Dialogando en el Café Salambó

Dialogando en el Café Salambó

Índice

sábado, 26 de abril de 2014

Sant Jordi 2014

Aquest Sant Jordi 2014, protagonitzat per la mort del geni Gabriel García Márquez, qui afortunadament s'haurà col·locat entre la llista del més venuts, tot desplaçant potser una mica a alguns dels que són, a més de mediàtics, impostors; vaig començar signant a la Llibreria Xaropa de La Palma,


més tard a la Rambla de Cornellà amb els meus companys del grup d'Aut@rs de Cornellà, a on vaig tenir la sort de signar, entre d'altres, a antics amics d'infantesa i joventut que van passar per la parada,




I la setmana literària, a més d'algunes trobades escolars amb la novel·la Simón, no; Saimon, va acabar el divendres 25 amb la cinquena presentació de Las tres caras de la moneda al Teatre de l'Aliança Palmarenca de La Palma de Cervelló. Va obrir l'acte el regidor de cultura Francesc Cortés i va presentar el llibre l'escriptora, periodista i antropòloga Margarita Espuña.





Saimon termina el curso con un Notable alto...

COL. UTMAR (ESPLUGUES)


ACADÈMIA IGUALADA


IES VALLBONA D'ANOIA



sábado, 19 de abril de 2014

Gabriel García Márquez

El coronel Gerineldo Márquez, que luchó por el fracaso
con tanta convicción y tanta lealtad como antes había luchado
por el triunfo, le reprochaba su temeridad inútil. “No te preocupes”,
sonreía él. “Morirse es mucho más difícil de lo que uno cree”
Cien años de soledad.

Ahora se muere gente que antes nunca se moría.
Gabo


            Ha muerto Gabriel García Márquez, Gabo para los que le adorábamos, Gabito para sus amigos íntimos y familiares. Desde los años noventa cuando superó un cáncer linfático, carroñeros de la palabra y desaprensivos con afán de notoriedad y mercantilismo, se lo habían estado cargando permanentemente. Siempre estaba a punto de morirse, y siempre se despedía con una carta ñoña, blandengue y lacrimógena, siempre la misma carta, al más puro estilo de la literatura barata de autoayuda que algún imbécil tuvo el placer obsceno y morboso de hacer circular por Internet todos estos años, dando vueltas y vueltas al mundo, hasta no hace mucho por cierto, que volvió a entrar en mi correo electrónico. Pobre Gabo, el, que había dicho que toda su vida se la había pasado levantándose temprano para ver si era capaz de escribir una historia que nadie jamás hubiera contado antes y que sirviera para hacer feliz a un lector imposible. El, que había predicado el periodismo como la profesión más bella y con más probabilidades de honestidad del mundo. Poco después de una de esas primeras crónicas de una muerte mal anunciada, Gabo desmentía su muerte inminente en una entrevista publicada por El País. Me atreví a mandarle la entrevista a una profesora que me había enviado la linda carta de despedida del anónimo no ilustrado y la profesora ya nunca me miró igual, más bien dejó de mirarme, y es que a veces el sentido del ridículo se lleva a la humildad por delante.
            En fin, que ahora va en serio. Ha muerto Gabo, desde Cervantes y Shakespeare, de los que ya hace más de cuatrocientos años, y junto a ellos; el mejor escritor de la historia de la literatura universal.
            Lo empecé a leer, como la inmensa mayoría de los mortales, poco después de que le concedieran el premio Nobel en el 1982. Debió ser al año siguiente o al otro, cuando mi primera suegra me regaló una edición barata de Cien años de soledad que a su vez a ella le había regalado La Caixa por Sant Jordi, cuando los bancos, todavía regalaban algo.
            Y resultó una experiencia desconcertante. Para un joven de diecisiete años como yo en aquél momento, acostumbrado a las lecturas generacionales y “obligatorias”, bueno, con la excepción de la tetralogía de Lawrence Durrell, leer Cien años de soledad fue un verdadero seísmo literario ¿Se podía escribir de aquella manera? ¿Se podían romper todas las reglas e inventar otras nuevas dentro de la ruptura, la irreverencia formal y la imaginación más desbordantes? Se podía. Pero seguramente yo no supe entonces sacarle todo el jugo. Después los críticos dieron con la etiqueta y a esa nueva manera de escribir le llamaron realismo mágico y desde entonces, miles y miles de escritores no hemos parado de intentar poner magia a la realidad de nuestras escrituras. El realismo mágico nacía para convertir lo inverosímil en verosímil, para arrastrarnos a la más pura fantasía e irrealidad con todos los ingredientes de lo cotidiano, para arrastrarnos, sin remedio, hasta los brazos de su literatura.
            Años más tarde, volví a leerlo en mis últimos cursos de estudiante de filología y me ratifiqué en mi pasión. Con un grado mayor de madurez, habiendo ya leído a otros representantes del boom americano, esta vez, pude disfrutar aún más de una segunda lectura, sin necesidad de ahondar en formalismos, simplemente abandonándome al puro placer de la palabra.


