Dialogando en el Café Salambó

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martes, 27 de diciembre de 2016

Qué vergüenza, de Paulina Flores



Qué vergüenza
Paulina Flores
Barcelona,1ª edición, septiembre de 2016
Colección Biblioteca Breve
Editorial Seix Barral S.A.

ISBN: 978-84-322-2950-3


Hace poco, un buen editor me contaba con una mezcla de pesar y de victoria en su discurso, que estaba valorando echar abajo la persiana del negocio y ponerse de una vez a vivir del cuento. Entiendo a los que han cumplido ese propósito, nada que decir, y si no, valiente, ve tú y haz ese trabajo de lanzador de mensajes en botellas de cristal, a los océanos del sistema…  Pero aún admiro más a los que siguen intentando vivir del cuento con la persiana y la cabeza bien arriba, bien altas.
Afortunadamente para Seix Barral y sus incondicionales, entre los que me encuentro casi desde que tengo uso de razón lectora, la histórica editorial no sufre ese tipo de zozobras y puede permitirse no depender del cuento y publicar lo que de verdad les parece que vale la pena, como este buen libro de relatos de Paulina Flores, jovencísima revelación chilena de 28 años. Antes lo había hecho la editorial Hueders, en Chile. Porque el relato Qué vergüenza, que abre y da título al conjunto, fue premiado con el Roberto Bolaño del 2014 y con la distinción del Círculo de Críticos de Arte chileno a la mejor autora novel en el 2015. Benditos premios, los que nos acercan a nuevos valores como Paulina Flores. Y benditas las editoriales que se atreven, al margen o no del pedigrí de los fallos con el género del relato, denostado y olvidado injustamente a pesar de su dificultad y de su efecto de trampolín para algunas carreras literarias, cuando el resultado es de la calidad del libro que me ocupa.
Lo que encontramos en esta antología es un entramado de las siempre azarosas relaciones familiares, con la figura del padre como uno de sus elementos nucleares. Un padre a veces heroico pero a menudo derrotado por circunstancias laborales, cuya responsabilidad tradicional de ser el motor de la familia se ve afectada por una sociedad en crisis o queda en entredicho por la determinación de mujeres más fuertes. Ellas; niñas, adolescentes, jóvenes, madres adultas o ancianas son en realidad, para bien o para mal, como verdaderas víctimas o heroínas, las auténticas protagonistas del recién estrenado universo narrativo de Paulina Flores. Desde este punto de partida general, nos encontramos con parejas en plena y sutil autodestrucción, con la niñez y la pérdida de la inocencia, con la cruda cotidianeidad y el sentimiento de culpa, con el erotismo entre sexos opuestos, con la traición o con la vulnerabilidad, especialmente de las víctimas de abusos sexuales, las que ya no serán jamás inocentes y libres. Así, la galería de personajes que aparecen, tienen una potencia espectacular y un nexo común, suelen ser supervivientes, y encaran siempre sus conflictos, para superarlos o para convertirlos en una arma.
Debería decir que el libro lo conforman nueve relatos, pero en realidad el último, para mí prescindible, porque rompe un poco la armonía del resto y cuya lectura se hace bola en la boca, con ochenta y seis páginas, está más cerca de lo que sería una novela corta que de un relato breve al uso. La protagonista de Afortunada de mí, sin alejarse del tono general del libro, se mueve entre el erotismo, la negación y la supervivencia en un mundo emocionalmente hostil.
Descartada la única mácula que le atribuyo al libro, el resto es una sinfonía perfectamente armonizada de valentía, sensualidad, crudeza no explícita pero sí implícita en un lenguaje que no necesita chapotear en el sensacionalismo. Un libro valiente, contundente y sutil a un tiempo. Una mirada inteligente del conflicto sentimental.


