Dialogando en el Café Salambó

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sábado, 3 de diciembre de 2011

Epitafio

Nicanor Parra
Premio Cervantes 2011

Aunque el poeta chileno diga no creer en los premios, él sabe que lo importante siempre es la obra, no la vanidad, ni la foto de la mano que esculpe la palabra. Y aunque los premios siempre estén en entredicho por la envidia, por la falsa modestia, por el amaño y los celos y lo que se quiera, benditos sean si sirven para que uno, de repente, descubra en un periódico una maravilla como ésta.


De estatura mediana,
con una voz ni delgada ni gruesa,
hijo mayor de un profesor primario
y de una modista de trastienda;
flaco de nacimiento
aunque devoto de la buena mesa;
de mejillas escuálidas
y de más bien abundantes orejas;
con un rostro cuadrado
en que los ojos se abren apenas
y una nariz de boxeador mulato
baja la boca de ídolo azteca
-Todo esto bañado
por una luz entre irónica y pérfida-
ni muy listo ni tonto de remate
fui lo que fui: una mezcla
de vinagre y aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!

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