            En esa etapa, sobre finales de los ochenta, yo diría que en el 89, una vez estuve muy cerca de él, no sé si tanto como leyéndolo o no, pero desde luego, muy cerca físicamente. Estaba esperando mesa en un restaurante de la calle Copérnico de Barcelona que se llamaba Los inmortales, me acompañaban tres amigas tres, sí, en una época en la que yo leía casi tanto como alternaba para amortizar y desbravar mi rabiosa juventud cuando de repente entró Gabo en el restaurante acompañado de dos mujeres aproximadamente de su edad. No reparé en ellas, pero tiempo después pensé que bien podrían ser su mujer Mercedes Barcha y su editora Carme Balcells. El mâitre salió a su encuentro y los acompañó raudo a una mesa que supongo y quise pensar, ya tendrían reservada mientras mis amigas y yo seguimos esperando. Pero para mí, aquella cena ya no iba a ser lo mismo. Me la debatí toda entera con el dilema de si debía o no, si era capaz o no de ir a pedirle un autógrafo. Todos somos un poco fetichistas y yo en particular, para estos asuntos no soy una excepción. Yo ya era escritor, lo era desde niño, lo admiraba, yo aún había sido incapaz de terminar una novela, apenas había publicado mis primeros poemas y relatos en publicaciones universitarias y tenía allí, a escasos metros a Gabo, todo un nobel de literatura, pero no cualquier nobel de literatura. Era Gabriel García Márquez, joder.
            Y ahora, desde hace casi un año, me puse a leer por tercera vez los cien años…, pero esta vez en soporte digital, con mi Ipad, sobre cuyo texto y pantallas hago mis modestas anotaciones. Y la voy leyendo, paladeando sorbito a sorbo como el buen vino, en tragos cortos.
            Lo que más me fastidia de su muerte es que al final, los impostores cibernéticos que la venían persiguiendo desde los años noventa se salieron con la suya
            Y lo que no me preocupa lo más mínimo es que a pesar de su muerte se cumple el tópico, nunca más cierto y honroso, de que sigue vivo a través de su obra, ese es el mayor propósito de un escritor: seguir vivo a través de sus libros y eso, Gabo lo ha conseguido como nadie.
            Y seguiremos leyéndolo hasta que seamos nosotros los que caigamos en las garras de la parca.

martes, 15 de abril de 2014

Ciutat, d'en Jordi Cervera


Ciutat
Jordi Cervera 
Barcelona,març de 2014
Poesia.Viena Edicions
ISBN:978-84-8330-783-0