Pero como ocurre con cualquier libro de relatos, siempre queda un mejor recuerdo de unos que de otros, ya sea por razones formales objetivas, por los argumentos tratados, o por la mochila que cada lector pone encima del relato haciendo de su lectura una experiencia siempre única, personal y casi intransferible. Así que les ahorro el aburrimiento de hablarles de cada uno de ellos y me centraré en los que me han reportado un mayor placer, por orden.
Tía Nana es una historia familiar, los recuerdos de infancia y de un triángulo femenino trascendental formado por la tía Nana, la niña que narra y la madre de ésta. Hay también un padre “cesante” (en paro) que se va un día, de repente… Un juego caleidoscópico de afectos, secretos, y de la necesidad de la niña de huir y de forjarse su propia identidad. Y al final, un misterio: la tía Nana, ¿era en realidad la tía, o la madre de la niña?
Qué vergüenza es el primero, y es un relato inquietante. Trata de un matrimonio que no funciona, con un padre en paro, una madre que mantiene a la familia y dos hijas que acompañan al padre, al que adoran, en diversas entrevistas fallidas de trabajo. Pero un día, la mayor se empeña en que papá vaya a una titulada “casting”. Y no será lo que creían… y les embargará la vergüenza, sobre todo al padre, y quizás ya nada será igual entre ellos a partir de ese momento.
Últimas vacaciones nos explica un verano en la vida de un niño de diez años y la oportunidad que tiene de vivir con su tía y sus primas una vida mejor, porque ellas pertenecen a una clase media que puede permitírselo. Conoce también a un niño rico al que a pesar de ello, porque solo lo supera en dinero, el protagonista se siente superior. Así, alejado de una madre que es incapaz de educarlo y mantenerlo y de su hermano funcionalmente inútil, por momentos se deja llevar por el espejismo y sufre la tentación de negar a su madre y avergonzarse de su realidad. Sin embargo, finalmente tomará una gran decisión, cargada de corazón y honestidad: no abandonar a su madre y a su hermano, con el padre además en la cárcel, y ayudarlos con su amor e inteligencia a ser felices también. No renegar en definitiva de sus or.rminarlo...terminbarlo? Cierra mal el libro. El relato es tedioso, aburrido... olvidtraígenes y de lo que es.
Teresa es un relato enigmático, sensual y triste. Una mujer que ha vivido desde niña con la necesidad de huir de su realidad mediocre, observa una escena desde el otro lado de la calle donde trabaja. Ve a un hombre atractivo con una niña, supuestamente su hija, a la que ha acompañado hasta los servicios de unos grandes almacenes. Teresa, que es el nombre falso con el que se presenta, se dirige al hombre. Se conocen, y se van a un edificio algo tétrico, donde quizás él vive con la niña. Allí la niña se va a jugar, mientras ellos, en otra estancia hacen el amor. El encuentro está lleno de sensualidad y erotismo, pero poco a poco la tensión crece casi sin anunciarse y después del placer realmente satisfecho, la mujer sale del edificio tomando a la niña de la mano, quizás rescatándola…



Especialmente en estos relatos destacados, podemos encontrar lo que para mí es el mayor de los méritos de la narrativa elíptica de Paulina Flores: la significación de lo que no se cuenta, el arte de sugerir sin anunciar las cosas explícitamente. Así, Paulina Flores, sin abandonar la tensión del texto nos lleva de un plano a otro de la narración, introduciéndonos en el conflicto, en el misterio de lo cotidiano sin nombrarlo, solamente llevándonos de la mano hasta esa línea difusa para decidir si aceptamos el camino propuesto. Y en esa sutil línea, en esos momentos fronterizos, suele estar el quid de cada historia, el por qué de las cosas, el alma del relato, la razón de que lo contado nos deje un poso de placer, un recuerdo lector, la justificación absoluta del factor literario, la consagración de una gran escritora. Yo tengo señaladas mis páginas en las que ocurre el milagro, busquen las suyas, seguramente coincidiríamos. Está escrito.