El sonido de los cuerpos
Fernando J.
López
Madrid, 1ª edición,
mayo de 2016
Editorial Dos
Bigotes A.C.
ISBN:
978-84-945170-5-1
El pasado
viernes 30 de septiembre de 2016, Fernando J. López presentó esta novela en la
Librería Antinous de Barcelona. Una reunión ineludible me impidió asistir, pero
un buen amigo común me trajo un ejemplar que ha estado esperando su turno en la
estantería de lecturas pendientes hasta estas pasadas navidades.
El ruido, La música y El silencio son los títulos de las tres partes en
las que se divide, y en ese orden, esta magnífica novela, con cuyo título, El sonido de los cuerpos, guardan una deliberada
relación mucho más compleja y rica de lo aparente y que conforman una
estructura armónica. La novela se inicia con una obertura que convierte al
conjunto en una sinfonía narrativa, poliédrica y extraordinaria.
El ruido de los hechos empieza un martes 6 de octubre, a las 3:17 cuando
Jorge, supuestamente se suicida lanzándose por la ventana de la habitación 935 desde
el noveno piso de un hotel. Imaginamos el ruido de su cuerpo al impactar contra
el suelo, el ruido interior del dolor de Mario, su pareja, narrador en primera
persona que de repente no puede entender cómo le ha podido ocurrir algo así a
Jorge, alguien tan enamorado de sí mismo y de su calidad como director de cine.
Sabemos de la inspectora de policía, que resuelve el caso ateniéndose a la lógica
de los indicios, sin silenciar el ruido de los cabos sueltos. El ruido de las dudas de Mario sobre
Jorge, a quien tanto llegó a amar, de las dudas sobre sí mismo. Y el ruido de
un nuevo descubrimiento de Mario en plena investigación: el de los amantes de
Jorge, Hugo y Dante, que habían sido asesinados un mes antes, apareciendo juntos
y desnudos boca abajo sobre la cama de la misma habitación del mismo hotel, y
unos pentagramas marcados con una navaja sobre sus cuerpos. El ruido de la
muerte que lo desencadena todo, la de Kimya, una niña nigeriana de catorce años
transexual, obligada a prostituirse y asesinada por hablar demasiado. El ruido
de una nota escrita por Dante, que había querido denunciar toda la mierda, y el
del sorprendente descubrimiento de Mario, de una cantidad obscena de dinero en
la caja fuerte del banco que compartía con Jorge. El ruido de la verdad.
La Música, que bien podría ser la quinta sinfonía de Mahler y en
especial de su adagietto, es la del sexo y de los sexos de los cuerpos amándose,
y la música del amor. La música del éxito y sus aplausos, la música del
lenguaje con todas sus trampas, de la ficción, y la música, a veces desafinada
de la realidad. La música como identidad recuperada o redescubierta. La música
interpretando la partitura de la vida.
Y el silencio hecho un nudo que duele en la garganta, roto al fin cuando
Mario reconoce que acaba de descubrir que no sabía quién era él mismo, ni quien
era Jorge. El silencio de la ausencia y de la traición, el silencio del
periodismo al margen de la verdad, porque la cruceta de la que cuelgan todos
los hilos, continuará silenciada por poderes fácticos. El silencio, que es el significado
por cierto del nombre de Kimya, quien al romperlo, perderá su frágil vida.
El sonido de los cuerpos es mucho más que una novela negra,
aunque incorpora todos los elementos del género con una facilidad y una
solvencia que convertirían a Fernando J. López en un especialista. Se trata
también y principalmente, de una novela sobre la identidad humana, sobre el
descubrimiento de uno mismo una vez despojado de todas las máscaras que de
manera consciente o no, nos ponemos frente a los demás. Pero también tenemos la
cruda realidad de la trata de menores y la prostitución, lacras con las que
algunos pocos se enriquecen, las enormes dificultades sociales de las personas
transexuales, con un guiño a uno de los temas en los que Fernando J. López es
más beligerante: la convivencia de los chicos y chicas no heterosexuales con el
resto de alumnos y profesores en los centros educativos. También nos habla de la
vanidad y el éxito a cualquier precio en el mundo del cine, por ejemplo. Y como
elemento ubicuo, está el amor, la seducción, el sexo… Un amor que no es
heterosexual o gay, un amor que el autor no cataloga, que no somete a
convenciones de ningún tipo, un amor naturalizado e interpretado y vivido por
parejas homosexuales o bisexuales, da igual. Amor, y desamor, sin más, sosteniendo
la historia.
Por otra parte, una de las mayores particularidades de la novela es la
capacidad de crear un personaje magnífico, de gran potencia, a pesar de su
ausencia. Porque Jorge no está, ya ha muerto cuando el narrador empieza a
contárnoslo todo, así que cuanto sabemos de él es a través de la mirada de los
demás, y en especial, a través de la mirada de su pareja, Mario.
Fernando J. López, profesor, novelista, dramaturgo, y doctor cum laude
en Filología, es en estos momentos unos de los autores con mayor proyección de
nuestras letras. Esta afirmación, de faja promocional, se basa en una
trayectoria rica en proyectos de éxito a pesar de su juventud, y en una lista
de premios y reconocimientos considerable. Causa y consecuencia de la absoluta
y definitiva rendición de este lector que les escribe, después de disfrutar en
los últimos años de la lectura de cuatro de sus muchos libros. Fernando es ya
uno de esos autores a los que uno reserva un hueco fijo en su cabecera.
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