Dialogando en el Café Salambó

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lunes, 13 de agosto de 2012

Identidad 3


El profesor Jordi Llovet, en un artículo titulado No quieren escribir más publicado en el diario El País el 17 de febrero de 2000, empieza diciendo:
Si acordamos que la literatura catalana es la literatura escrita por hombres y mujeres que viven en Cataluña -así lo quería la generación de Gabriel Ferrater y de Gil de Biedma, tan amiga del alcohol, la diversidad y la camaradería, bien podemos hablar hoy de un libro de rara calidad y de frecuencia rara en nuestras letras, tan pródiga justamente en otras épocas en este tipo de narración medio documental, medio ensayística.


Se está refiriendo al libro de Enrique Vila-Matas Bartleby y compañía pero eso no es lo que me importa aquí, sino atreverme a apostillar al profesor, incluso a leer entre las líneas del también crítico y gran editor, a quien en mis tiempos de facultad era casi imposible acercarse si no tenías pegadas en la frente una buena colección de matrículas de honor.
Para empezar, la frase condicional se parece demasiado y es sintomática, a la de Jordi Pujol cuando se hartara de declarar con acierto que és català qui viu i treballa a Catalunya. Pero esto, que para mí no deja de ser una evidencia, tampoco es lo que más me importa. Me llama más la atención sin embargo tres matices, quizás caprichosos de mi lectura, que denotan cierto doblez.
El primero, que para defender la "nacionalidad" del autor tenga que apoyarse en los Ferrater o Gil de Biedma. No le faltaría al profesor talla intelectual y conocimiento de causa para defender el solito la teoría. El segundo, que efectivamente, esos poetas, y otros, fueran tan amigos del alcohol, la diversidad y la camaradería, no es ni una novedad de la historia de la literatura ni mucho menos una rémora para ser lo que decían ser, poetas catalanes. Y la tercera, que como bien debe saber el crítico, no basta con vivir en Cataluña o en la isla de Pascua para que la literatura sea de un sitio o de otro, además, y esto me parece imprescindible, debe partir de, contar e ir a parar siempre a ese sitio como escenario genético creativo, como es el caso de estos poetas y tantos otros escritores catalanes que escribimos en castellano.

No se mete en berenjenales, como yo, y el gran profesor obvia el hecho fundamental de la lengua de expresión escogida. De manera que todo el fragmento queda reducido a una apropiación facilona, no exenta de ironía y de una corrección política, que aunque a veces sea agradecida, en este caso me parece precisamente un desliz inconsciente de nacionalismo literario.

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