ruidoso
tan cerca del mar que todos los erizos
quepan en un palco
un escenario en todo caso
con seis batas rodeando una camilla
un cenicero pletórico de culpas
y un adverso buscando a su contrario
un escenario pues en consonancia
con la vida de estreno que hoy acaba
en el centro
una ausencia clamorosa
un presente y su mirada ausente
un extraño de paso emocionado
un pantalón vacío y una blusa con historia
un monje si procede
un suspiro en busca de su luto
todas las lágrimas que dicen ser pacientes
y la palabra perdón en voz bien baja
resonando en el patio de butacas.
Cuarto libro : “Ácido almíbar” (2014)
El martes 21 de enero del 2014, día de Santa Inés, se presentó “Ácido almíbar” en el salón de actos de la Asociación de la Prensa de Madrid. En la mesa acompañaban a Rafael Soler el también poeta Luis Alberto de Cuenca y Pablo Méndez, editor de Vitrubio. Por una vez la inmensa minoría se mudó de inmensidad a secas, con unos ciento cincuenta asistentes en una sala a rebosar. Algo inaudito cuando se presentan versos y lo normal es que acudan el autor, el héroe del editor y como no, familiares y amigos. Soy fidedigno testigo puesto que yo estuve allí. Y fue un día de despedidas... ese día, en la celebración posterior, le anuncié a Rafael y otros amigos que nos acompañaban, que en breve volvería a mi querida Barcelona después de un paréntesis profesional y vital de casi cinco años.
“Ácido almíbar” son 68 poemas divididos en 7 partes. Vuelve Soler al misterio y la condena de la vida, con el poema “Parto a término” (p.235) cuando te nacen... y de la muerte en todo el bloque titulado “Caso cerrado” (p.317) cuando te mueren... y utilizo las propias palabras de Rafael cuando nos lo explica.
Y entretanto, dejando a un lado lo ácido, el poemario también convoca al almíbar del amor en los bloques centrales, pero es un amor a menudo con aristas, añoranzas y homenajes necesarios y merecidos como en el bloque “Galería de afines y cercanos”, a esa vieja prostituta, instructora de vírgenes adolescentes del poema “Evocación de un beso con saliva” (p.247). O en el cuarto bloque titulado “Dos”, con el poema “Tenemos que desmontar la casa” (p.287), con dos versos iniciales luminosos que siguen al título:
Y esta lámpara
que prendía nuestra luz al apagarse
Aquí volvió a intervenir Jorge Rodríguez, con su voz potente y radiofónica, para leer el poema “Toma buena nota y calla” (p.295).
Toma buena nota y calla
Y tú
benéfico pardillo
¿vives como hubieras querido vivir si te dejaran?
¿qué quedará de tu cuaderno
dentro de seis años de diez o de cincuenta?
¿tanto tiempo te queda para tallarlo a tinta?
¿no hay suficiente texto impreso en las pescaderías
en las páginas salmón que Lucifer confunda?
¿no disfrutas con el ocio compartido
las aceras y sus piernas?
“escribo
porque cuerdo de atar estoy que vivo
y soy apenas lo que he sido
el otro que en silencio habla
y al que escucho cuando escucho sorprendido”
A continuación, yo mismo leí el poema “Donde de nuevo nace todo” (p.281).
Donde de nuevo nace todo
Hay labios que no navegan nunca
y hacen del beso su frustración primera
labios tardíos de algas coronados
con la conciencia limpia para surcar el hielo
echando a los amantes por la borda
y hay labios de universal dominio y pleitesía
labios tijera así desdén para otras bocas
que hacen del carmín un estandarte
labios caimán
que besando culminan una historia
y por besados recuperan su decir bibliotecario
labios vudú amor como lo tuyos
enteramente ciegos
de muda voz y mano laxa
para abolir al teutón que llevo dentro.
Y justo al terminar, me dirigí a Rafael Soler diciéndole que ahí iba esta sorpresa y regalo: el poema que acababa de recitar, ahora cantado con la melodía, la voz y el acompañamiento de la guitarra del gran Emiliano Valdeolivas. Rasgando los primeros acordes Emiliano añadió antes de empezar, que de entre las múltiples lecturas que podía tener un poema, una también es la musical. Y nos deleitó con su buen hacer.
