Dialogando en el Café Salambó

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lunes, 13 de agosto de 2012

Tristeza de Juan Ramón


En 1956, exiliado en Puerto Rico por culpa de la dictadura franquista, Juan Ramón Jiménez recibe dos noticias que de alguna manera, lo acompañaron hasta un triste final. Por un lado, que le van a conceder el Nobel de literatura y por otro, que a Zenobia le quedan pocos días de vida a causa de un cáncer incurable en aquellos años. Dicen que en esos momentos el poeta comprendió que todo lo que había escrito hasta entonces, especialmente en los últimos años, lo había escrito para ella.
Juan Ramón Jiménez murió dos años más tarde pero ya no había vuelto a escribir una palabra y cuando alguien le hacía la consabida pregunta del manual del periodista, que cual era su mejor obra, respondía: El arrepentimeinto de mi obra.
Todos sabemos que esa respuesta no es un título, pero merece un titular y la reflexión, una vez más, sobre la negación de la propia escritura.

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