Dialogando en el Café Salambó

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domingo, 19 de noviembre de 2017

Colección particular. Relatos de Juan Marsé.




Colección particular
Juan Marsé
Barcelona, 1ª edición, abril de 2017
Prólogo de Ignacio Echevarría
Colección Lumen narrativa
Penguin Random House Mondadori
Grupo Editorial
ISBN: 978-84-264-0433-6
 Este libro es una verdadera joya y Juan Marsé ha sido y es uno de mis referentes sin duda alguna, junto a Luis Landero y Enrique Vila-Matas, los tres principales responsables de que un servidor lleve toda su vida queriendo ser y siendo, de la mejor manera que soy capaz; escritor. Por eso, y por lo que venga a continuación en esta mi primera reseña sobre Marsé, es un simbólico placer que sea la número cincuenta de este blog mío de notas al margen, de testimonios de mi pasión y locura literarias. Y aunque él no llegue a leerme, para acabar de disgustar al maestro en esta introducción fetichista que no he podio evitar, debo añadir que el libro reseñado está dedicado por él mismo en el día en que lo presentó en la Biblioteca Joan Fuster de nuestra ciudad. Ese día, otra vez pudo más mi sentido de la responsabilidad y me quedé en la oficina ante un aluvión de trabajo, a sabiendas de que de no haberlo hecho, el globo hubiera seguido girando. Pero siempre hay amigos que comparten la ilusión y la admiración por los grandes, o simplemente amigos de verdad, como Àngels Campos en este caso, que te traen este ejemplar firmado. Así que eran muchas las razones para escribir esta reseña.