Quinto libro: “No eres nadie hasta que te disparan” (2016)
Y si la obra de Rafael Soler siempre tiene esa querencia a la provocación, no gratuita, una provocación sustancial, con causa y vida, en este libro la provocación, una vez más desde el título y de principio a fin, es el leivmotiv. No eres nadie si no te señalan, no eres nadie sin estar en entredicho, ni siquiera eres nadie si no te pellizcas a ti mismo para comprobar que estás vivo de tanta derrota...
Son 70 poemas divididos en tres cuadernos (Elvira, Martín y Abel) dos partes más, con ironías consentidas de la vida primero y otra con hechuras de proactivas y doctrinales acotaciones cinematográficas una vez más, y se cierra con un epílogo contra sí mismo “Asomado a un instante que no es tuyo” (p.433) que me recuerda mucho al célebre poema “Contra Jaime Gil de Biedma”, de Gil de Biedma...
El poemario es un elogio del fracaso de principio a fin. Rafael siempre ha sostenido que el éxito atonta y el fracaso curte, que imprime personalidad. Así, no eres nadie hasta que tienes un fracaso que contar... Esta idea me lleva a pensar en la estrategia de nuevo cuño de los departamentos de RRHH de algunas modernas empresas, cuando en las entrevistas de captación de personal quieren saber en cuántos proyectos ha fracasado un candidato a un puesto, antes que saber cuántos títulos tiene... Porque si ha fracasado es que lo ha intentado, es que ha estado ahí, defendiendo sus ideas...
Intervino Herminia Meoro, profesora, escritora y miembro del Club Marina. En primer lugar ironizó sobre la dificultad del orden de su turno después de haber escuchado a Emiliano Valdeolivas, a quien aplaudió su excelente y delicado trabajo musical con la poesía de Rafael.
Justificó la elección del poema que leería a continuación, “Cuaderno de rodaje” (p.423), por jugar con esa voz de narrador que hay en el poeta Rafael Soler, porque tiene los ingredientes de toda narración, tiene personajes, tiene voces que sugieren, es un poema que seduce y perturba a la vez y está cargado de ironía, para romper un poco la solemnidad y la melancolía de los poemas de amor maravillosos que hemos escuchado, y dice así:
Cuaderno de rodaje
Interior día
mesa funcional con escritor de atrezzo
sordo clamor de voces reclamando
una mención a pie de página
algo así como
“la joven que hacia el sol camina
trae en sus labios un sudario
para sellar la paz
de vuelta cada uno a su pijama
“el que hizo de la vida su despojo
mortal hasta la médula
vacía el monedero cuando exclama
demasiado cristal para esta piedra
por ser parte de la historia
el contable de saldo insuficiente
nada pide al comenzar la noche
todo espera al despuntar el día”
en plano secuencia del dormitorio al baño
la catadora de ron en los entierros
deja su aliento sobre el vidrio
que un día fue su corazón
como quien dice
“sólo ama bien quien bien padece”
como quien dijo
“cada Caín tiene su Abel y viceversa”
la mujer que así venida a más en menos
hizo de un disparo fantasía
despide en el espejo a su sicario
limpia con mentol el vano sueño
de una viuda potencial potestativa
que a su reproche vuelve
como quien dijo
“yo estaba tranquilo al verme así
con un disparo en la cabeza”
el que visita Women’secret
locuaz risueño impertinente
diríase que plácido en su fracaso extremo
suplica el impacto de una bala
para un final al portador
de dos que son y lo padecen
como quien dice
“aparezco yo desaparece usted
¿cómo se llama la película?”
el contable que durando se destruye
en los atascos pide
un Astra 22 de medio pelo
por salvar esos días malnacidos
que llegan observan suspiran
y se marchan
un bien guion
añadiría ahora ese detalle
que cierra la historia con cinco tenedores
interior noche
teclado Olivetti para escritor de atrezzo
en plano con otro encadenado
una mosca que quiso ser marquesa
una encía haciéndose cristal
un clarinete un azadón una jofaina
títulos de crédito
música que enlaza su tambor
con el cri cri de un grillo
rumor de pies que se descruzan
aleteo del alma
solar vacío.
Le siguió en la lectura Amanda Gamero, también poeta y miembro del Club Marina, con “Titán con pies de bailarina” (p.387).
