Dialogando en el Café Salambó

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domingo, 30 de junio de 2013

55 minutos...

55 minutos
Ana Ares
Madrid, 2013
Colección Baños del carmen nº 342
Ediciones Vitrubio
ISBN: 978-84-940842-4-9



55 minutos es la historia de un delito, el de amar y ser amada, que tiene como no, unos antecedentes, unos hechos probados y unos atenuantes, circunstancias necesarias a cada una de las cuales le dedica Ana Ares una parte en su libro. Tres bloques de poemas al servicio de su historia, de su condición de ángel con piel de loba, o de pantera vestida de niña buena o ambas cosas enriqueciéndose y enriqueciéndonos.
El bloque Antecedentes lo abre con unos versos de Manuel Altolaguirre, junto a Emilio Prados, el gran desconocido de la generación:

Le has dado a mi semblante, sin saberlo,
una luz interior que me hace fuerte
para vencer mayores soledades.

Una elección significativa, una declaración de intenciones sobre la génesis de la historia de amor que la sitúa, afortunadamente para los amantes, muy lejos, mucho antes de esos otros versos del mismo Altolaguirre, y que yo he recordado desde aquellos viejos y entrañables tiempos de las aulas del COU de la transición:

Creímos morir de amor,
pero vivió el amor,
y morimos nosotros…

El bloque Antecedentes viene a ser algo así como el principio de la historia, el planteamiento clásico de una novela que sirve apara situar al lector en cómo empezó todo… De los poemas de esta parte me quedo con versos sueltos que lo dicen todo, insinuándolo:

Acudí a los archivos
como quien va a la guerra.
A los frentes salvajes de tu memoria fui
para evitar entre ambos una sombra,
un recuerdo siquiera, una lamentación.

que quizás ilustren la necesidad de vencer el pasado y convertirse en la medicina el uno del otro, la que necesitan los amantes para soltar el lastre del tiempo anterior.
Y empieza el delito del nuevo amor regenerador:

Y vinieron tus manos…
demorándose en tiernas inspecciones,
destejieron
y tejieron de nuevo ovillos,
abrieron las cancelas,
poblaron escondrijos.

Le sigue el segundo bloque Hechos probados. Los poemas que lo componen son la prueba del delito, el delito mismo de un amor encarnizado.

Cuando se enredan dos
que son como tú y yo,
los dos poetas,
hay besos entre versos encubiertos,
y la guerra intestina de palabras
es un órgano más, enfebrecido.

El amante, es otro poeta, Paco Moral, protagonista también del poemario, que está lleno de él, un Paco Moral, quien como dijo alguien en la presentación, bien podría haber escrito el making off… de este libro.
Entre otros muchos hechos probados, están estos versos:

En todo caso, ambos,
cazador y pantera,
camino del trabajo.

Un camino al trabajo en el que Ana invertía exactamente 55 minutos…
Y en el tercer y último bloque, Atenuantes, quizás lo que encontramos es la voluntad de trascender al amor para perpetuarse el alma a través de la saciedad.
Y lo cierra este poema, Ojalá, todo un elogio del poso que deja el amor, como un sustrato imperecedero que nos hace mejores.

Quede entre ambos un poso,
un resto de locura,
una fuente no exenta.
Agua para mañana
que pudiera venir
… y por si acaso.

Aquí no puedo evitar recordar aquello de Ángel González: Te llaman porvenir, porque no vienes nunca…

Pueda ser el silencio
inicio de un lenguaje y alfabeto
iniciático, extenso y exclusivo.

Seamos tú y yo dos extranjeros
mudos en el mercado de las lenguas
de los otros (atroces, esos seres
tan poco parecidos a nosotros
ahora que nos amamos).

Que se quede pendiente
para un futuro incierto
alguna decisión que nos concierna.
Un párrafo sin punto,
una simiente, savia u obstinación.
La posibilidad
de transformar el mundo
solo con decidirlo. Cuando quieras.

Que incluso en el no amarnos,
en el libre ejercicio del olvido,
podamos encontrarnos.

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