Estos
días lábiles a la fuerza, pero vividos como si no fueran a terminarse mientras
duran, revisité la brevedad.
El Club Marina estuvo el viernes 10 de febrero en la
Librería, Café, Gastrobar El dinosaurio todavía estaba allí… para presentar el
libro de relatos Los días lábiles, Barcelona
2016, Editorial Stonberg.
Y
no tuve más remedio que volver al genio de la brevedad, Augusto Monterroso. A
él se le atribuye el cuento más corto de la historia de la literatura que dice
así:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía
estaba allí.
No vengo ahora a decir mi interpretación o proponer posibles
lecturas del relato, que como el mismo autor ya dijo, son múltiples. Es común
de la nanonarrativa, que a menor número de palabras y recursos, la
interpretación y las lecturas se multiplican hasta llegar a la individualidad
de una por lector. Es decir hasta el posible infinito. Por eso apreciamos más
lo que no se dice pero queda sugerido, por eso la elipsis está tan valorada en
la narrativa. Como sugerentes espacios vacíos, como el aire en la escultura.

For sale. Baby shoes. Never worn.
(Vendo
zapatos de bebé. Nunca se usaron/Por estrenar)
Y no he podido evitar elucubrar sobre esta coincidencia. Al
parecer, lo de Hemingway fue una apuesta entre amigos sobre la capacidad de
escribir un relato de seis palabras, allá por los años veinte. Evidentemente
ganó el reto. El nobel como sabemos, se suicidó en el 1961 y fue en 1959 cuando
Tito Monterroso publicó el dinosaurio dentro
del libro titulado Obras completas y
otros cuentos.
Mi
pregunta es obligada y evidente, ¿Conoció Monterroso el relato de Hemingway?
Parecería lógico pensar que sí, pero en ese caso habría tenido la oportunidad
al menos de igualarlo escribiendo: Cuando despertó, el dinosaurio todavía
estaba.
O incluso de superarlo en brevedad escribiendo: Cuando
despertó, el dinosaurio estaba.
Lo que es más improbable, es que el americano conociera el
relato del guatemalteco en esa última etapa de declive personal hasta
conducirse al suicidio. Y en el supuesto de que hubiera conocido el relato del
dinosaurio, una palabra más largo, eso tampoco hubiera compensado su tendencia
al suicidio desgraciadamente.
Otra cosa improbable es ser aún más breve que ambos en
sendos relatos, el del dinosaurio y el de los zapatitos. Aunque se podría
intentar. Y me he acordado entonces de algunos epitafios, verdaderas joyas de
la brevedad. Si aceptamos el contexto como parte del texto, hay muchísimos,
tendríamos por ejemplo el de Borges: Y no
tengan miedo… O este otro que no sé a quien se le ocurrió: Os lo dije… pero que es toda una
sugerente obra de arte.
Hola, Jordi. Felicidades por tu cumple. No sabía lo de E. H. Muy sugerente y connotativo.
ResponderEliminarGracias Eugenio. Yo tampoco lo sabía, no creo que sea un detalle muy conocido, por eso me pareció que valía la pena traerlo a la ocasión.
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