Dijo felicitarse a sí misma por haber conocido la obra y la trayectoria del poeta y del poema que había seleccionado, comentó que le sugería la empatía que tiene Rafael para verse en otros hombres.
Usted amanece recostado
en un diván antiguo
y observa primero la persiana
comprueba si el reloj tiene su siete
bosteza como un ganso
escucha en otra parte una bocina
y se levanta
usted tiene por delante
un aseo bical
diez gramos de café
el postre de una ducha
y hambre suficiente para empuñar el día
a usted le asustan los tascos
y en un vagón de metro se recoge
con el silencio al cuello
atento a su interior que habla
se inquieta usted si le preguntan
qué fue del hijo que no tuvo
quien puso de rodillas su salario
por qué habla siempre de Nepal
como si fuera un bar
usted desconfía del alcohol acéptelo
y bebe por cuaresma un vino extraño
sin preguntar por el año de cosecha
ni conocer el suyo
usted tiene un bastón
una camisa triunfal para las bodas
un gato llamado Barrabás
y terco en su memoria
el chal de Manuela a pierna suelta deslizaba
paciente en su abandono
usted dice conocer
la oblicua dirección de su futuro
y cuando vuelve a casa
en el diván se acuna
indiferente a la música de Bach
los ojos tristes de Picasso
y al despertar Manuela.
Sexto libro: “Las razones del hombre delgado” (2021)
Este último libro se acompaña de un titular que el mismo Rafael Soler nos ha dado, como una advertencia que uno escucha sobrecogido, triste, como una solemne decisión, sospecho que rotunda para desgracia de nuestro egoísmo lector... Que se trata del libro que cierra su obra poética, y ahí lo dejó...
Este libro, recién editado por New York Poetry Press y presentado en Nueva York el pasado noviembre, lógicamente yo aún no lo había leído. En la edición original tenemos en la contracubierta algunas consideraciones de otros grandes poetas como Antonio Gamoneda, el chileno Raúl Zurita o Teuco Castilla de Argentina, entre otros. Pero me quedo con la de Antonio Gamoneda porque me recuerda a mi impresión personal de lector. El Premio Cervantes dice de este libro que es: Una incesante sucesión de asombros (...)
Y efectivamente Rafael volvía a sorprenderme y a encogerme el corazón que ahora ya nos habla, tan tan delgado como un esqueleto, desde la ficción de la propia muerte para repasar vida y obra. Lo hizo otras veces, eso de hacer hablar a los finados. Y lo hace otra vez ahora, consigo mismo, y con pesar, acidez e ironía quevedescas. Las otras dos voces del poemario, él mismo lo esboza en la introducción, son para la parca y para la vida, que podría ser su mujer... Y las tres se tejen entre sí en un diálogo intenso, más existencial y complejo que nunca, con la enfermedad, la proximidad del abismo y un didáctico, audaz y atrevido repertorio de adioses como hilo argumental. Y cierra así su nota inicial: Tres voces, pues, cada una en busca de su eco antes de que triunfe el olvido... (p.437)
Son 83 poemas divididos en cuatro partes, “Ensayo general con vestuario” con tres poemas, uno para cada voz..., “El reino de los leves”, “Para fundar una distancia” y “Morir para contarlo” (juego paradójico que recuerda a Gabo).
A lo largo del poemario, de repente con poemas sin título... o con el título encastado como primer verso en mayúscula, Rafael refuerza su intertextualidad habitual. Y así, cita en cursiva versos propios de otros poemas de otros libros, como para darse la razón ahora que recapitula. Como para ilustrarse y dar fe de la obra, del ver venir los aconteceres que nos llevan hasta el final de la película.
Podría citar muchos poemas, anotados a lápiz están en mi ejemplar, al pie y en los márgenes como un notario sobre un misal, pero me quedo con este “Liberado su cuerpo del extraño...” (p.487), y perdonen el tópico, brutal, en el que se duele y se ríe de la eterna cercanía, ahora y siempre; de la parca:
LIBERADO SU CUERPO DEL EXTRAÑO
que tanto a usted se parecía
despedirá frugal la vida en vilo
pernera costillar y codo
preguntando por su traje
con noble horizontalidad
sumido el cabello en su maraña
será usted visitado por quien lleva
de herramienta un tenedor
finja dormir
finja que finge dormir
finja que durmiendo finge dormir
en nada ayudará
su gesto de profundo desagrado
y ese empeño
por convocar al ánima
precisamente ahora
que empiezan con el frío
las rebajas.
