55 minutos
Ana Ares
Madrid, 2013
Colección Baños del carmen nº 342
Ediciones Vitrubio
ISBN: 978-84-940842-4-9
55 minutos es la historia de un delito, el de amar y ser amada, que
tiene como no, unos antecedentes, unos hechos probados y unos atenuantes,
circunstancias necesarias a cada una de las cuales le dedica Ana Ares una parte
en su libro. Tres bloques de poemas al servicio de su historia, de su condición
de ángel con piel de loba, o de pantera vestida de niña buena o ambas cosas
enriqueciéndose y enriqueciéndonos.
El bloque Antecedentes
lo abre con unos versos de Manuel Altolaguirre, junto a Emilio Prados, el
gran desconocido de la generación:
Le has dado a mi semblante, sin saberlo,
una luz interior que me hace fuerte
para vencer mayores soledades.
Una elección significativa, una declaración de
intenciones sobre la génesis de la historia de amor que la sitúa,
afortunadamente para los amantes, muy lejos, mucho antes de esos otros versos
del mismo Altolaguirre, y que yo he recordado desde aquellos viejos y
entrañables tiempos de las aulas del COU de la transición:
Creímos morir de amor,
pero vivió el amor,
y morimos nosotros…
El
bloque Antecedentes viene a ser algo
así como el principio de la historia, el planteamiento clásico de una novela que
sirve apara situar al lector en cómo empezó todo… De los poemas de esta parte
me quedo con versos sueltos que lo dicen todo, insinuándolo:
Acudí
a los archivos
como
quien va a la guerra.
A
los frentes salvajes de tu memoria fui
para
evitar entre ambos una sombra,
un
recuerdo siquiera, una lamentación.
que
quizás ilustren la necesidad de vencer el pasado y convertirse en la medicina
el uno del otro, la que necesitan los amantes para soltar el lastre del tiempo
anterior.
Y empieza el delito del
nuevo amor regenerador:
Y
vinieron tus manos…
demorándose
en tiernas inspecciones,
destejieron
y
tejieron de nuevo ovillos,
abrieron
las cancelas,
poblaron
escondrijos.
Le
sigue el segundo bloque Hechos probados. Los
poemas que lo componen son la prueba del delito, el delito mismo de un amor
encarnizado.
Cuando
se enredan dos
que
son como tú y yo,
los
dos poetas,
hay
besos entre versos encubiertos,
y
la guerra intestina de palabras
es
un órgano más, enfebrecido.
El
amante, es otro poeta, Paco Moral, protagonista también del poemario, que está
lleno de él, un Paco Moral, quien como dijo alguien en la presentación, bien
podría haber escrito el making off… de
este libro.
Entre
otros muchos hechos probados, están estos versos:
En
todo caso, ambos,
cazador
y pantera,
camino
del trabajo.
Un
camino al trabajo en el que Ana invertía exactamente 55 minutos…
Y en
el tercer y último bloque, Atenuantes, quizás
lo que encontramos es la voluntad de trascender al amor para perpetuarse el
alma a través de la saciedad.
Y lo
cierra este poema, Ojalá, todo un
elogio del poso que deja el amor, como un sustrato imperecedero que nos hace
mejores.
Quede
entre ambos un poso,
un
resto de locura,
una
fuente no exenta.
Agua
para mañana
que
pudiera venir
…
y por si acaso.
Aquí
no puedo evitar recordar aquello de Ángel González: Te llaman porvenir, porque no vienes nunca…
Pueda
ser el silencio
inicio
de un lenguaje y alfabeto
iniciático,
extenso y exclusivo.
Seamos
tú y yo dos extranjeros
mudos
en el mercado de las lenguas
de
los otros (atroces, esos seres
tan
poco parecidos a nosotros
ahora
que nos amamos).
Que
se quede pendiente
para
un futuro incierto
alguna
decisión que nos concierna.
Un
párrafo sin punto,
una
simiente, savia u obstinación.
La
posibilidad
de
transformar el mundo
solo
con decidirlo. Cuando quieras.
Que
incluso en el no amarnos,
en
el libre ejercicio del olvido,
podamos
encontrarnos.
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