Ciutat és un conjunt de trenta cinc poemes i textos poètics en prosa, guardonat amb el premi Joan Llacuna de poesia d’Igualada 2013.
    Vaig assistir a la seva presentació el passat dimecres, dia 2 d'abril, a la Llibreria La Impossible, del carrer Provença, 232 de Barcelona. Val a dir que mai no havia estat a aquesta llibreria i que em va semblar un racó deliciós i càlid, un espai petit, lluny de la fredor i la impersonalitat de les grans superfícies destinades al llibre com a objecte comercial. Primera particularitat.
     El llibre el va presentar l’actriu Olalla Moreno. Segons l’autor, li va oferir a ella perquè la Olalla, una mica com ell també, acostuma a passejar per la ciutat per relaxar-se i inspirar-se. L’actriu va confessar que era el primer cop que presentava un llibre, segona particularitat, i que se sentia insegura davant del repte. En acabar l’acte, em vaig acostar per felicitar-la doncs si en moltes presentacions de llibres acostuma a dominar la impostura i l’ intel·lectualisme llefiscós i buit, en aquest cas, tot el contrari, la naturalitat i la humilitat d’una lectora podríem dir que anònima, va vestir la presentació de senzillesa. I s’agraeix.
     I la tercera particularitat és que el Jordi Cervera i jo ens coneixíem personalment després de gairebé nou anys de cordial i enriquidora relació ciber epistolar i lectures mútues.  





     Però el més important, la major de les dignitats sempre hi és en el text, en allò que escrivim, i haig de dir que desconeixia l’obra poètica del Jordi Cervera i haig de concloure ara ja, després de dues lectures crec que prou atentes i compromeses, que he descobert un bon poeta, el poeta Jordi Cervera.
   Definir Ciutat en principi port semblar fàcil, és cert. Fent servir les pròpies paraules de l’autor, així no ens pengem medalles que no ens pertoquen, diríem que el llibre no deixa de ser un passeig tafaner per la ciutat, mirant-la de debò, no capcots mirant el mòbil... però burxant una mica més ens trobem que hi moltes més coses a dir.
   Ciutat és un exercici de voyeurisme urbà, el d’un observador implacable que aixeca la mirada per no perdre’s detall, que s’asseu a gaudir de l’espectacle de veure passar la gent i la vida, allò tan senzill d’anar per exemple a la rambla, exclusivament a veure passar la vida pel preu d’una canya, o de vàries. Una mirada de poeta en dues direccions, la ciutat pròpiament dita d’una banda, i de l’altre, la seva gent, i encara una tercera, la mirada de la simbiosi d’ambdues coses, ciutat, carrers i racons i gent esdevinguts personatge únic. Una ciutat que segons el Jordi pot ser Barcelona però també pot ser la seva Reus natal de manera que a manca de massa localitzacions concretes, cada lector imaginarà la seva pròpia ciutat.
     El llibre comença bé ja des de la portada. No sempre un té la oportunitat de destacar una portada però en aquest cas, és un clar exemple de la importància de la façana d’un llibre, de la capacitat de captació i transmissió literària que pot arribar a tenir. En aquest cas, el primer pla de la matricula d’un cotxe, aparcat just davant d’una vora i entre les quals es veuen unes fulles marrons de tardor surant sobre un bassal d’aigua de pluja, és gairebé el primer poema. Felicito a la editorial Viena i concretament a la seva fotògrafa Sònia Rimbau.
   No havent llegit altres poemaris del Jordi Cervera, la poesia de Ciutat em sembla una poesia sòbria, allunyada de dolçors embafadores i concessions a la sensibleria més fàcil, risc en el que solen caure els mals poetes. Una poesia reflexiva, escrutadora, que fa del detall un univers evocador, una poesia que juga amb les múltiples possibilitats sonores i rítmiques d’un lèxic a vegades perdut i per tant, recuperat per l’ocasió. Una poesia a voltes amb un punt de denúncia.
     Dels trenta cinc textos poètics, destacaria aquells que dibuixen la senzillesa extrema d’una imatge quotidiana, com el 005:

Hi ha turistes que no fan vacances
que, com llangardaixos, perden la pell
de tant bellugar sense proporció,
de tant llançar-se al buit avar
amb només una xarxa escèptica
feta de gorres de propaganda
i motxilles farcides de quincalla,
el sol com a enemic emboscat
i la tafaneria atropellada
que s’esconilla a preu taxat.

O en la mateixa línia, el 020:


Un televisor esquerdat,
boca fraudulenta de la veritat
que, des del fons orc d’un bar,
aboca oblits a intervals regulars.


I encara un més, el 027:


Em costa ben poc dissoldre’m
pels volums adormits de les cantonades.

