Dialogando en el Café Salambó

Dialogando en el Café Salambó

Índice

jueves, 15 de agosto de 2019

Bartleby o Montano, reseña de "Esta bruma insensata", el último libro de Vila-Matas.


Esta bruma insensata
Enrique Vila-Matas
Barcelona, 1ª edición, abril de 2019
Colección Biblioteca Breve
Editorial Seix Barral S.A.

ISBN: 978-84-322-3489-7


Cada nuevo libro de Enrique Vila-Matas contiene de alguna manera más o menos evidente todos los libros suyos que lo preceden. Siendo así, y algo que seguramente ningún vilamatiano me discutirá, la pregunta que me hago es ¿por qué no deja de cautivarnos y reincidimos incluso aunque durante la lectura reconozcamos rápidamente la repetición? Probablemente sea porque a su universo temático en cada libro aporta una novedad, un matiz, algo que lo afianza como un autor único en nuestra literatura, o incluso en la literatura, por huir de nacionalismos.
Vila-Matas no pasará a la historia por ser un gran novelista, un creador de ficciones al uso, no pretende evadirnos con realidades paralelas que reinterpretan el mundo no, todo lo contrario, y ahí es donde es un verdadero genio. Lo que hace Vila-Matas es provocarnos con dudas, abandonar teorías, embaucarnos con un entramado metaliterario de citas e ideas en torno a la magia de la creación literaria y, cuando se da el caso, si el lector es también autor, te empuja a seguir escribiendo o quién sabe si, un día de repente, a dejar de hacerlo.


Aún así, aunque la historia una vez más sea lo de menos, este es el resumen más suficiente que se me ocurre.
Simon Schneider tiene una obsesión, quizás fruto de no haber triunfado como novelista: coleccionar citas de otros autores. Pero se las proporciona a un solo escritor, su hermano Rainer Schneider, a quien llama Rainer Bros, quien después de cinco novelas mediocres viviendo aún en Barcelona, desaparece en Nueva York. Todo empieza cuando “El autor distante”, Rainer Bros, le hace a su hermano un encargo: frases en torno a la importancia de que los artistas tengan o no opiniones políticas. De eso hablamos luego.
Allí triunfa desde la lejanía y la ausencia voluntaria al estilo de Salinger o Pynchon pero lo hace gracias a las citas que le proporciona Simon. Esto, que no deja de ser una paradoja, no hace más que alimentar la dualidad, el juego de los opuestos o los espejos. Por un lado Simon envidia el éxito de su hermano y Rainer en cambio vive con la angustia de haber caído en la trampa de creerse todo un escritor y ahora no sabe cómo salir de ella.







Pasados veinte años, con la excusa de aclarar los términos de una herencia, Rainer Bros de repente decide volver a ser visible y cita a Simon en Barcelona en lo que al final será un ajuste de cuentas vital y literario.
La idea de Rainer es escribir una “novela de no ficción”, ¿”Esta bruma insensata”, diría yo…? sobre lo vivido los últimos tres días por su hermano Simon, que coinciden con los últimos días de octubre de 2017 cuando se proclama la república catalana. Pero debaten otra opción, la de Simon, escribir una “Introducción al arte de las citas” con su teoría de montar novelas con tramos intertextuales y contra el fetichismo de la originalidad.
El propio Vila-Matas ha declarado que este encuentro final entre los hermanos evoca el del capitán Benjamin L. Willard y el coronel Kurtz de la película “Apocalypse Now” de Coppola, como sabemos, basada en la novela “El corazón de las tinieblas” de Conrad.



Obviamente, nada que objetar a ello, pero debo confesar que a mí me evocó en primera instancia el encuentro entre los dos viejos amigos de “El último encuentro” de Sándor Márai. En ese caso el litigio era amoroso por una mujer, no como en el que nos ocupa, cuyo litigio es por la literatura, otra relación al fin en la que también se mezclan amor y odio.
En cualquier caso no es necesario ser muy avispado para entender, basta conocer algo la obra de Vila-Matas, que los hermanos Schneider no son más que las dos caras principales del propio Vila-Matas.
Pero volviendo al primer párrafo de esta reseña hay que recordar que la obra de Vila-Matas siempre ha girado en torno a una dualidad casi obsesiva. Por un lado el “no escribir”, el rechazo y la renuncia, la energía de la ausencia, la impostura de escribir etc. la literatura del “no” en definitiva, desarrollada sobre todo, aunque también antes, desde “Bartleby y compañía” (2000).

