Dialogando en el Café Salambó

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domingo, 16 de febrero de 2014

Ácido almíbar, último poemario de Rafael Soler.


Ácido almíbar
Rafael Soler
Madrid, 1ª edición de 2014
Poesía.Colección Baños del             Carmen nº 414
Ediciones Vitrubio
ISBN: 978-84-942042-5-8 


Fue además un día de despedidas, o de hasta siempres, porque les comunicaba a mis amigos escritores madrileños que ponía fin a mi exilio y volvía a Barcelona. Adiós Luis, Rafael, Paco, Ana, Raúl, David, Antonio, José Luis y otros tantos otros.


El pasado martes 21 de enero, día de Santa Inés, en el salón de actos de la Asociación de la prensa de Madrid, al acto a celebrar fue la presentación del poemario Ácido almíbar de Rafael Soler. En la mesa lo acompañaban el poeta Luis Alberto de Cuenca y el editor Pablo Méndez de Vitrubio.
Por una vez la inmensa minoría se mudó de inmensidad a secas, con unos ciento cincuenta asistentes en una sala a rebosar, algo inaudito cuando se presentan versos y lo normal es que acudan el autor, el héroe del editor y como no, familiares y amigos.
Rafael Soler convoca a tanta gente en primer lugar por ser un poeta magistral y, en segundo lugar por ser un caballero amable, atractivo, de trato exquisito y corazón inabarcable.
La poesía de Rafael Soler es narrativa, elegante y canallesca a un tiempo. Ácida en lo que tiene de trasunto vital, y almibarada en lo que tiene de elogio de la belleza y de la belleza de la palabra que la define.
Ácido almíbar es un libro de poemas excelente. Si Maneras de volver, que ya comenté aquí recientemente lleva cinco ediciones y algunas traducciones, Ácido almíbar, presiento, está llamado a convertirse en una referencia poética de nuestro país. No hay poema que no sorprenda, ninguno nos deja ese “más de lo mismo”, esa sensación tan común en un poemario. Cada poema sorprende y zarandea y te dibuja una leve sonrisa en los labios, una sonrisa que es un asentir, un recordar vivencias, una complicidad con la palabra que nos ha alumbrado el alma en su lectura. Así de mágico es este poeta, dandi de blancos cabellos, Rafael Soler, este maestro del verso contemporáneo.
En este segundo libro de poemas que leo de Rafael Soler, observo de nuevo la ausencia deliberada de las comas. Y bien, yo no sé si voy a escribir una tontería, si Rafael es consciente, por cierto que es una pregunta que le he querido hacer muchas veces, o incluso si de repente voy a inventar una técnica poética sin saberlo; pero esta ausencia de comas, a mi como lector, me obliga siempre a una segunda lectura. Gracias a esa segunda lectura, disfruto y exprimo más y mejor el poema y una vez “aprehendido”, y en la medida de lo posible, coloco ya mis pausas con mis comas imaginarias. Sea como fuere, la ausencia de comas preceptivas en los poemas de Rafael, otorga nuevas posibilidades y libertad a la hora de leerlos e interpretarlos.
En la presentación, Rafael leyó su personal selección de poemas, con esa voz tan rotunda, tan bella y tan verosímil como la suya. No los voy a comentar todos aquí por supuesto, no sea que meta aún más la pata, que cada uno haga su lectura, la disfrute y saque sus conclusiones, pero sí que voy a destacar, de los que él leyó los que más me gustaron a mí, y algún extra más personal después de mi segunda lectura. Del primer bloque Quédate a los títulos de crédito, el primero, Parto a término dedicado al origen de la vida humana y a ese momento preciso, dicen que traumático, en el que vemos la luz por primera vez.

Y qué salvar entonces
qué origen qué fulgor qué trabalenguas

epifanía de lo amargo por venir y lo nacido

dónde poner
tu nutriente mecedora umbilical
la oscura luminosa soledad
en el arcón sellado

acuático diástole

                ahora que alzándote de nalgas
            a un vacío sin fin te precipitan.

            Del segundo bloque Galería de afines y cercanos, el recuerdo de esa vieja prostituta y personaje misterioso del paisaje adolescente del poema Evocación de un beso con saliva.
            
            Carmela tenía un tamaño aproximado
            una virtud aproximada
            una edad aproximada

            pero tenía una mosca de fresa en el escote
            y exacto su entresijo

            allí nos recibía
            y de a uno pasábamos visita
            urgentes primerizos asustados
            en su lengua paciente una cuchara

            Carmela descansaba los domingos
            pero antes entre risas nos traía
            media barra de hielo oxigenado
            una enagua que subía volandera
            salmonetes bizcochos trementina

            por mostrar que la vida es una ausencia
                                                                       consentida
            una tarde aproximada de un mes aproximado
            Carmela decidió cambiar de duna y domicilio

            dejando en la pared nuestra dieta
            de higos secos avellanas caracoles y tristeza

            y a la mosca recluida en su provincia.
           
        Del cuarto bloque titulado Dos, el poema Tenemos que desmontar la casa con dos versos iniciales luminosos
            
            Y esta lámpara
            que prendía nuestra luz al apagarse
            (…)
            
           Y uno que Rafael no leyó, Habitación por horas con nevera dedicado una vez más a la figura de la prostituta y los encuentros apresurados y furtivos de hotel.
            
            No eres Lolita
            ni tienes el encanto
            de cinco mosqueteros en busca de su cuatro
            pero este roto de tu media
            bien merece una falda plisada a la medida
            y este motel de medio pelo
            una alfombra mejor donde poner mi prisa

            no soy Lolita piensas
            de cuarenta para arriba abriendo las exclusas

            pero este lavabo es suficiente
            y tu loción de cura antiguo
            tu desbordada tripa
            y tu silencio cansado cuando acabes
            durarán el tiempo de una ducha.
           
          Finalmente, del cuarto bloque, aunque el libro tiene tres más, destacaría dos poemas que tampoco leyó el pasado día de Santa Inés. Una certeza en cada mano en el que aborda el tópico universal de la vida y la muerte.
            
            Todo tiene el tamaño de una nuez
            si pones empeño suficiente
            pues siempre es la muerte
            asunto del otro cuando muere

            el misterio
            un envase que caduca

            la cólera
            un gesto de sudor vestido

            la risa
            un truco de Pavlov

            el amor postizo
            un espasmo acompasado

            y esa felicidad que nunca llega
            otro error de cálculo.
            
           Y Hábitos estables para alcanzar el día dedicado a la noche y la evasión, la noche y sus búsquedas callejeras o de discotecas inseparables del alcohol.
           
            Así tú
            buscón de discoteca
            excedente zurcido a una farola
            cuando escuchas el desaire de otra dama

            souvenir envasable que recibe
            a las cinco menos diez un preaviso

                        cerramos en un rato págueme las copas

            una hora menos
            si bebieras en Canarias.

            Dicho lo escrito solo me queda añadir una certeza: cuando lean a Rafael Soler descubrirán a un enorme poeta, comprobarán que a la gran lista de poetas contemporáneos españoles de la transición de los siglos XX y XXI, falta solo su nombre.

domingo, 2 de febrero de 2014

Madrid es ella



Después de cuatro años y medio en Madrid, este vídeo, acompañado sobre todo por un buen texto, ilustra gran parte de mis sentimientos.