Y cerró el turno de intervenciones quien lo empezó, el periodista y poeta Jorge Rodríguez con la lectura de "Qué me quiere esta voz" (p.547).
Qué me quiere esta voz
cómo habitar de nuevo lo perdido
dónde el prematuro
el sin llave
el catador de versos viejos
“vive a la altura del hombre”
pidió quien nuca se callaba
y no hay remedio
si otro andar menudo
conduce de nuevo a la cancela
que hace del olvido
asunto de ayer con doce puertas.
Coda final: “Otros poemas” (1978-2021)
Como última consideración acerca de la descripción de la obra completa, añadí que esta se cierra con 29 piezas más. Son 29 poemas sueltos editados en distintas publicaciones antológicas y revistas, con motivo de premios o colaboraciones puntuales, lecturas en encuentros poéticos etc. No están recogidos en ninguno de los seis poemarios, por eso tenía sentido incluirlos en esta Obra Completa y hacerles esta merecida mención.
En definitiva, toda una vida como asunto en 391 poemas seguramente salvados entre otros miles y miles vividos y no escritos. “Vivir es un asunto personal” es un donoso escrutinio poético-vital.
En la primera nota escrita en mis redes al día siguiente dije que Rafael Soler cerró el acto de manera magistral y entregada, puesto en pie, verso en la garganta y corazón en las manos.
Y ahora extraigo los detalles de la intervención gracias a la alumbradora grabación de Claudio Pasinato sobre todo, más que a los aciertos de mi memoria.
Rafael Soler se levantó, tosió, agradeció, volvió a toser, bebió un sorbo de agua, ironizó sobre la tos y el recuerdo de su padre atragantándose en una ocasión. Tomó un ejemplar de su obra en sus manos, como un asidero que ya no soltó hasta el final, y en los siguientes veinte minutos nos deleitó con lo que sigue.
Siempre he dicho que hay dos tipos de poetas: los que escriben para que los quieran, y los que escriben para que los quieran pero aún no lo saben, y que poco a poco se van incorporando al primer grupo, claro.
Yo soy también novelista como sabéis, vivo en esa dualidad y... no sé con cual de los dos escritores que soy me llevo mejor... Como novelista, yo me levanto muy pronto... y sé que me lo voy a pasar muy bien, soy un narrador de brújula, aquél que empieza a desarrollar una historia y entonces, esos personajes secundarios de repente te llevan la historia por otro lado, tú tienes una idea general y luego los personajes te van llevando por dónde ellos quieren. No hay nada más apasionante que empezar a contar una historia que no sabes a dónde te va a llevar.
Y luego está el poeta, que se levanta a la misma hora, a las seis de la mañana y es un infeliz... pero... ¿cómo te levantas a las seis para escribir poesía? Pero ¿qué vas a escribir? Y entonces me pongo mi música, me rodeo de mis afines... -de repente, alguien entre el público pregunta ¿qué música?- y Rafael Soler responde sin dudar: Buda Bar, corte 2, disco 5... y cuando escucho esa música, vuelvo a casa... Y hay una gran diferencia entre el novelista y el poeta: la mendicidad, el poeta es un mendigo, es un mendigo vocacional de amor... Yo no he visto a los novelistas abrazarse... primero porque no están juntos, tienen que escribir y... una novela... una novela es una cosa brutal y maravillosa, yo he terminado una novela y he llorado, yo terminé “El corazón del lobo” llorando... la escribí conmovido, yo sabía que eso se acababa... Los poetas se abrazan todos los días... Y ese pobre, ese indefenso poeta que se levanta a las seis y busca la poesía, no la encuentra, escribe, pero si lo hace con humildad de repente hay un momento en que llega un verso, no sabes lo que es, y ese verso oculta un poema que luego escribes del tirón porque te lo dicta alguien al oído. “Disueltamente entero” -leído antes por Mariela, añado yo- lo escribí del tirón pero después de estar peleando con tantas cosas que ni yo mismo sabía lo que eran. Cuando algo te lo dictan al oído y tú vas recogiendo, al final, ahí puede haber un poema.
