Salir ileso
Raúl Nieto de la Torre
Madrid, 2011
Poesía. Ediciones Vitrubio
ISBN: 978-84-92770-97-7
Salir Ileso de Raúl Nieto de la Torre es una pequeña selección de poemas editados e
inéditos desde 1996 hasta 2010. Están acompañados de fotografías de Rubén,
hermano del autor, imágenes llenas de significado con las que los poemas establecen
un diálogo sumamente enriquecedor.
Esto es lo que viene a decirse en la
solapa del libro. A ello cabría añadir que es un libro panorámico y no sólo por
estar acertadamente ilustrado por algunas fotografías de gran calidad y capacidad
evocadora, sino por tratarse además de un repertorio de la obra del joven
poeta. Un panorama que abarca desde su primera etapa, Primeros poemas (1996-2005), hasta los más recientes, Penúltimos poemas (2009-2010), pasando
por Zapatos de andar calles vacías (2006)
y Tríptico del día después (2008), estos
dos últimos libros, como Salir ileso, editados
también por Vitrubio.
En esos primeros poemas están la
madre, la adolescencia, los primeros amores y esa autoafirmación del joven que
necesita ponerle palabras al descubrimiento de la vida. Y lo hace en verso
porque ya es poeta antes de ser la confirmación de un hombre. Quizás, el más
representativo de esta primera parte y etapa creativa sea este poema:
Autorretrato de
otro
(…)
Crecí perdiendo
paraísos.
Apuntalé la noche
en un cuaderno.
Una ventana obtuve
por respuesta
cuando cerré la
puerta a mis espaldas.
Libros, películas,
domingos rotos,
llamadas
telefónicas, las sábanas en blanco,
la tristeza fingida
para escribir un verso.
Tuve dos perros
buenos que no comían gato,
faltas de
ortografía, una chupa de cuero,
retales solamente
para un autorretrato.
En el segundo bloque, con poemas de Zapatos de andar calles vacías, se
observa la evidencia de una evolución vital y felizmente también poética, con
su consiguiente mar de incertidumbres, y poemas que sugieren los primeros
estragos nutritivos de la negación, la reafirmación desde la duda. Un ejemplo
es este:
En días como este
(…)
En días como este
lo mejor
es andar mucho,
lejos,
sin querer
acordarse de la vuelta,
por calles y
comercios
ebrios de lucecitas
que sonríen.
Lo mismo no te
acuerdas
después y tienes
que inventar un mapa
como cuando eras
niño para ser
pirata en una isla
(la cosa es que en
días como este
ni escribo, ni
sueño,
ni rompo a andar,
y mucho menos doy
con el tesoro).
El
tercer bloque, de Tríptico del día
después, ilustra la madurez del amor. Lo componen cuatro poemas y cuatro
textos breves en prosa poética, el último de los cuales, por lo que sé de Raúl,
podría representar una imagen de su viaje a Estados Unidos con su amada
Melissa. Se titula Florida y de él,
destaco el párrafo inicial y el final:
Sudor de vodka con limón, avión que
derrapa en una curva de Madrid, casada rubia y lengua florecida. Viajé en tu
cuerpo hacia Florida, en tu cuerpo de carreteras y playas. No recuerdo si
volví.
(…)
Flor ya ida, despetalada entre mis
dientes cuando aún no habían dado las doce en el reloj de todos los adioses.
¿Recuerdas? Hice una cruz en tu boca y en tus pechos dejando un rastro de
cenizas blancas. Que sople el viento y se las lleve.
Que
sople el viento para que no quede más que el rastro más importante: el del
recuerdo y los versos inmortalizándolo, añadiría este humilde lector.
La
selección de Penúltimos poemas, del
2009 y el 2010 es una miscelánea de siete poemas de temática diversa, en la que
pierde peso el asunto amoroso en beneficio de momentos, imágenes y reflexiones
que serían el colofón de ese panorama evolutivo del que hablaba al principio, y
que son la antesala de una obra posterior de mayor calado, como se verá en su
próximo libro de poemas, de reciente aparición, Los pozos del deseo.
De este cuarto y último bloque destaco, obstinado en el
amor, un poema y un fragmento de otro, que son dos auténticas delicias de un
poeta experto ya en poesía amorosa.
Poema de amor
Ya sé que muerdo
mal, mi mala dentadura
dejará rastros de
mí equivocados
en frutas, panes y
otros alimentos.
Sólo tú sabes lo
que digo
-lo que quiero
decir-
cuando muerdo.
Cena de Navidad
(…)
Debes saber que en
Navidad
puede quedarse fría
la sopa
mientras vemos la
tele, aunque también
a veces hay que
acudir a la mesa
con precipitación,
atender las llamadas
de familiares y
escuchar solemnes
el discurso del
Rey.
Pero, amor,
tú no te pongas
bragas, déjame
al menos esa luz
encendida.
Título
premonitorio el de este libro de Raúl Nieto de la Torre, de cuya lectura, les
aseguro, yo no he salido ileso. Y por ello, habré de volver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario