Nadie nos oye
Nando López
Loqueleo
ISBN: 978-84-9122-319-1
Madrid, 1ª ed. de septiembre
de 2018
Editorial Santillana Infantil y
Juvenil, S.L
Nando López (Barcelona, 1977),
profesor, dramaturgo y novelista, es ya un autor consagrado de la literatura
juvenil. Aunque ha publicado otras cinco novelas para adultos, y escrito
algunas obras de teatro, con cuatro novelas para jóvenes incluyendo esta que me
ocupa hoy, se ha convertido en una voz fresca, lúcida y provocadora para profesores
de secundaria, para adolescentes y lectores en general. Provocadora porque pone
el foco en conflictos que al margen de justicia, necesitan de una
mejora de la conciencia social. Otra cosa es que como él mismo defiende, la
literatura si es buena, debe ser simplemente eso: literatura para todo el mundo
y sin importar la edad de los lectores. Quizás al hablar de jóvenes, no sean
tanto los temas a tratar sino la forma y la intencionalidad del narrador al
tratarlos lo que cambia, sin dejar de llamar a las cosas por su nombre, y sin
un solo tema que sea tabú para los adolescentes, a los que habría que dejar de
tratar como niños incapaces de entender cosas de adultos.
Nadie nos oye cumple por supuesto estos requisitos
iniciales. Además, vuelve a ser una novela de género, un thriller que te
secuestra la atención desde el principio y no te libera hasta que conoces el
desenlace final. Es este un entorno que Nando López merodea siempre en sus
novelas y en el que se mueve como pez en el agua. Pero Nadie nos oye es mucho más que todo esto y de eso quiero hablarles.
En esta novela, Nando vuelve a la carga con su necesaria trayectoria de
denuncia de una sociedad inmadura y a la reflexión sobre los entresijos de la
desigualdad. Así, encontramos una vez más a lesbianas, gais o bisexuales, entre
otros personajes representativos de la pura realidad. Y claro está, los
visualiza con la normalidad que visualiza a los personajes heterosexuales. Son
personajes en tanto que son agentes de la historia, y no por lo que son, sometidos
a la mirada oblicua de una sociedad pacata. Y es esta sociedad la que zarandea
Nando López en la novela, añadiendo otros temas como la violencia de género, la
Islamofobia y en general, algo igualmente dañino como la cobardía y la
complicidad del silencio. Finalmente, en esta ocasión el autor convoca al
deporte como marco argumental, porque el deporte es un entorno representativo e
incluso multiplicador de alguna de esas realidades sociales, especialmente la del
machismo imperante. Un deporte en el que a menudo, importa más el resultado que
equivale a dinero, que no el mismo espíritu de solidaridad y superación que lo
deberían definir.
El título de la novela no podía ser
otro, y no podía ser mejor, Nadie nos oye
alude a todas esas personas señaladas, silenciadas, y es un título que el
lector entiende y recuerda en cada página, que acompaña a la lectura de
principio a fin en una suerte de sincronía extraordinaria.
Otra sincronía inaudita es la relación
entre la trama y el caldo de cultivo descrito hasta ahora. Quiero decir que lo
que ocurre, el homicidio de Asier,
un joven de 17 años, de alguna manera es la consecuencia de esas patologías
sociales y por lo tanto, fuera de la ficción, para evitar tragedias así es
necesaria otra actitud por parte de amigos, padres, profesores y entrenadores.
Lo ilustra muy bien el poema de Jaime
Gil de Biedma con el que se abre el libro a modo de pauta:
Y será
preciso no olvidar la lección:
saber, a
cada instante, que en el gesto
que
hacemos hay un arma escondida,
saber que
estamos vivos aún.
Y que la
vida todavía es posible, por lo visto.
“Por lo visto”, Las personas del verbo
La primera línea, lapidaria, nada
más empezar ya nos da la idea de cual va a ser el tema principal: Llevo tantos años inmersa en la violencia
que cada vez me cuesta más creer que sea evitable. Habla Emma, la psicóloga
que contrata el club a través de su amigo Víctor, director del club de
waterpolo Stark, para asesorar a los jugadores y jugadoras adolescentes. La
violencia, la evidente, la aparente y la que ocultamos para no entorpecer una
calma a veces de cristal. Una violencia, sistémica.
La novela nos cuenta el cúmulo de
relaciones y situaciones previas, desde el verano anterior, hasta llegar al mes
de diciembre con un partido trepidante de cuyo resultado depende probablemente
la continuidad del Stark y de su equipo juvenil masculino de Waterpolo. Pero
una última jugada, un último balón en manos de Asier, decanta la suerte a favor
del rival… y esa misma madrugada de un 9 de diciembre, Asier es asesinado. La
línea del tiempo narrativo son los siete días que trascurren desde la tragedia
hasta la detención de los sospechosos y de los autores materiales de los
hechos.
Tenemos tres grupos de personajes.
Por un lado están padres, empleados del club como Víctor, director cuya carrera
fue truncada por una lesión y a quien solo le importa la viabilidad del equipo
y del club, entrenadores como Hernán, del equipo masculino, o Borja, el de las
chicas. Emma, que lleva la parte de la investigación que le corresponde desde
la vertiente emocional, y Andrea, la inspectora de policía. Y entre los
jóvenes, como suele suceder, tenemos a dos bandos: uno formado por Pau, Javi,
Alicia e Izan, este último, líder y estrella del equipo, hijo de papá llamado a
ser una figura del Waterpolo, un tipo atractivo y superficial. Y otro bando
formado por Quique, Vera (fundamental el papel de ambos en la investigación de
Emma), y Asier, la víctima, carismático y muy buen chaval.