El hombre delgado... es el último libro, y es un libro en el que me he dejado el pellejo... -aquí explicó las razones y lo comparó con el proceso vivido cuando escribió “Maneras de volver”, por establecer una relación entre su vuelta editorial, en el 2009, y su cierre ahora, en el 2022.
Siguió con su teoría del nacer y del morir, y su teoría de la resistencia... sobre la no aceptación de la muerte, la muerte de la resistencia que consiste en lo siguiente... yo estaba poniéndome la corbata para el bautizo de mi nieto y de repente, patapán, al suelo... porque tampoco me dijeron si quería nacer... aunque he sido un hombre muy afortunado... pero esto de que te mueran... y entonces, es lo que hago yo con mi poesía... en “Ácido almíbar”, en las novelas “El último Gin-Tonic” y en “Necesito una isla grande” los personajes muertos hablan, se resisten a desaparecer, entonces, esa muerte que yo llamo de resistencia... es verdad que te vas enfriando, es verdad que todo es muy desagradable pero ahí estás, aguantando el tirón.. pero ¿y si viene un hijo tuyo a despedirse...? y tú ya estás en el tanatorio, con el cristal y tal y... pero claro... estás bajo tierra y empiezas a adelgazar. Por lo tanto, la muerte de resistencia dura cero coma cero, coma cero, coma cero segundos, y coincide con esa muerte de tramitación obligatoria o a lo mejor no... yo me quedé ahí, en esa ficción... y el único libro que yo he escrito de los seis poemarios, aunque es verdad que en el de “Las cartas que debía” hubo cosas pendientes que decir, y en “Ácido almíbar” ya decía yo: qué hago yo con ese poema de un tipo al que le han pegado un tiro en la cabeza y está muerto en el suelo... y Lucía me dijo: pues déjalo que hable, que cuente más cosas... y así salió “No eres nadie hasta que te disparan”...
Sin embargo, “Las razones del hombre delgado” es un libro que responde a mi deseo de despedirme como poeta, de toda esa trayectoria de cuarenta años y entonces yo, deliberadamente creé una conversación entre el poeta, que ya está dos metros bajo tierra, que es como empieza el libro, una conversación con la PARCA, que resulta ser una anfitriona atareada, hospitalaria, con ganas de hacer bien las cosas, con un poquito de ironía le quita hierro al trámite. Pero como una conversación entre un tramitado y su anfitriona por definición se llama eternidad y eso para un libro era mucho, usé a la mujer del poeta... y entonces yo trabajé este libro hablando el poeta que nos ha dejado ya, delgado, delgadísimo, hablando la muerte como anfitriona y hablando la mujer al poeta. Por eso esa intertextualidad, porque el poeta se está despidiendo y hace referencia en legítima defensa a versos suyos de libros anteriores... porque la muerte le pregunta también y ahí acude también la mujer del poeta que de alguna manera es Lucía aunque no lo es y el poeta soy yo...
Llegado aquí, Rafael Soler se dispuso a leer... hizo referencia antes a los títulos. Es verdad que son importantes, dijo, pero no los hay en el hombre delgado porque como es una conversación, cuando tú puedes hablar, tú hablas del tirón, habla el hombre delgado, habla la muerte, habla la mujer, pero de un poema a otro no hay transición ninguna y un título hubiera entorpecido muchísimo eso...
En ese momento, el escritor y crítico David Castillo sale de entre el público e interrumpe a Rafael Soler para que le firme el libro, ante la sorpresa de los asistentes. Rafael lo presenta como un amigo y procede a la firma. Finalmente, el espontáneo se excusa porque tiene que acudir a otro encuentro y sale de la Byron.
Y sigue Rafael con la primer lectura, antes de pasar a la parte más dura, dice, ahí va este poema de “Ácido almíbar” dedicado a los pelmas, a los pelmas tóxicos, a esa gentuza... “Desprendimiento indoloro de un cercano tóxico” (p.251):
Desprendimiento indoloro de un cercano tóxico
El amarillo es algo más que un indicio hepático
o el jubiloso corazón de un girasol en llamas
o la camisa de agosto para el trigo
hay tipos amarillos
como hay bancos cargados de intención
y naves vacías de interés
y préstamos a ciento veinte vidas
que no se cobran nunca
tipos de tersa faz sin una greña
hidratados solventes decididos
y amarillos
tipos en suma a su manera dialogantes
uncidos a un reproche como otros a la nieve
tramitadores de afectos calculados
hereditario el beso
parca la saliva
tipos solidariamente amargos
decretando la expulsión de los ausentes
en su boca ortogonal una sintaxis
que nunca dice toma
faltos de lumbre
fingirán el entusiasmo con que nace la sed
aunque luego se desfonden al conocer el agua
y severamente tóxicos
recibirán un día tu saludo en navidad
su lengua de membrillo desconchada
y sus hombros con espalda a tus espaldas.
Yo conocía el poema, obviamente, y al escucharlo de nuevo -pero no lo dije entonces- volví a pensar en la canción de Joan Manel Serrat “Algo personal” que habla de tipos como los del poema, e incluso peores, y que incluye en varias ocasiones el verso “entre esos tipos y yo hay algo personal...”
Y luego ya, Rafael siguió, del tirón, con la lectura de los tres primeros poemas que introducen la situación de la mujer y el hombre delgado, el anciano, más el poeta que los está observando, y presenta luego al que será el hombre delgado y a su mujer ya en el tanatorio cuando ya ha sido tramitado...
UNA MUJER SE OBSERVA CAUTELOSA EN EL ESPEJO
agoniza un anciano de espaldas a su banco
busca el poeta las sílabas precisas
busca el poeta las sílabas precisas
comienza a nevar y son las doce
comienza a nevar
suspira una mujer y son las doce
calla una mujer cuando repite
“ahora soy la que dijeron”
agoniza el alto mariscal del abandono
calla en su banco cuando dice
“no fui el que pidieron”
busca el poeta detrás de las cortinas
abre el poeta del sol los monederos
talla el poeta su impaciencia oscura
comienza a nevar
copos de a cinco uncidos por el viento
cumpliendo su destino
maldice el anciano mírate
sonría la dama mírame
acecha el poeta mírales
comienza a nevar
desde la cuna al nicho.
EL ANCIANO QUE HA PERDIDO LA PACIENCIA
aparta la urgencia de los tubos
deja al neón que palidezca
y en su butaca escucha
voces que mecen su blablá
corros cotorras de edad de merecer
severas advertencias del jugador de golf
final en soledad
que anuncia un negro pozo
al anciano que bien dijo
“morir a los veinte pido
ser eterno”
limpia de su nariz la sonda
tensa su arcabuz para el disparo
“morir a los veinte pido”
y así cierra los ojos
que un día fueron suyos
alboroto capilar de los pulmones
rumor con viento
“ser eterno”.
Y POCO DESPUÉS
en un ritual falsamente alentador
ella se incorpora
un acercamiento podríamos decir
a cuanto fueron
casi tocando la inerte mano oscura
pero el cristal
movimiento de corto vuelo el suyo
pues nadie en sus cabales interrumpe
ese tránsito del alma
cuando cumplido el viaje
toca rendir cuentas a terceros
todos esperando con su hisopo
“estoy aquí estoy aquí”
estoy aquí estoy aquí
la inerte mano oscura.
Nada que añadir.
Vinieron los adioses, las firmas de ejemplares y fuera ya de la Llibrería Byron, hubo primero vermut en la Fábrica de cerveza Moritz con Rafael Soler, con su esposa Lucía Comba y una parte de los asistentes a la presentación para terminar compartiendo mantel en l’Arrosseria Xàtiva Sant Antoni.
Mantel, recuerdos, risas y anécdotas, sueños y palabras de amistad hasta las seis de la tarde cuando, organizador y moderador hasta el final, malo de la película hube de recordarles a Rafael y Lucía, tan a gusto estábamos todos, que o nos levantábamos de la mesa o perdían su tren de vuelta a Madrid.
Y luego, el sabor de un gran recuerdo en la memoria, litigando con un vacío hasta la próxima.
Firma este texto coral, Jorge Gamero, escritor, heterodoxo periférico.
Pallejà, Barcelona, 28 de enero del 2022
Pallejà, Barcelona, 6 de febrero del 2022
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