     El poema més llarg, el 004, podria representar la qualitat unitària del conjunt i en ell es recull la idea de la ciutat com un ens amb ànima pròpia:


(...) I no tinc clar si quan la ciutat es torna cantonada
es construeix o bé s’enfonsa,
si creix amb la intenció secreta d’arribar
a rascar-los el sexe flonjo als núvols
o bé s’ajup per agafar la dimensió dels homes
(i de les dones que dirien els polítics correctes). (...)

     El número 013 que, curiosament, sent una mena de text poètic en prosa el que sembla que fa és reivindicar la poesia urbana.
     El número 016, una espècie de lletania de desitjos o propòsits potser utòpics.
    El número 030, en el que sembla reclamar que la ciutat deixi de ser una arma pels polítics, una oportunitat per fabricar vots i en el que aprofita, potser, per fer una magnífica declaració d’un concepte de pàtria però també una autocrítica als ciutadans passius:


(...) La pàtria és un mer passadís de metro,
una bagassa moribunda i esfilagarsada
que han robat els polítics interins
per anar bastint l’ensenya del tedi i les apaties,
per gravar-hi amb foc els símbols de l’anorreament,
d’aquest llanguir sense incidències que els enriqueix,
que ens fa ser ovelles trencades i ploraneres
i els deixa el pas franc a la malifeta,
a la carnisseria general i al benefici propi.
Les banderes són tan sols mortalles sentimentals
i els himnes, la banda sonora del brutejar de les idees. (...)


     Finalment, m’agradaria destacar allò que sempre em queda marcat quan un narrador com jo i poeta frustrat, llegeix poesia. Aquell vers, aquella imatge magistral que ja no oblides, la que et fa decidir des de la teva llibertat de lector, que el poeta és digne de la major qualitat i mereix el meu etern respecte. M’estic referint a la manera de citar el suau pas de la tarda al vespre, aquest moment tan poètic:


(...) l’esllavissada reumàtica dels vespres, (...)


     Un vers que a més, ha provocat també la màgia que no es dona amb tots els llibres que un llegeix, la d’evocar-me sensacions pròpies, també urbanes, íntimes i en aquest cas de la meva tendre i primerenca infantesa al barri de Les Corts. La olor inconfusible de l’asfalt mullat després d’una tempesta d’estiu enmig de l’esllavissada reumàtica dels vespres, o, la olor de la goma calenta del plat del tocadiscos Bettor del meu pare, al balcó del carrer Maria Barrientos, escampant la veu de l’Antonio Machín pel barri en plena primavera.
     Gràcies Jordi per recordar-nos amb el teu llibre la ciutat que tots portem a dins.

Presentación Las tres caras de la moneda

El viernes 4 de abril, en la sala Raimon Llort de la Biblioteca Central de Cornellà se presentó el libro de relatos Las tres caras de la moneda de Jorge Gamero. La sala se llenó para recibir de nuevo al autor, que vivió gran parte de su infancia y adolescencia en esta ciudad. Una ciudad que según declaró el regidor de l'ajuntament Jordi Gª Guitart, acoge y promueve con convicción la lectura y más si cabe cuando se presenta un libro de un autor local, como el ya habitual Jorge Gamero, miembro también del grup d'Aut@rs de Cornellà. El libro lo presentó el profesor de lengua y literatura española, novelista y dramaturgo Eugenio Asensio y por su parte, Emiliano Valdeolivas, juglar y cantautor amenizó la presentación interprentando musicalmente poemas de Ángel González y Gloria Fuertes. 



 


Presentación de Las tres caras de la moneda en Sevilla

El viernes 28 de marzo, en La Mercería Café Cultural de Sevilla, se presentaron Las tres caras de la moneda. En un ambiente familiar y cálido, el editor Romualdo Carnero y un servidor, mantuvimos un diálogo en público sobre los entresijos del libro, nuestra relación de editor y autor y otros asuntos pendientes...



 

Nuevos encuentros con jóvenes lectores de Saimon

COL. FUENLABRADA (MADRID)


COL. NTRA.SRA. DE LA CONCEPCIÓN DE NAVALCARNERO (MADRID)


COL. ALEMÁN DE MADRID


COL. LAS ROSAS DE MADRID