Otros polos enfrentados son los dos
Institutos vecinos, el Távora, cuyo jefe de estudios es el padre de Quique, y
el Zayas. En el Zayas confluyen los personajes principales y en el Távora, con
una presencia importante de chicos de origen marroquí, están el chico del Kebab
llamado Said, o Karim a quienes Izan señala como sospechosos de lo de Asier. En
palabras del propio Izan, o de su amigo Pau, hay que parar a los moros esos.
Y en medio de esta constelación
humana, Asier tendrá una breve relación con Vera aunque no salieran
oficialmente, y otra relación íntima con Karim. Con Karim solo ocurre una vez, pero
ninguno de los dos lo compartirá con nadie. Y aún menos Karim ya que en su
cultura y entorno familiar le caería la hshuma:
(…) Él iba a contarlo en casa, me dijo. Yo, no. Yo no puedo decir eso en
casa, Si lo digo, me caerá la hshuma.
—¿La hshuma?
Karim mastica con rabia las palabras.
—La culpa y la vergüenza. (…)
Así se lo cuenta Karim a Quique porque
cree que con eso desmonta muchas suspicacias hacia la gente del Távora, y este se
lo cuenta a su vez a Emma. De la misma manera que Said, cuando lo investiga la
policía, también tiene su verdad: que la noche de autos, estaba trabajando en
el Kebab de su padre.
Los que sí tienen una relación algo más
formal son Vera e Izan, una relación que a Asier, le dará mal rollo. Pero en
medio de estas relaciones, y de otras, ocurren cosas tan tristemente habituales
en nuestros días y tan graves como una violación no denunciada en su momento
por miedo y falta de pruebas. Una violación que cuando la víctima decide
confesar a un adulto con autoridad, Víctor en este caso, ella se encontrará con
la indiferencia y la voluntad de silenciar el delito para no montar un
escándalo, ensuciar la imagen del club y hundir la reputación del violador. Y el
adulto con autoridad, en lugar de ser un apoyo y un ser justo, se convierte en
cómplice del delito con una sentencia tan repugnante y demoledora como esta: ¿De verdad te quieres jugar el futuro y el
suyo por un simple polvo?
Cosas tan tristemente habituales
como esposas maltratadas, unas, incapaces de denunciarlo por miedo al
maltratador y otras, que excusan el maltrato porque niegan la gravedad o lo
asumen como episodios domésticos
desafortunados, cuando el pánico se convierte en sentimiento de culpa.
Padres que temen que su hija sea
lesbiana porque aún no le conocen un novio oficial y porque visten poco
femeninas, cuando lo más grave es que esa circunstancia por sí misma sea motivo
de temor. Es la misma culpa y vergüenza para la que los padres de Karim tienen
una palabra: la hshuma.
Por supuesto, también la homofobia
consentida por los gregarios dentro de un vestuario se da cita en la novela, y
lo que es peor, consentida por los mismos entrenadores que lejos de apoyar a
Lucas, un personaje homosexual que abandona el equipo harto de sufrir el vacío,
las bromas pesadas y de soportar la presión de sus compañeros de equipo; se
dirigirán al grupo con términos como sois
una pandilla de fracasados y maricones, o maricas de mierda, uno de los sintagmas favoritos de Hernán.
Es ese mirar para otro lado tan
dañino al que me refería antes.
Y como no, el machismo que insufla y
sostiene toda esta sarta de patologías. El equipo femenino del Stark obtiene
unos resultados excelentes por ejemplo, pero nadie va a ver a las chicas, a nadie
le importan, ni siquiera a los patrocinadores entre los que se encuentran los
padres de Izan y de Pau. En definitiva, una vez más la invisibilidad de las
mujeres.
Con este caldo de cultivo Nadie nos oye acaba planteando cuestiones
tan primordiales para esta sociedad en manos de nuestros adolescentes, futuros adultos
y dirigentes, como el sentido de la justicia. Una justicia que exige dos
requisitos en entredicho: uno es ser fuerte. Aunque Lo peor de ser fuerte es que exige apretar los puños y guardarlos en
los bolsillos para impedir que salgan dice Quique cuando intenta convencer
a los del Zayas para participar en una mediación con los del Távora, en lugar
de ir dándose puñetazos por el mundo. Y el otro requisito es no callar, porque
como dice más adelante el propio Quique Callar
es un modo de permitir que la verdad siga enterrada.
Nadie nos oye, con una segunda edición ya en solo cinco
meses es una novela necesaria y valiente, un mensaje imprescindible no solo
para jóvenes y profesores, sino para la sociedad entera. Y Nando López, con su
presencia en los centros nos recuerda en cada uno de ellos que un mundo mejor
es posible.
Leer esta novela, también puede ser
una aportación a la causa, una manera de escuchar a los sileciados.
Quien es el violador y el asesino,me has dejado con la intriga
ResponderEliminarel violador es su novio, el novio de vera, es decir, Izan, y el asesino es su mejor amigo, Pau
ResponderEliminarQueridos desconocidos, una reseña debe invitar a la lectura, nunca, en ningún caso, desvelar los enigmas, desenlazar los finales. Es el lector quien debe descubrirlos, ahí radica la magia de la lectura.
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