Si tropezara con algún bicho raro o pobre criatura que jamás hubiera leído a Marsé, nada, o alguno de ustedes acaba de tropezar ahora mismo conmigo, le recomendaría que empezara por este volumen de relatos, porque de alguna manera, en el se pueden encontrar todos los elementos y todas las luces de su narrativa, como una suerte de repostería frente a un pastel inmenso y delicioso.  Porque la selección es la del propio autor y porque esta edición incluye un excelente prólogo del buen crítico Ignacio Echevarría. Echevarría empieza con un certero elogio a Marsé al considerarlo el mejor narrador que ha dado la literatura española en muchas décadas. Y utiliza el término narrador en su sentido más clásico, previo al de novelista, término este otro que necesita indefectiblemente del envoltorio editorial. Narrador en el mismo sentido en el que Landero habla de su abuela Frasca, tesorera de la ficción cuando le contaba siendo él un niño, aquellas historias antiguas a la sombra de un evónimo. Se adentra con maestría el crítico en los conceptos de novela y cuento, siempre en suculenta polémica de debate y afirma, que no todos los novelistas son igualmente capaces de escribir cuentos. Y yo añadiría, precisamente por sus mismos argumentos, que es más fácil el camino a la inversa. Y el propio Juan Marsé, sería un ejemplo. El de quien en una etapa de aprendizaje escribiría y publicaría en revistas como Ínsula, Triunfo o Destino sus primeros cuentos, una especie de gimnasia narrativa entre la que habitaba el germen del novelista que muy pronto empezó a ser, sobre todo desde el año 1965, con Últimas tardes con Teresa aunque ya había escrito al menos dos novelas que él siempre se encarga de obviar deliberadamente. En esa etapa de narrativa breve, yo añadiría también, como ejercicio, algunos textos publicados en la revista Por favor, aunque ésta tuviera una clara intencionalidad política.
El presente volumen, como bien sigue diciendo Echevarría en una acertada y bella imagen, admite ser leído, hasta cierto punto, como si de una visita al taller o a la cocina del escritor se tratara. (…) pero es un taller cuyas piezas manufacturadas están listas para ser entregadas a los lectores, no en vano, Juan Marsé las ha revisado una vez más, un Marsé que como todos sus lectores sabemos y el propio Echevarría recuerda, afirma que siempre me gustó corregir, en realidad, me pasaría la vida corrigiendo.
Sí, lo voy a repetir: este libro es una joya. Por el prólogo, por las notas finales y por la incorporación de diferentes relatos que no recogía otra buena edición, seamos justos, como lo fue la de Juan Marsé. Cuentos completos, edición a cargo de Enrique Turpin, Madrid, septiembre de 2003, Editorial Espasa Calpe S.A.
En esta Colección particular de Lumen, con respecto a la de Espasa Calpe se añaden el maravilloso Noticias felices en aviones de papel de reciente publicación, concretamente en el año 2014, el relato que da título al conjunto, también magistral sí, como es Colección particular, que hasta ahora solo se había publicado por entregas en el periódico El País entre 1988 y 1989 y, el único estrictamente inédito hasta ahora, Conócete a ti mismo, Fritz, quizás no tan brillante como los anteriores, o quizás el relato menos Marsé de todos, y que es una sinopsis argumental para un guión de cine, que no se llegó a estrenar.
El libro está estructurado en tres partes cuya división responde más bien a criterios literarios, a como los relatos rescatados están atados a la producción de sus obras mayores y no tanto a lo experimental, a lo periodístico. La primera contiene tres relatos, Historia de detectives, El Fantasma del cine Roxy y Teniente Bravo.
¿Quién en su infancia y primera adolescencia, no jugó algún vez a los detectives? Pues eso es Historia de detectives, una de chicos que observan al barrio y a sus personajes en búsqueda de sórdidas historias que quizás acaban encontrando, en una Barcelona de los años cincuenta que rezumaba clandestinidad. Una realidad que ya superaba la ficción y que Marsé nos devuelve engrandecida por su narrativa fotográfica. Como en toda pandilla, hay un jefe, en este caso Juanito Marés, ese Marés ya utilizado en otros lugares, una especie de velado trasunto del autor, y unos aprendices cómplices que serán los encargados de seguir las directrices y la didáctica infalible del jefe en la búsqueda de la verdad. En este caso, se trata de seguir a la rubia señora Yordi, quien busca al parecer, a través de un siniestro falangista, un salvoconducto para liberar de la persecución policial a su marido, que se camufla con los disfraces de los personajes que interpreta como actor en los teatros de aficionados del barrio. La base de operaciones de la pandilla es un viejo Lincoln Continental del 1941 abandonado. Allí, el jefe Marés le entregará a David su credencial de detective tras habérsela ganado con sus buenos servicios de seguimiento. Una credencial que dice así: David Bartra. Agencia de Detectives Donald Lam/Berta Cool. Pesquisas, seguimientos, misiones secretas, sabotajes. C/. Verdi, Campo de la Calva s./n.

El Fantasma del cine Roxy es el siguiente, y uno de los relatos más reconocidos y más representativos de la relación apasionada de Juan Marsé con el celuloide para quien ambas artes, literatura y cine, son indisociables pues ambas se nutren de la misma materia volátil de la que están hechos los sueños. Un cuento largo o novela muy corta de 67 páginas dividido en subcapítulos llamados secuencias. Con el marco del desaparecido Cine Roxy, un novelista y un director de cine discuten el guión y la puesta en escena de una historia de barrio. Y casi nunca se ponen de acuerdo. Ambos quieren imponer su criterio al otro y mientras el novelista se otorga el poder y la paternidad de la historia y por lo tanto el poder de decidir cómo plasmarla, … no deberías rodar un solo plano que no contenga una idea… el cineasta solo repara en la puesta en escena, en la sencillez de la interpretación y en su efectismo, más allá de la reflexión o los sentimientos que provoque en el espectador, ... Me revienta el cine de ideas..