Y en el otro lado, desde “El mal de Montano” (2002), la literatura como única forma de vida, porque para mí vivir era construir ficciones (…) cualquier versión narrativa de una historia real era siempre una forma de ficción, dice Simon. La devoción febril por las palabras y la imaginación, el placer lúdico de la ficción del Tristam Shandy de Laurence Sterne.
           Este es el universo narrativo de Vila-Matas.
Y este es también el tema del último libro de mi admirado autor, que coincide con el tema de su personaje Rainer Bros, con las citas o sin ellas que le suministra su camello de frases ajenas, su hermano Simon.
(…) aquella permanente tensión que se daba en sus textos y que, por lo que podía ver, se daba también en su propia vida privada: la tensión por no saber si encarnar el rechazo a la escritura y la consiguiente renuncia a ella o tener fe en la literatura y ponerle a todo alegría y continuar escribiendo. Siempre estaba esa tensión en lo que escribía, siempre preguntándose, al principio, si escribir o no escribir, y más tarde, cuando ya era una evidencia que escribía, si seguir o no seguir. Si tener fe o tirar la toalla, enviarlo al diablo todo, that is the question, aquélla era la cuestión, su tema central: la fe en la literatura en una época en la que la Red, como un tratado de antropología global, lo sabía todo de nosotros y suplantaba a los escritores en su tarea.
A esta dualidad podríamos añadir otro tema sostenido a lo largo de su obra hasta este preciso momento: huir, desenmascarar y finalmente acabar con el tópico de la originalidad en literatura puesto que como el propio Simon Schneider afirma,
(…) uno acaba confirmando que en la literatura la originalidad era sólo un fetiche y no existía, (…)
(…) nunca ha existido la originalidad, que fue sólo una fantasía de Platón, para quien el mundo mismo era una copia.
Esta falacia es la principal coartada para justificar otra tendencia vilamatiana, no exclusiva del autor, Borges por ejemplo destacó por ello incluso inventándoselas, a usar las citas de otros autores para explicar su forma de ver el mundo y la literatura, y la de sus personajes, lo que suele llamar “la intertextualidad”. A tal punto lo cree inevitable que llega a afirmar que en literatura todo lo dicho es una cita de lo ya dicho por otros… Otra cosa, añadiría yo, es que seamos más o menos conscientes de ello. Recuerdo ahora cuando un autor amigo, después de leer un relato mío ya publicado, “El leedor fósil” (2005), me preguntó si había leído a Giorgio Manganelli. Le contesté que no y me invitó a leer su “Centuria. Cien breves novelas río” (1982). Cuando llegué a la número treinta y tres descubrí el porqué de su pregunta: que mi relato seguía de una manera asombrosa la misma idea y con palabras similares, a las del autor italiano. Las primeras cincuenta líneas eran asombrosamente parecidas.
El autor de “Esta bruma insensata” echa mano del que considera el mayor defensor del “arte de las citas”, Georges Perec, del que algunos decían incluso, que “vivía de ellas”. Pero Perec aporta un matiz importante, el de sumar o añadir siempre algo a lo citado:

