Dialogando en el Café Salambó

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miércoles, 15 de febrero de 2017

Los zapatitos del dinosaurio

Estos días lábiles a la fuerza, pero vividos como si no fueran a terminarse mientras duran, revisité la brevedad.

El Club Marina estuvo el viernes 10 de febrero en la Librería, Café, Gastrobar El dinosaurio todavía estaba allí… para presentar el libro de relatos Los días lábiles, Barcelona 2016, Editorial Stonberg.


Y no tuve más remedio que volver al genio de la brevedad, Augusto Monterroso. A él se le atribuye el cuento más corto de la historia de la literatura que dice así:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.








No vengo ahora a decir mi interpretación o proponer posibles lecturas del relato, que como el mismo autor ya dijo, son múltiples. Es común de la nanonarrativa, que a menor número de palabras y recursos, la interpretación y las lecturas se multiplican hasta llegar a la individualidad de una por lector. Es decir hasta el posible infinito. Por eso apreciamos más lo que no se dice pero queda sugerido, por eso la elipsis está tan valorada en la narrativa. Como sugerentes espacios vacíos, como el aire en la escultura.

El caso es que zascandileando por la brevedad, tropecé con algo que desconocía hasta ahora: el relato de seis palabras de Ernest Hemingway. Una palabra menos que el de Monterroso. El del americano, que él mismo consideró uno de sus mejores relatos, dice:

For sale. Baby shoes. Never worn.
(Vendo zapatos de bebé. Nunca se usaron/Por estrenar)
Y no he podido evitar elucubrar sobre esta coincidencia. Al parecer, lo de Hemingway fue una apuesta entre amigos sobre la capacidad de escribir un relato de seis palabras, allá por los años veinte. Evidentemente ganó el reto. El nobel como sabemos, se suicidó en el 1961 y fue en 1959 cuando Tito Monterroso publicó el dinosaurio dentro del libro titulado Obras completas y otros cuentos.
Mi pregunta es obligada y evidente, ¿Conoció Monterroso el relato de Hemingway? Parecería lógico pensar que sí, pero en ese caso habría tenido la oportunidad al menos de igualarlo escribiendo: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba.
O incluso de superarlo en brevedad escribiendo: Cuando despertó, el dinosaurio estaba.
Lo que es más improbable, es que el americano conociera el relato del guatemalteco en esa última etapa de declive personal hasta conducirse al suicidio. Y en el supuesto de que hubiera conocido el relato del dinosaurio, una palabra más largo, eso tampoco hubiera compensado su tendencia al suicidio desgraciadamente.
Otra cosa improbable es ser aún más breve que ambos en sendos relatos, el del dinosaurio y el de los zapatitos. Aunque se podría intentar. Y me he acordado entonces de algunos epitafios, verdaderas joyas de la brevedad. Si aceptamos el contexto como parte del texto, hay muchísimos, tendríamos por ejemplo el de Borges: Y no tengan miedo… O este otro que no sé a quien se le ocurrió: Os lo dije… pero que es toda una sugerente obra de arte.





2 comentarios:

  1. Hola, Jordi. Felicidades por tu cumple. No sabía lo de E. H. Muy sugerente y connotativo.

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  2. Gracias Eugenio. Yo tampoco lo sabía, no creo que sea un detalle muy conocido, por eso me pareció que valía la pena traerlo a la ocasión.

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