Paralelamente, se va contando la historia en sí misma, la otra historia de historias en clave de meta literatura como una simbiosis imprescindible; la de la demolición del Cine Roxy, situado en la Plaça Lesseps del barrio de Gràcia y posteriormente ocupado por un banco, la pervivencia de sus fantasmas y la multiplicidad de planos de la Barcelona de la posguerra vistas a través de las películas americanas. Una época de miserias, censuras, y represión. Un marco dentro del cual, para información de soberanistas iletrados de insulto fácil que últimamente han vuelto a cargar contra el maestro, cabe destacar el peso protagonista de una pequeña historia de amor, la del xarnego, inmigrante andaluz y analfabeto que aprende catalán y protege a Susana, viuda de un anarquista supuestamente en búsqueda y captura y propietaria de la librería Rosa d’abril. Y Vargas, la defenderá de los ataques de Fermín, un chulo fascista del barrio, que no aprueba la exposición y venta de libros en catalán.
En definitiva la historia de los cines de barrio de la época, con sus taquilleras, su guardarropía y su gallinero, su NO-DO y sus pajilleras, su olor a meados y a aserrín los días de lluvia, que tan maravillosamente versionó Joan Manel Serrat, otro insultado por los mismos tontos, y cuya audición no soy capaz de escatimarles si no la han oído antes. Hay que decir que el libro también nos regala la letra de la canción al terminar el cuento.


Cierra el bloque Teniente Bravo. Se trata de una anécdota con hechuras de chiste que según cuenta Marsé, de tanto contarla en tertulias de amigos, acabó convertida en relato por la insistencia de Manuel Vázquez Montalbán. Parodia las miserias del orgullo y el honor castrenses. Año 1955, el sargento Lecha y el teniente Bravo, del campamento de instrucción militar de la Agrupación de Transmisiones de la Comandancia General de Ceuta, zona occidental del Ejército de Marruecos reciben un regalo largamente esperado: un potro de gimnasia. El teniente tiene que ser el primero en saltarlo y dar ejemplo. Los reclutas, con esa mirada vidriosa y bovina de los servidores de la patria en reposo y después, disimulando la rechifla y ahogando sus risillas; asisten al ridículo del teniente ante sus numerosos intentos y sus respectivas caídas y morrazos contra el potro y el suelo polvoriento. El sargento Lecha manda orden y manda callar mientras intenta persuadir a su teniente para que deje de intentarlo una y otra vez. Y a medida que se agranda el despropósito, los personajes del teniente y el sargento, que al principio representan la autoridad y el poder incontestables, acaban convirtiéndose en dos entrañables peleles que provocan la burla y la ternura del absurdo en la percepción del lector. 

En definitiva, un ejemplo de lo cazurro, vanidoso y trasnochado del ejército de entonces, no hace tanto quizás, o al menos un servidor, tiene edad para haberlo vivido así y en propia piel.
La segunda parte la componen cinco relatos más. Parabellum, se había publicado en la revista Bazaar en 1977, que a su vez era una reelaboración de un artículo publicado en la revista Por Favor con motivo de la publicación de las memorias de Pedro Laín Entralgo y el consiguiente cabreo de Marsé al intentar obviar aquél, su pasado falangista. El relato acabó siendo de alguna manera la génesis de la novela La muchacha de las bragas de oro, premiada con el Planeta en 1978. El relato habla del retiro de un escritor para escribir su novela frente al mar. En la casa lo acompaña Mariana, su sobrina según ha creído toda su vida. Y esta, con su presencia molesta y seductora, interfiere en lo que escribe su tío Luys Ros en pleno duelo entre ficción y realidad.
El pacto, había seguido la misma secuencia editorial que el anterior, Bazaar, Por Favor, ironía contra Laín Entralgo … pero sin llegar a convertirse en novela. Se trata de una ironía en la que dos rivales políticos, uno de Alianza Popular, ahora PP, y otro del PSUC, ahora vete tú a saber… quedan para cenar y cerrar un pacto: que ninguno de los dos desvelará un vergonzoso capítulo de sus vidas del que ambos son respectivamente testigos presenciales únicos, y así, no enturbiar sus carreras políticas frente a las próximas elecciones.
La liga roja en el muslo moreno fue un encargo de Esther Tusquets para una colección de relatos eróticos que nunca llegó a publicar. Al parecer, solo Ana María Moix y Juan Marsé cumplieron entre sus candidatos, pero aunque el libro no salió entonces con Tusquets, la editoraé﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ncias militares ante la Mars  ectivamente testigos presenciales, y as 1978.levarlo a las dependencias militares ante l les pagó su anticipo. Luego saldría en el volumen colectivo Fin de milenio (Barcelona, Planeta, 1990), y también lo recoge la antología Cuentos completos de Espasa Calpe. Lógicamente, y con el permiso de la reciente Esa puta tan distinguida (Barcelona, Lumen, 2016) en la que se narra el asesinato de Carol, una prostituta en el también desaparecido Cine Delicias en 1949, novela que comparte muchos elementos de El Fantasma del cine Roxy; en este relato de La liga roja en el muslo moreno observamos al Marsé más sensual, erótico y pornográfico, todo a la vez y en sutil armonía, que podamos haber leído. Trata del sueño erótico de una prostituta, Nieves, que imagina a un violador chiflado pero cuidadoso, delicado y muy especial, convertido en el compañero o incluso en el marido que querría tener.

