Dialogando en el Café Salambó

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domingo, 8 de enero de 2017

El sonido de los cuerpos


El sonido de los cuerpos
Fernando J. López
Madrid, 1ª edición, 
mayo de 2016
Editorial Dos Bigotes A.C.  
ISBN: 978-84-945170-5-1




El pasado viernes 30 de septiembre de 2016, Fernando J. López presentó esta novela en la Librería Antinous de Barcelona. Una reunión ineludible me impidió asistir, pero un buen amigo común me trajo un ejemplar que ha estado esperando su turno en la estantería de lecturas pendientes hasta estas pasadas navidades.

El ruido, La música y El silencio son los títulos de las tres partes en las que se divide, y en ese orden, esta magnífica novela, con cuyo título, El sonido de los cuerpos, guardan una deliberada relación mucho más compleja y rica de lo aparente y que conforman una estructura armónica. La novela se inicia con una obertura que convierte al conjunto en una sinfonía narrativa, poliédrica y extraordinaria.
El ruido de los hechos empieza un martes 6 de octubre, a las 3:17 cuando Jorge, supuestamente se suicida lanzándose por la ventana de la habitación 935 desde el noveno piso de un hotel. Imaginamos el ruido de su cuerpo al impactar contra el suelo, el ruido interior del dolor de Mario, su pareja, narrador en primera persona que de repente no puede entender cómo le ha podido ocurrir algo así a Jorge, alguien tan enamorado de sí mismo y de su calidad como director de cine. Sabemos de la inspectora de policía, que resuelve el caso ateniéndose a la lógica de los indicios, sin silenciar el ruido de los cabos sueltos. El ruido de las dudas de Mario sobre Jorge, a quien tanto llegó a amar, de las dudas sobre sí mismo. Y el ruido de un nuevo descubrimiento de Mario en plena investigación: el de los amantes de Jorge, Hugo y Dante, que habían sido asesinados un mes antes, apareciendo juntos y desnudos boca abajo sobre la cama de la misma habitación del mismo hotel, y unos pentagramas marcados con una navaja sobre sus cuerpos. El ruido de la muerte que lo desencadena todo, la de Kimya, una niña nigeriana de catorce años transexual, obligada a prostituirse y asesinada por hablar demasiado. El ruido de una nota escrita por Dante, que había querido denunciar toda la mierda, y el del sorprendente descubrimiento de Mario, de una cantidad obscena de dinero en la caja fuerte del banco que compartía con Jorge. El ruido de la verdad.
La Música, que bien podría ser la quinta sinfonía de Mahler y en especial de su adagietto, es la del sexo y de los sexos de los cuerpos amándose, y la música del amor. La música del éxito y sus aplausos, la música del lenguaje con todas sus trampas, de la ficción, y la música, a veces desafinada de la realidad. La música como identidad recuperada o redescubierta. La música interpretando la partitura de la vida.
Y el silencio hecho un nudo que duele en la garganta, roto al fin cuando Mario reconoce que acaba de descubrir que no sabía quién era él mismo, ni quien era Jorge. El silencio de la ausencia y de la traición, el silencio del periodismo al margen de la verdad, porque la cruceta de la que cuelgan todos los hilos, continuará silenciada por poderes fácticos. El silencio, que es el significado por cierto del nombre de Kimya, quien al romperlo, perderá su frágil vida.


El sonido de los cuerpos es mucho más que una novela negra, aunque incorpora todos los elementos del género con una facilidad y una solvencia que convertirían a Fernando J. López en un especialista. Se trata también y principalmente, de una novela sobre la identidad humana, sobre el descubrimiento de uno mismo una vez despojado de todas las máscaras que de manera consciente o no, nos ponemos frente a los demás. Pero también tenemos la cruda realidad de la trata de menores y la prostitución, lacras con las que algunos pocos se enriquecen, las enormes dificultades sociales de las personas transexuales, con un guiño a uno de los temas en los que Fernando J. López es más beligerante: la convivencia de los chicos y chicas no heterosexuales con el resto de alumnos y profesores en los centros educativos. También nos habla de la vanidad y el éxito a cualquier precio en el mundo del cine, por ejemplo. Y como elemento ubicuo, está el amor, la seducción, el sexo… Un amor que no es heterosexual o gay, un amor que el autor no cataloga, que no somete a convenciones de ningún tipo, un amor naturalizado e interpretado y vivido por parejas homosexuales o bisexuales, da igual. Amor, y desamor, sin más, sosteniendo la historia.

Por otra parte, una de las mayores particularidades de la novela es la capacidad de crear un personaje magnífico, de gran potencia, a pesar de su ausencia. Porque Jorge no está, ya ha muerto cuando el narrador empieza a contárnoslo todo, así que cuanto sabemos de él es a través de la mirada de los demás, y en especial, a través de la mirada de su pareja, Mario.

Fernando J. López, profesor, novelista, dramaturgo, y doctor cum laude en Filología, es en estos momentos unos de los autores con mayor proyección de nuestras letras. Esta afirmación, de faja promocional, se basa en una trayectoria rica en proyectos de éxito a pesar de su juventud, y en una lista de premios y reconocimientos considerable. Causa y consecuencia de la absoluta y definitiva rendición de este lector que les escribe, después de disfrutar en los últimos años de la lectura de cuatro de sus muchos libros. Fernando es ya uno de esos autores a los que uno reserva un hueco fijo en su cabecera.

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