“La introducción en lo que escribo de algo escrito por otro no ha de ser vista como un acto reflejo, sino consciente, como un firme paso para ir más allá de ese punto del que parto y que fue el punto de llegada de otro”
Más claro, el agua. Añaden Simon Schneider y Vila-Matas.
Perec arguye lo deliberado de la praxis pero Vila-Matas también trae al uruguayo Mario Levrero para ilustrar la opción inconsciente de la cita, aunque bien mirado la invalidaría como cita y la convertiría en una repetición literaria inconsciente.
“Desde que empecé a escribir, hay textos que los notaba como no-míos”, declaró en cierta ocasión Mario Levrero, para quien esos textos sólo podían venir de una parte suya que le era completamente ajena y aun hostil, o bien de malas pasadas que le jugaba la memoria que le dictaba un texto ajeno, borrándole el dato de que no era suyo. (…)
En definitiva, que Vila-Matas vuelve a hacer uso de la cita como su personaje Simon Schneider ahora y como tantas otras veces lo han hecho otros personajes suyos. Concretamente, y a menos que me haya dejado alguna, utiliza 43 citas, pero debo confesar que la mayoría me han defraudado en este libro. No por ellas mismas sino por su contextualización. Porque muchas de ellas sirven solo para ilustrar escenas mínimas, cotidianas e irrelevantes para la idea general del libro. Carecen de músculo ideológico.
Lógicamente hay excepciones y gustos. Al margen de algunas ya citadas para armar la reseña, me gustaría rescatar dos, entre mis predilectas, una por su maravillosa evocación lírica, un verso de Luis Cernuda: Adolescente fui en días idénticos a nubes.
Y otra excelente a la que recurre Rainer Bros para justificar su uso de frases de otros y que sirve para cerrar el tema aquí. La cita es de Wallace Stevens y es tan buena que no en vano, juraría que Vila-Matas ya la había utilizado en algún libro reciente: Soy incapaz de citar algo que no sean mis propias palabras, quienquiera que las haya escrito.


Y me dejo para el final el tema de la independencia de Cataluña que, como decía al principio es una clara novedad en Vila-Matas quien no nos ha tenido acostumbrados nunca a la opinión política. Debe ser porque esa era la consigna inicial de Rainer para pedir citas a su hermano Simon, la importancia de que los artistas tengan o no opiniones políticas. O es esta la ficción porque la realidad nos la sirve en bandeja. O debe ser para que no se diga que el autor no se moja siendo catalán, sobre un tema con la presencia social y en los medios más aplastante de los últimos tiempos.
Y lo hace Simon Schneider en los siguientes términos, que seguramente coinciden con los del autor, o habría confrontado otra opinión contraria a través del hermano, Rainer Bros. La escena corresponde al día que Simon baja de Cadaqués a Barcelona para encontrarse con Rainer, coincidiendo con una manifestación por la unidad de España:
(…) no tardé en verme rodeado de personas que agitaban banderas españolas y se dirigían al llamado Cinc d’Oros, la confluencia de Diagonal con el Paseo de Gracia, que era de donde arrancaba la manifestación por la unidad de España. Y yo no sabía dónde ponerme porque simplemente no me identificaba con ninguno de los dos “proyectos políticos” enfrentados. (…) Por eso, aquel domingo por la mañana, ver aquel espacio tan sobrecargado de signos intrusos no pudo más que incomodarme visualmente, sin duda porque convertía la ternura y grandeza de mis recuerdos de infancia en un paisaje burdo y fanático.









Añade alguna referencia sobre la relación de algunos autores y sus obras con la política. Por ejemplo Kafka, de quien dice que pretendía ir más allá de la política sin dejar de resolver las cuestiones que el pútrido sistema político de turno pudiera plantearnos a nosotros, pobres mortales. O Joyce cuyo lema “silencio, exilio y astucia” ilustraba su posición ideal frente al nacionalcatolicismo irlandés.
Una vez posicionado el autor sobre el procés, a favor de nadie, lo que yo creo es que el asunto se ajusta como un guante al juego de dualidades metaliterarias que propone el libro sobre la renuncia o la entrega total, sobre la consciencia de autor o sobre la invisibilidad. Es evidente, el procés, enfrenta un sí y un no, una renuncia y una entrega, un ser y un no ser; Cataluña como estado independiente o seguir como parte de España y viceversa. Bartleby o Montano. Y luego está la proclamación de la república catalana como forma política de estado independiente, que fue la representación de un legítimo anhelo, la interpretación de una ficción, un estado independiente tan efímero que apenas duró un minuto, una declaración que nadie salió a celebrar al día siguiente, dice el autor.









Una vez más, Vila-Matas fusiona realidad y ficción con acierto inapelable. Y una vez más, los vilamatianos esperamos el siguiente reto, el siguiente libro de Enrique.

No hay comentarios:

Publicar un comentario