El caso del escritor desleído es una divertida sátira sobre la relación entre los escritores y los medios, una burla de ese mundillo del famoseo de algunos de sus colegas, del que tanto ha abominado siempre Juan Marsé. El escritor protagonista sufre una extraña enfermedad que lo va desdibujando físicamente frente a los demás. Le ocurre a él y a su obra, cuyas páginas se van tornando poco a poco en páginas en blanco. Esto le ocurre al principio, pero llega un momento en el que se da cuenta, y los médicos se lo prescriben, que la única solución es, lejos de rehuir sus apariciones públicas, provocarlas cuanto más mejor, hasta convertirse en un personaje mediático más, habitual de tertulias de todo tipo y debates varios sin ninguna relación con su obra y la literatura. El escritor, se rinde ante una evidencia, y dice: Va a resultar profético lo que me dijeron una vez: Si no sales en televisión, no existes.

Noticias felices en aviones de papel, es otra maravilla de relato largo o novela corta de 65 páginas. Se publicó como libro independiente en 2014 (Barcelona, Lumen) en una edición ilustrada por María Hergueta. Aquí, en este volumen, igual que allí, el relato termina con la descripción de una fotografía, que también se incluye, en blanco y negro, en la que se ve a unos niños judíos sentados en una acera de la Calle Nowolipie, del gueto de Varsovia, en el verano de 1943. Una fotografía y un final que recién acabada su lectura y llevado por la emoción del lector que soy, ya entonces me impulsaron a hacer una apunte en Instagram, en Facebook y el Twitter, esa tríada mediática actual, colmo de vanidades.  El relato nos habla del desarraigo, de la soledad, de la búsqueda del padre, -tema recurrente en Marsé-, de la locura, de la amistad y de la traición, del sentimiento de culpa… Bruno, un niño de doce años del barrio de Gràcia, una vez más Gracia, hijo de padres separados, se hace amigo de la señora Pauli, una ex prisionera judía polaca del gueto de Varsovia a la que todos dan por loca y a la que el niño le sigue la corriente. La relación es interesada, Bruno le consigue periódicos usados por los que ella le paga y ella, con los periódicos construye aviones de papel que lanza desde su balcón. Bruno convierte aquello en un negocio y comparte su trabajo con los hermanos Rabinad, ambos pobres y famélicos y a los que promete una comisión. Bruno acaba cobrando pero un día todos desaparecen definitivamente. El padre, la señora Pauli, sus amigos… y él se quedará con el remordimiento y el sentimiento de culpa instalado para siempre en su memoria.


La tercera y última parte incluye dos relatos a mi entender muy dispares entre sí, por la extensión, por la temática e incluso por la calidad. Y esto último me hace sentir un tanto sacrílego puesto que lo peor de Marsé, sin serlo, nunca es malo. Lo que ocurre es que el primero, Colección particular es magistral y el segundo de esta tercera parte y último del libro, el único de verdad inédito del conjunto, Conócete a ti mismo, Fritz es el más flojo, es el menos Marsé de todos, luego veremos por qué.

Colección particular es un cuento maravilloso sobre la búsqueda del padre, tema casi diría que eterno en Marsé, un cuento también sobre la pérdida de los sueños, de los ideales y, paralelamente a esa pérdida, un cuento sobre el doloroso descubrimiento de la realidad. Se subdivide en pequeños apartados que recorren, con la mirada de un niño, personajes reales, de cómic, lugares comunes del universo ficcional de Marsé, la represión franquista, o la resistencia republicana y catalanista. El Capitán Blay y su mujer, la Betibú, el hombre invisible, Radio Barcelona Libre y Clandestina, las bodegas del barrio de Gràcia, muchas de ellas aún vivas, los cines Delicias y Rovira, el niño del antifaz, las novelas de El Coyote o la viuda Fullat…

Conócete a ti mismo, Fritz es, además del único relato realmente inédito, y el más breve, es también el único que no toma como marco la ciudad de Barcelona, sino Berlín y Buenos Aires. Trata el tema de la suplantación de la identidad. Fritz Schneider, un criminal nazi, mata a su amigo Hans Kaufman, hace desaparecer el cadáver, toma su documentación y se va a Buenos Aires para iniciar una nueva vida. Pero el pasado lo persigue y el destino volverá a restablecer el orden de las cosas. El relato era inicialmente un borrador para un guión de cine que le sugirió Fernando Trueba a Marsé en la época en la se filmaba la adaptación de El embrujo de Shanghái. Pero como ya sabemos, la relación entre ambos se torció y nunca llegó a entregarle esta idea para una película.
El recorrido por esta recopilación de los relatos favoritos del propio Marsé, dejando al margen todas y cada una de sus novelas, avalan algo que siempre he defendido; que Marsé es el auténtico escritor de Barcelona, con permiso e incluso sin él, sobre todo de Eduardo Mendoza. Entendida esta afirmación como alguien que convierte al lugar de la acción, al marco en el que ocurren sus ficciones, en un personaje en sí mismo, con entidad propia. Algo parecido aunque salvando las distancias a lo que ocurre con Dublín y Joyce, con Manhattan y Woody Allen, por acudir a un ejemplo cinematográfico, y por qué no, con Macondo y Gabo si pensamos en como la imaginación y la mirada de un autor también son creadoras de espacios. Marsé es Barcelona, especialmente Gràcia, El Carmel, Horta, Guinardó… y Barcelona es Marsé. Y ser de Barcelona, escritor y barcelonés, como es el caso mío y de tantos, una razón añadida para disfrutar especialmente de su literatura. 

Esa mezcla indisoluble de vida y ficción hace que uno, cuando pasea por esas calles de esos barrios del Marsé escritor, crea entrever de vez en cuando, como espectros, el aura de sus personajes, e incluso cree personajes propios a partir de individuos reales que aquí y ahora no puedo citar, pero que ya han sido y serán, novelados a su debido tiempo. Esta suerte de cercanías biográficas y la pasión por la lectura de este monstruo de la narrativa, hacen que uno se arrellane en sus páginas, como quien busca el calor y la nostalgia en el sofá de las tardes de domingo, y dentro de ellas, se sienta como en casa. 
Que recuerde, las sintonías de radio nacional en fraternal batalla con el traqueteo de la máquina de coser Singer de tu madre, la voz de Matías Prats padre o de las telenovelas esas tardes estivales en las que la calle estaba desierta, o cuando, como en una aventura a un mundo nuevo, desde Cornellà nos embarcábamos en el Seat 1430 familiar de mi padre para visitar a los primos de Barcelona. Ese recuerdo en sepia es el que me regalan las páginas de Marsé y cuando uno lo lee, se convierte en un personaje y narrador omnisciente más. Ningún otro escritor ejerce esa capacidad evocadora en mí.
Gracias maestro.

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