Dialogando en el Café Salambó

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jueves, 21 de agosto de 2014

Magazine Cultural Láudano


Láudano
Magazine Cultural
Número 01/2014 Memento mori
Barcelona, 2014
Editor: Beatriz G. Guirado
Redacción: José Juan F. Panzano
Diseño: Helio Lozano Carreras
Fotografía: Dir. Stefanía Vara
y Fernando Medina(Coin)
Comunicación y márquetin: Martín G. Guirado
Ediciones Cuarenta Pisos (Badalona)
DL.B.3573-2014


Esté verano, por una suerte de carambolas cayó en mis manos el primer número del magazine cultural Láudano. No he podido resistir la tentación y a la vez, escribir esta reseña como un acto de justicia. Porque le auguro y deseo una larga vida y un sinfín de números al magazine. La principal razón es sin duda su calidad, pero también, por qué no decirlo, el derroche de pasión y valentía que comportan una iniciativa así en los tiempos que corren de la prisa, lo efímero y la estupidez anti papel.
Quizás por eso el nombre esté bien escogido y ya sea una provocación inicial, porque para vacunarse contra la incultura, el Láudano, un preparado que ya se utilizaba mucho en el siglo XIX como analgésico, cuya base es el opio, el azafrán y el vino blanco; sea una buena solución.
El formato, la edición y la calidad del papel son muy destacables, un continente a la altura de lo más importante, el contenido. Y de ambas cosas son responsables la editora Beatriz G. Guirado, el redactor José Juan F. Panzano, el diseño de Helio Lozano y la fotografía, dirigida por Stefanía Vara a quien acompaña Fernando Medina (Coin), aunque en este número echo de menos una mayor presencia del gran fotógrafo que es Coin. Además de este equipo, el primer número cuenta con un nutrido grupo de diecinueve colaboradores.
Este primer número monográfico, titulado Memento mori, recuerda la presencia de la muerte en diferentes manifestaciones del arte. Así, tenemos cuatro textos de Beatriz G. Guirado, con una redacción ágil y directa. De estos cuatro me han interesado especialmente los dedicados a la artista americana Laurie Lipton, recomendable el artículo y los dibujos de Lipton; y el artículo dedicado al Death Drawing, un club inglés de dibujantes, dedicado al arte de lo macabro y lo siniestro.
Tenemos también un curioso reportaje a cargo de uno de los colaboradores, Carlos G. Castilla. En él se nos presenta a Adrià y Manel Hernández, nieto y abuelo respectivamente, dos expertos sobre la gestión del morir, ambos muy cercanos ya que Adrià trabaja en el Departamento de Comunicación del Cementerio de Montjuïc; y el abuelo Manel es el fundador de la segunda mayor biblioteca funeraria de Europa. ¿No se perdería cualquier bibliófilo, yo mismo por ejemplo, entre esas estanterías?
De otra colaboradora, Marina Sanmartín, tenemos el reportaje digamos que más mediático del número, dedicado a la pasión post mórtem del actor e historietista (según Wikipedia), Carlos Areces. Areces muestra algunos ejemplos de su colección de fotografías post mórtem. La fotografía de difuntos estuvo muy extendida desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta la primera guerra mundial, excepciones posteriores las hay, como por ejemplo la del Che Guevara. Es interesante imaginar las dificultades de esta práctica, porque se trataba de preservar el recuerdo de los finados, para quien pudiera permitírselo, claro, teniendo que preparar el cadáver y los decorados de manera que el resultado fuera digno.
Al margen de otros tantos trabajos a la altura de los ya comentados, destacaría una sección de pura creación literaria, titulada relatos, que imagino, pretende ser una sección fija en sucesivos números. Siempre es interesante y de agradecer, apostar por nuevas voces literarias. En este caso, girando en torno a la muerte, se presentan tres relatos breves, cuyo resultado es tan pretencioso como prometedor.
No me queda más que invitarlos a disfrutar de esta propuesta cultural de calidad, un Láudano que les calmará el aturdimiento de la numerosa oferta existente y, habitualmente vendida a los intereses económicos de los grupos de comunicación que la financia.
Y en mi caso, ya no me queda otro remedio que esperar el número dos. La revista Láudano y yo, nos lo merecemos.

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